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Mientras que Killer casi muere del susto, Sanji ya había culminado su hora laboral y pasaba a retirarse a su hogar.

–Ya acabo mi turno eso significa que me voy viejo –comentó saliendo del lugar.

–Ten cuidado muchacho han habido muchas desapariciones raras últimamente –le respondió a su nieto.

Zeff sabía que su nieto podría defenderse solo pero aun así le preocupaba, tarde o temprano tendría que decirle la verdad y lo sabía pero tal vez ese no era el momento.

–Si lo se, lo se tranquilo –y salió del lugar.

Iba caminando rápidamente ya que tenía ganas de llegar a su casa y descansar un poco.

Se sentía un poco raro, busco con la mirada para ver si podía encontrar a el chico que vio ayer, ni entendía bien el porqué lo hacía.

Antes de llegar a casa lo vio, un joven de cabellera verde que se veía totalmente confundido y claramente perdido.

–Hola Marimo-kun acaso te volviste a perder? –le dijo llamando la atención del contrario.

–Te lo juro cejas de sushi las paredes se mueven –respondió con notoria confusión en su mirada.

–Porque viniste aquí, acaso eres nuevo en la villa? –cuestiono mientras seguía caminando.

–Algo así pero solo vine para emm bueno, yo solo quería saber si podrías a volver a darme comida –comentó con un leve sonrojo en sus mejillas.

–Así que te gusto mi comida, estuvo buena verdad –comentó con ilusión.

–No te mentiré estuvo muy buena y quise venir a probar un poco más –confesó alzando sus hombros restándole importancia a lo antes mencionado.

–Bueno vamos qué haces ahí parado apresúrate te invito a comer de nuevo –le alentó a que lo siguiera.

Zoro lo miró con intriga pero no dijo nada, solo lo siguió sin cuestionar el porque el rubio confiaba en él.

Iban caminando en silencio y lo único que se escuchaba era el sonido de los insectos nocturnos, la escena parecía un poco romántica o así lo veía Sanji.

Espera en qué diablos estaba pensando, ignoró ese sentimiento y volteo a mirar de reojo al que se encontraba a su lado, no se veía nada mal la verdad y se notaba tan tranquilo.

De repente sintió como su corazón comenzaba a latir mas fuerte, eso realmente lo asusto por que de la nada su corazón había reaccionado así no podía ser por haber visto al Marimo o si. No está claro que no, él era un ferviente amante de las mujeres.

Mientras que Sanji tenía una discusión interna con sigo mismo, Zoro solo pensaba en lo bien que se veía el rubio aunque no le tomo demasiada importancia en realidad le daba exactamente igual.

Siguieron caminando un rato más hasta llegar a casa del cocinero, fue un trayecto corto pero complicado gracia a que el peliverde se llegó a desviar en varias ocasiones, hasta que el rubio optó por tomar su mano.

–Bien al fin llegamos, no puedo creer que te pierdas así, solo tienes que seguirme y ya que tan complicado era –dijo entre risas.

–Te lo digo cocinero las paredes se mueven –respondió cautivado por la risa del rubio.

–Si si lo que digas entra o te dejo afuera –abrió la puerta para dejar entrar al otro chico –Siéntate iré a cocinar a preparar algo que te dejará con ganas de más –dijo señalando el sofá.

–Está bien –contestó el otro dispuesto a sentarse no sin antes observar el lugar.

Apenas y ayer estuvo ahí solo que por estar pensando en dónde estaría su objetivo no prestó mucha atención, además el hambre tampoco era de mucha ayuda.

Ya entrando en la cocina Sanji se sentía ultra nervioso solo había tomado la mano de Zoro para que dejara de perderse, pero aun así su corazón latía a mil –"qué demonios sucede conmigo".

Dejó ese sentimiento de lado y se concentró en preparar la comida.

No pasó mucho tiempo para que el espadachín hiciera acto de presencia –Estás demorando mucho –comentó desde la entrada de la cocina.

–No es cierto musgo idiota apenas pasaron unos minutos –respondió un poco molesto pero fue más porque le había dando un pequeño susto.

–Quieres que te ayude o algo? –preguntó mientras se iba acercando al rubio.

–Está bien, puedes cortar estas verduras –le señaló las verduras mientras le daba la espalda para continuar con lo suyo.

El peliverde fue a hacer lo que le pidieron, era la primera vez que lo hacía pero usaba katanas que tan difícil podía ser cortar un par de verduras.

Ambos se estaban dando la espalda pero de vez en cuando se hablaban y tenían pequeñas discusiones pasajeras mientras seguían en lo suyo.

Hasta que Sanji volteo a ver si Zoro estaba haciendo bien lo que le mandó a hacer –Oye oye así no es –dijo el rubio colocándose detrás del peliverde.

Tomó los brazos del chico indicando como tenía que hacer, ante dicha acción Zoro se tensó y se puso nervioso, algo muy raro en él.

–No puede ser tan difícil cejas de diana –le respondió con nerviosismo, mientras apartaba al rubio.

–Bueno esta bien, solo hazlo mejor esta vez –dijo para voltearse y seguir con lo suyo.

Luego de eso no pasó mucho, cada uno se concentraba en su labor mientras intercambiaban pequeñas charlas, hasta que por fin habían terminado de cocinar.

–Esto es delicioso, como aprendiste a cocinar así –preguntó mientras seguía comiendo.

–Al principio fue por medio de libros, pero luego mi abuelo me enseñó –sonrió con nostalgia.

–Muy interesante a decir verdad –no dijo más, solo siguió con lo suyo.

Hasta que Sanji interrumpió –Oye y tu de donde eres –por qué le interesaba algo así no lo sabia pero ya había preguntado.

–De un lugar algo lejos, creo que igual solo estoy de paso –concluyó indiferente.

Esto llamó la atención del rubio no entendía porque pero el espadachín atraía mucho su atención, aunque había algo más que por alguna extraña razón le interesaba saber.

–Emm Marimo podría saber si te van las chicas o los chicos –tenía un leve sonrojo en sus mejillas.

–Eso me da igual, si me gusta no me importa quien sea y qué hay de ti cocinero –preguntó de vuelta.

–No es obvio, a mi me encantan las señoritas –respondió orgulloso mientras hacía una rara mueca con las manos.

–Oye si tu lo dices te creeré, por cierto ya me retiro –dijo levantándose del sofá para caminar a la puerta.

Antes de salir Sanji tomó su mano para que se diera vuelta y lo viera a la cara.

–Qué insinúas alga parlante –dijo en un tono algo molesto.

Ante esto Zoro le dio una sonrisa arrogante y colocando su mano en la cintura del contrario, se acercó a su oído y le susurro –Vi como me miras cocinero y en estos momentos solo por hacer esta acción estas temblando como gelatina y está bien si sientes eso por mi porque yo también lo siento por ti –y antes de alejarse le deposito un beso en el lóbulo de la oreja –Por hoy me voy, nos vemos mañana cocinero.

Y se retiró del lugar dejando al rubio con la cabeza hecha un caos.

"qué fue eso" –pensó sin entender nada, pero lo peor era que realmente le había gustado.

Una leve sonrisa se asomó por la comisura de sus labios –Qué día más extraño –se dijo a sí mismo, mientras tocaba su oreja.

Almas OscurasWhere stories live. Discover now