Capítulo 19.

1.7K 197 76
                                    


México estaba durmiendo tranquilamente, ya habían pasado días desde que pudo regresar a la escuela. De pronto su celular comenzó a emitir varias vibraciones acompañadas del sonido de mensajes llegando, algo que lo hizo despertar.

— Ay no, es muy temprano para que ya estén chingando. — dijo el mexicano, tomando su almohada para apretarla contra su cabeza en un intento de dejar de escuchar el sonido que emitía su celular.

Después de unos momentos el celular por fin se detuvo, algo que lo alivió. Estaba apenas comenzando a quedarse dormido de nuevo cuando el teléfono de casa comenzó a sonar. México gruñó, molesto por la razón de saber quiénes eran los que probablemente estaban llamando.

— ¡México! ¡Levántate y contesta el teléfono, seguro es para ti! — gritó su madre desde su habitación.

México pataleó, deshaciéndose de su cobija con los pies para después levantarse, caminar hacia la planta baja y contestar el insistente teléfono.

—Pues no contesta el mamaguevo...! Ah, ya contestó!

— ¡Dame ese teléfono! ¡México! ¿¡Porque no contestas al celular, gonorrea!?

México alejó un poco el teléfono al escuchar tantos gritos, después suspiró para contestar con una alterada voz.

— ¡Cabrón! Son las 7 de la madrugada! ¿¡Que no duermen!?

—Es lo mismo que les dije! Pero no me hacen caso. — Exclamó Ecuador.

—Ya ya! A ver, hoy por fin es la graduación.Vamos para tu casa en un rato, parce. —Interrumpió Colombia.

— ¿A la mía? ¿Para qué? — dijo México, mirando el calendario pegado al refrigerador para comprobar que era el tan esperado día de graduación.

— ¡Pues para ayudarte a vestirte bien! Tienes que verte bien para Perú.

México se sonrojó completamente al escuchar el repentino comentario del venezolano, varias risitas se escucharon en la otra línea.

— ¡Colombia! ¿¡Les dijiste!? —Gritó el mexicano.

—Bueno parce, es que necesitaba ayuda para ayudarte. — admitió el colombiano entre pequeñas risas que trataba de ahogar.

México suspiró tratando de calmarse, ya no había nada que hacer, sabían el pequeño secreto de su amor hacia el peruano. El mexicano se recargó en la pared, sosteniendo el teléfono contra su oído usando su hombro mientras rascaba su abdomen con la mano derecha.

—Pues ya que. ¿A qué hora vienen?

—En cuanto Venezuela termine de comerse mi comida. — mencionó con molestia Ecuador.

—Estabas distraído. — dijo el venezolano en su defensa.

Los tres se despidieron de México y cortaron la llamada. México suspiró y subió a su habitación de nuevo, tirándose boca abajo a su cama. Ese día no habría clases, solamente tenían que asistir a esa fiesta. En teoría, debería de estar saltando de alegría por terminar finalmente la escuela, pero no era así. Sentía un nudo en su estómago que crecía conforme pensaba en la fiesta.

"Yo creo que Perú no te rechazaría."

Las palabras de su madre no salían de su cabeza. Pensaba declararse ese día, decirle a Perú finalmente todo lo que sentía y poder siquiera tener una oportunidad. Pero ¿y si era rechazado? ¿Realmente había posibilidad de no serlo?

Toda la mañana se la pasó pensando lo mismo, ni siquiera había tenido hambre reflexionando lo que podría pasar. Cuando menos se dio cuenta ya estaban tocando la puerta de su casa con insistencia.

No quiero ser tu amigo. [MexPer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora