Cuidado que quemo

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Otro lunes más que seguía sin ser millonaria mágicamente, qué triste.

Ese día, sorprendentemente, Kir llegaba pronto a la universidad y aprovechamos para tomar algo en la cafetería antes de entrar a nuestra primera clase, que era con el señor Andrews.

- ¿Has vuelto a hablar con el Troy ese?- pregunté.

Ella pareció pensar quién era unos segundos, pero me contestó.

- Pues... no, la verdad.- contestó.- ¿Lo preguntas por algo?

Negué, mirando el reloj para no llegar tarde.

- ¿Quieres que te diga dónde vive?

Le miré enseguida y no sé qué cara puse que empezó a reírse.

- No sé donde vive, pero parecías querer saberlo.

Me crucé de brazos, un poco enfadada porque insinuara eso. Obviamente no quería saber dónde vivía el imbécil ese.

Ni su hermano tampoco, que va.

Íbamos a clase cuando me llegó un correo. Me sorprendió que alguien mandara correos pudiendo escribir mensajes, pero lo abrí y era de el profesor Andrews. Decía que había tenido que irse esos días por motivos personales y no iríamos al taller hasta que volviera, que no tardaría mucho.

Quise decírselo a Kirsten, para hacer planes, pero ya estaba entrando en clase y sentándose en su mesa. Al no estar el profesor, vino una mujer que al mínimo ruido de un lápiz cayéndose al suelo te mataba con la mirada.

- ¿Qué vas a hacer después del sitio ese al que vas?- me preguntó.

- Hoy no voy, lo han cancelado.- informé.

- ¿Quieres ir a la cafetería que te gusta?- preguntó - La que hay música...

- ¿No quieres ir a ver a tu camarero?- cuestioné.

Negó con la cabeza, feliz de ya no pensar en él. Así que me fui a casa - la que estaba vacía porque mis padres habían salido a trabajar - y más tarde Kir me llamó para decirme que me esperaba fuera.

Iba de deporte, pero aún así parecía que iba a una alfombra roja, era admirable. Seguro que si Verónica viera a Kirsten la amaría y charlarían por horas sobre ropa, marcas, complementos...

Eso y que Verónica puede aconsejarle sobre como lidiar con que Nelson perfiera a Abby.

¡Eh!

Perdón.

- El otro día me llamó Evan.- solté al aire.

Ella dejó su taza de café dramáticamente en la mesa y entrelazó sus manos encima de la mesa.

- Me dijo...- suspiré - Seguía insistiendo, buscando más explicaciones de las que ya le di... casi se puso a llorar, Kir.

Bajó un poco la mirada en eso último, Evan es su amigo. Los tres lo somos desde el Instituto. Además, ella me avisó de que esto podría pasar, tanto de su parte como de la mía, que esas cosas jamás salían bien.

- Supongo, y espero, que ya lo superará.- dijo, encogiéndose de hombros - Ambos establecisteis límites, ¿verdad?- asentí - No te sientas culpable, entonces.

Bueno, tenía razón. Los dos dejamos claro que enamorarnos no era una opción, pero sí una posibilidad que creímos imposible. El problema era que, por mucho que quisiera hacer caso a las palabras de Kir y tener claro que la culpa no es de ninguno de los dos, me era imposible.

El libro de mi vidaWhere stories live. Discover now