9° Perdóname

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Los dedos de Alec se enredaron en su cabello. Los ojos azules del cazador de sombras, llenos de inocencia y maravilla, brillaban con amor y deseo. Los labios de Alec se habían estampado en los suyos de forma suave primero y después, habían aumentado la fuerza profundizando aquel beso.

Magnus podía sentir las caricias del cazador de sombras, la firmeza de sus dedos que estaban llenos de pequeñas cicatrices y ampollas por la fuerza con la que a veces sostenían el arco con el que Alec cazaba demonios, pero que ahora acariciaban su piel suavemente, deslizándose desde sus costados hacia su espalda, enviando pequeñas descargas de energía por todo su cuerpo.

Sus pechos desnudos se presionaban juntos, estaban tan cerca el uno del otro que Magnus podía sentir el latido rápido del corazón de Alec o quizá era el suyo. Los dos escucharon un ruido pero se olvidaron de él rápidamente, aquello, fuera lo que fuera, no importaba. La única cosa importante en aquel momento era Alec, él y Alec, las caricias de Alec, los besos de Alec, los ojos azules de Alec. Esos ojos que estaban mirándolo ahora o que miraban a través de él, no podía decirlo. Esos ojos que estaban alejándose al igual que los otros rasgos de Alec. Él quería decirle que regresara, quería rogarle que no lo dejara. Quería decirle que lo amaba más que a nada en el mundo pero Alec estaba desapareciendo rápido, casi se había ido y lo único que quedaba frente a Magnus era el fantasma de sus ojos azules.

Una serie de zumbidos despertaron a Magnus del sueño que había empezado tan bien.

"Demonios", pensó el brujo aquel sueño de verdad había sido más que bueno.

Magnus levantó el teléfono para detener el incesante zumbido, siendo consciente de quién era la persona que estaba llamando y que iba a rechazar la llamada una vez más. Pero cuando miró la pantalla del teléfono, Magnus se sorprendió de que las palabras "Llamada perdida del Instituto de Nueva York" lo saludaran, seguidas de un mensaje que decía "nuevo mensaje de voz".

¿El Instituto? ¿Por qué el Instituto estaría llamándolo? Su primer pensamiento fue que Alec había decidido intentar llamarlo desde el teléfono del Instituto para contactarlo al fin. Después de todo, aquel día era el cumpleaños de Magnus y el mensaje de felicitación de Alec, el primero que había recibido y que decía "Feliz cumpleaños Magnus, te amo", había sido el inicio de una interminable cadena de mensajes que él había ignorado. Aunque la verdad era que él no pensaba que Alec se hubiera arriesgado a llamar desde el teléfono del Instituto, aquello podría traerle problemas y ¿para qué? ¿Contactar a su ex novio? Aquello no tenía sentido.

El segundo pensamiento que llegó a su mente hizo que una punzada de pánico puro atravesara su pecho pues si no era Alec el que había llamado, quizá era alguien más para avisarle que algo malo le había sucedido al joven Lightwood. Quizá estaban llamándolo para que corriera a sanarlo, o algo peor. No, no podía pensar de esa manera. Además, hacerse ideas idiotas era ridículo puesto que la respuesta a todas sus preguntas estaba, literalmente, en la palma de su mano. Magnus presionó el botón del buzón de voz y Maryse Lightwood lo saludó con voz tensa:

"Magnus Bane, el Instituto necesita que un portal sea abierto esta noche a las ocho. Te esperaré ahí al menos que no estés interesado en el trabajo, de ser así, te pido que lo notifiques. Gracias."

Magnus suspiró. Un portal.

Bueno, al menos eso sonaba a que todo mundo estaba vivo. Un portal. Alec…

Después del sueño que había tenido no estaba seguro de ser lo suficientemente fuerte como para volver a ver a su ex novio. Él no estaba seguro de lo que haría si pudiera verlo. No, crear un portal no era de su interés en aquel momento.

I Get To Love You [MALEC]Where stories live. Discover now