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Los pasillos de Hogwarts estaban vacíos, todos estaban en sus clases y él estaba llegando tarde a Encantamientos por no hacer caso a Hermione y dejar todos sus útiles en su habitación.

Todavía le quedaban tres pasillos más para llegar al salón de Encantamientos cuando sintió que era arrastrado hacia un salón vacío de Hogwarts, ¿Porque había tantos salones sin uso?

La puerta se cerró y su espalda choco contra esta dando un quejido de dolor, alguien lo callo rápidamente con un beso, el cual siguió ni bien reconocerlos, ¿Era posible reconocer a alguien por un simple beso? Al parecer si.

El aire hacia falta en sus pulmones y entonces tuvo que cortar el beso, su respiración era entrecortada, sabía que tenía las mejillas sonrojadas y vio esos ojos color plata que lo veían con lujuria.

- Ni si quiera un buenos días.- dijo Harry con una sonrisa.

- Buenos días, Potter.- dijo con una sonrisa de lado. -¿Llegando tarde a tus clases?

- Por lo que se, tu también deberías estar en clases.

- Si, pero vi a un sexi chico de ojos verdes caminado solo por el pasillo y aproveche la oportunidad. - dijo mientras comenzaba a besarlo en el cuello. - No nos vemos desde hace dos semanas.

- Te extrañe.- soltó Harry disfrutando de las caricias.

Al escucharlo levantó la vista y vio a esos ojos color esmeralda que lo traían como loco y lo beso.

- Yo también.- murmuró antes de volver a atacar los labios del ojiverde.

Harry se dejó hacer, amaba al chico que estaba haciendo un camino de besos hasta su cuello. Trato de negarse a ese sentimiento convenciendose a si mismo que lo único que sentía por Draco Malfoy era odio, pero a medida que pasaba el tiempo se le era más difícil negar ese sentimiento que lo llenaba y hacia que su corazón diese un salto cada vez que compartían una mirada, ya sea en clase, en los recesos o en el comedor. Cuando lo vio tan cariñoso con Pansy Parkinson en su quinto año, pudo sentir como su corazón se resquebrajaba, pero sólo lo ignoro y actuó como si no le importará cuando en el fondo solo quería salir corriendo y ocultarse en el lugar más oscuro que encontrara.

Ese mismo año trato de matar ese sentimiento y se convenció de que estaba enamorado de Cho Chang, pero el beso que se dieron en la sala de menesteres solo le confirmo que por más que tratara no podía olvidarse tan fácilmente de Draco Malfoy.

Y se odio. Odio que por más hijo de puta que había sido Malfoy, seguía suspirando por esa serpiente. Odio que por más que intento extinguir ese sentimiento, con cada mirada, cada sonrisa solo hacia que ese sentimiento se acremente. Odio no poder decirle a Ron ni a Hermione, porque ambos eran sus mejores amigos y lo habían apoyado en todo momento y merecían saber la verdad, pero tenía miedo de lo que pudieran pensar, de que si lo decía ellos se alejarían.

Su sexto año no fue diferente. Había intentado enamorarse de Ginny, pero por más que lo intentaba y con cada beso su corazón lo molestaba con un incómodo y doloroso sentimiento que no lo dejaba tranquilo. Sabía que se estaba mintiendo, que por más que intente Malfoy no saldría tan fácilmente de su cabeza.

Ese mismo año Draco Malfoy se unió a los mortífagos e intento matar a Dumbledore, sólo para que al final Snape le diera el golpe final en la torre de Astronomía. Y nuevamente se odio por seguir teniendo sentimientos por ese cabron.

Terminó su relación con Ginny, porque sabía que sólo le haría daño, a Ginny y a si mismo, y comenzó con la búsqueda de los Horocruxes junto a sus mejores amigos. Por mucho tiempo Malfoy dejó de rondar sus pensamientos tan fuertemente como los años anteriores, pero volver a verlo en la mansión Malfoy, tan demacrado y sin un solo rastro del Malfoy que fue en sus años en Hogwarts, fue un golpe muy duro para si.

Se consideró estúpido al pensar y albergar la esperanza de que tal vez, muy en el fondo, Draco Malfoy correspondía sus sentimientos, pero por más que trato de convencerse de que el no delatarlo sólo fue por conveniencia y que ya no quería estar bajo el orden de Voldemort, su estúpido corazón no sedio y siguió albergado esa esperanza.

Cuando la guerra terminó y los juicios a todos los mortífagos por igual, él abogo por los Malfoy, logrando que Narcissa y Draco Malfoy sean perdonados y solo se les pidiera una compensación monetaria. Lucius Malfoy no tuvo esa suerte y ahora mismo estaba en Azkaban cumpliendo su condena.

A los pocos meses volvió a Hogwarts para terminar sus estudios, al igual que sus amigos, y en el primer día, Draco Malfoy se acercó y tragando su orgullo le agradeció todo lo que hizo y luego de eso no volvió a dirigirle la palabra.

Pero Harry, quien había aprendido de la guerra a no rendirse, decidió luchar por que Draco Malfoy lo notara y darse una oportunidad de, por primera vez, hacer caso a su corazón.

Fue duro, no lo negaba, llevo muchas semanas lograr que Draco Malfoy abriera su corazón, el cual había cerrado en quinto año al verlo con Cho Chang. Y entonces, a mediados del año escolar, Harry se arriesgó y se le confesó, si no aceptaba al menos tenía la seguridad de que con un rechazo directo del rubio su corazón entendería que jamás podrían estar juntos. Y se sorprendió, de verdad que lo hizo, porque nunca se imagino que Draco Malfoy correspondía sus sentimientos.

Eso los llevaba a lo que ahora ocurría en el salón en desuso en el que se encontraban, faltaban tan sólo un mes y medio para terminar sus estudios.

Draco seguía besando el cuello de Harry, quien tomando todo su autocontrol lo separó.

- Debemos ir a clases.- dijo Harry tratando de volver a la normalidad su respiración.

- Nos vemos en la sala de menesteres a las ocho.- dijo Draco dándole un último beso y saliendo del salón por los pasillos que aún estaban vacíos.

Harry salió unos minutos después y paso todo el día ansioso, esperando la hora de la cena poder escaparse y encontrase con su serpiente. Tanto Ron como Hermione notaron lo nervioso y podrían decir emocionado que estaba su amigo, pero por más que le preguntaron no obtuvieron respuestas.

Drarry SoftWhere stories live. Discover now