9.

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— ¿Y bien? — preguntó Anthony con una sonrisa maliciosa — ¿Quién te gusta de aquí?

Ginebra puso los ojos en blanco, mientras sostenía su copa de vino y Anthony quedó encantado, claramente ella era en muchos aspectos, muy parecida a él... 

Pero, no era eso lo que él buscaba en una mujer.

— ¿Por qué me lo pregunta con tanta confianza? — preguntó Ginebra queriendo bajar del cielo el ego de Anthony — Como si fuera a decírtelo.

— Oh, ya veo — comentó el Vizconde — Te gusto yo - bromeó, de una manera demasiado directa.

— Me gusta el Duque de Kent - replicó ella.

Anthony tragó fuerte al oír esas palabras, asintió y se quedó en silencio por un rato. Sin dudas fue un golpe fuerte a su ego. Siquiera sabía de qué parte de su retorcido cerebro había salido esa broma, pero un calor horrendo subió por la boca de su estómago cuando escuchó a Ginny confesar su amor tan abiertamente. 

Y Ginebra no supo si fue obra de: la mirada de Anthony, su suspiro, o del alcohol que llevaba en el cuerpo. No tenía idea si fue obra del lenguaje corporal del mayor de los Bridgerton. Pero respiró profundo y en un murmuro dijo:

— Bien, no es así. No me gusta el Duque de Kent.

Anthony sonrió para sus adentros y casi la hubiese besado en ese momento.

— Pero aún así, es un buen partido, debo aceptarlo — prosiguió, luego de un suspiro y Anthony podría haberle arrancado la cabeza — Es gracioso, tenemos cosas en común y es amable. Es mucho más de lo que puedo esperar de cualquier otro caballero en esta sala.

— El Duque de Kent es un imbécil, creí que eso le había quedado claro.

Ginebra estaba por responder con otro sarcástico comentario que haría reír al Vizconde, pero lo vio. Después de un año, volvió a ver su caminar tan grácil, su cabello rubio peinado tan perfectamente como solía arreglarlo en Coventry... incluso su mirada era la misma. 

Respiró profundo cuando se dió cuenta de que sí fue engañada por él, jamás había sido real con ella, Lord Beachump se paseaba de la mano de su nueva esposa como se paseaba de la mano de Ginebra cuando estaban a solas. Nunca había estado enamorado de ella.

Anthony miró la escena confuso, Ginebra no solía estar en silencio por mucho tiempo.

Logró divisar cuando Lord Bechaump y ella cruzaron miradas por un segundo, y presenció lentamente como Ginebra sentía que se quedaba sin aire cuando él le brindó una cínica sonrisa.

Ella casi pudo oír el sonido que hizo cuando tragó su saliva. El alcohol de golpe se fue por completo de su sistema. Se iba a arrepentir de lo que estaba por hacer, pero si no lo hacía, las consecuencias serían peores.

— Anthony, sácame de aquí.

El Vizconde la miró, ella retenía lágrimas en sus enormes ojos castaños. Acercó sus dos manos a su rostro, no pudo evitarlo; ya no importaba la gente. Frunció su ceño y acercó su cara a la de ella. Ginebra respiró profundo y su voz tembló.

— ¿Qué pasó? — murmuró tomando la muñeca de la mano que Ginebra se llevó a la boca y con su otra mano, quitando una lágrima que había caído.

—A-Anthony, por favor — casi rogó.

— Shh... tranquila. Dame un segundo, respira. Por favor.

Él asintió y mientras le daba un vaso con agua, volvió a mirar hacia adelante. Esperando el estúpido discurso que daba Cressida Cowper cada año, para que todos le presten atención y sea su posibilidad de escapar a algún rincón muy apartado de todos ellos.

Flawless.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora