❝Bueno... ¿Alguna vez has deseado algo prohibido?... Es como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, No codicies"... pero cada momento te incita más a tenerlo❞
ADAPTACIÓN: Este fanfic no es de mi pertenencia. Créditos a su autor correspondi...
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Daisy
Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Jaden decidir qué día le pediría que fuera su novia.
Salté de mi asiento al percatarme de la hora.
— Demonios, es tardísimo — dije, levantándome de la silla mientras que Jaden y Ferni me miraron confundidos.
— ¿Tarde para qué? — preguntó Jaden.
— El viaje de Riley, ¿recuerdan? — les había contado la historia a la hora de la comida, Ferni me llenaba de consejos y Jaden resultó ser unos excelentes oídos.
— Oh, verdad —.
— Habla con ella, Daisy. Una amistad se vuelve más sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa — me aconsejó Ferni, como toda la tarde lo había estado haciendo.
Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era más madura, siempre lo he dicho.
— Gracias, Ferni. Espero tener el tiempo — miré el reloj. — Y si no me doy prisa, no podré despedirme —.
— ¡Suerte! — agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.
— Hasta pronto, Daisy — dijo Jaden.
Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Riley tenía que partir antes de las nueve.
Mientras corría hacía mi destino, recordé a Payton; él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.
Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Riley no se hubiese ido ya.
— ¡Ri, lamento…! — mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Riley y Payton.
— ¡Daisy! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías — la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Payton y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.
Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.