El tigre de la tundra

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Jaune era un cobarde. Él lo sabía y lo aceptaba. Desde que era consciente de si mismo y del mundo que lo rodeaba era un cobarde. Cuando manifestó sus poderes de niño por primera vez, fue para matar a un mosquito. Un niño de 10 años asustado de un mosquito. Así era él. Para su suerte, lo del mosquito quedo relegado debido a la manifestación de sus poderes. Aún así, tuvo que aprender a esconder esa cobardía tras una mascara de egocentrismo y suficiencia.

El descubrimiento de sus poderes fue una gran alegría para su padre, un valiosisimo y famosisimo mago de corte, y de su hermana, que seguía los pasos de su padre. Debido a su cobardía, el pensaba seguir el mismo camino. Total, ya estaba acostumbrado a la opulencia, la extravagancia y los lujos con los que había crecido. Un día sin embargo, todos sus planes cambiaron. El día que se enlazó con su pixie, Faye, decidió que si iba a ser un poderoso mago, no iba a malgastar su futuro en la corte asistiendo a nobles en mayormente, sus tonterías y decidió tomar las sendas de un mago aventurero. Por suerte había cambiado de parecer antes del día de la elección. Tanto su hermana y su padre se mostraron sorprendidos y orgullosos de aquel cambio, Jaune no obstante estaba asustado, pero el destino le tenía un camino y no pensaba desaprovecharlo.

El día que conoció a Dalila, parecía que las leyendas ratificaban su papel y su potencial mágico. Aún se acordaba de su transformación en flor del desierto y de su enlace con aquella pixie. Desde aquellos días se había dedicado a investigar y a buscar más artefactos como la pluma del fénix. Hace unas semanas encontró una pista. Aquel día estaba apunto de hacerse con un artefacto mítico (así había decidido nombrarlos), pero una elfa menuda con vestido pomposo y bastón lo estaba evitando. Era curioso como alguien tan menudo y de aspecto tan pomposo podía inspirar tanto miedo. Canalizaba su magia a través del bastón coronado con un cristal de luna redondo. La magía de aquella elfa era poderosa y temible. Lanzaba sus hechizos con rapidez y a él apenas le daba tiempo a esquivarlos, detenerlos o reflejarlos. Solo agitaba un poco el bastón para que un trueno, un haz de luz o cualquier manifestación mágica saliera del bastón dirigido a él.

- ¿No podemos llegar a un acuerdo? - Le dijo Jaune. Tenía la respiración agitada, el pelo blanco revuelto y gotas de sudor caían de su sien. Tenia las manos en posición para convocar su magia. La ropa negra se le pegaba a la piel. Sus ojos azules como el hielo, solo prestaban atención a a la elfa. Intentaba adivinar cualquier movimiento, ver cualquier abertura.

- No. - Dijo ella secamente. Su misión era salvaguardar la garra. Llevaba años haciéndolo, no podía dejar que cualquiera se llevará aquel objeto. Daría un poder inimaginable a su portador y en malas manos podía hacer mucho daño. La elfa se preparo para otro ataque, pero esta vez, Jaune fue más listo que ella. Años y años observando a los nobles le había servido para aprender a leer a la gente, sus movimientos e intenciones. Solo necesitaba observar un rato a alguien para adivinar sus movimientos. Justo cuando la elfa movió levemente las muñecas hacia arriba, Jaune conjuro unos grilletes y los lanzo. Controlandolos con la mano derecha, hizo que apresaran a la elfa. Ella del susto, soltó el bastón y el cristal de luna dejo de relucir. Jaune se acercó con cuidado y recogió el bastón. La elfa, haciendo impulso con su cuerpo, intento golpearle con una patada. El cuerpo de Jaune actuó solo y cogió la pierna de la elfa y la tiro al suelo. La elfa se quejo.

- ¿Así es como tratas a una dama? - Jaune sonrió levemente y se agacho para mirarle directamente a aquellos ojos caobas.

- Una dama no me habría intentado matar. - Ladeo levemente la cabeza. - ¿Me dejas coger la garra ahora por favor? Si lo haces te devuelvo tu bastón mágico y te suelto. - La elfa le miro con desdén.

- Como me has derrotado puedes cogerla, pero si haces un mal uso de ella te perseguiré y acabaré contigo. - Jaune volvió a sonreir y se acercó al pedestal que estaba protegiendo la elfa. Y por segunda vez en su vida se maravillo. De la garra emanaba un fuerte poder mágico. Faye, que hasta ahora se había refugiado en el interior de la ropa de Jaune, salió y ella misma se maravillo. Refulgia levemente, con un brillo pálido. Al contrario que la pluma del fénix, emanaba frío. Jaune recordó la nieve, los lagos helados y el frío de su hogar. Era la misma sensación. Se preguntó si Dalila había sentido el calor abrasador de Swait, sus desiertos y su sol.

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⏰ Last updated: Nov 01, 2021 ⏰

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La flor del desiertoWhere stories live. Discover now