Capítulo 11 🦋

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-¡Anda, déjame hacerte un tatuaje!

-¡Estas loca, Seulgi!

La chica comenzó a reír a la vez que seguía sujetando el brazo de Yoongi. A la distancia, Hoseok también reía divertido por el momento que pasaban los hermanos Min. De esa forma fue bastante predecible la razón de su visita, cuando Seulgi simplemente llamó de repente para pedirle que pasaran por su trabajo, pero seguramente Seokjin tenía algo que ver en eso. Y aunque ell fuera aún más baja se las estaba arreglando para ser una molestia, en palabras del mayor de los Min.

Ella solía ser la responsable de que en sus reuniones, luego de unas cuantas bebidas por parte de sus amigos, estos acabarán con piercings como lo era en el caso de Yoongi. Por su parte, Seulgi también había sido la artista de su extenso tatuaje, que había comenzado como algo pequeño o eso prometió y al final decidieron juntos extenderlo por casi todo el brazo.

No cabia duda de que en los Min el lado artístico era de sus mayores fuertes.

-Ni siquiera has visto el tatuaje antes de negarte, Yoongichi.

Giró a mirarla para transmitir más que nunca un rotundo no. Entonces, cuando creyó que su hermana se había dado por vencida, ella lo soltó y fue por una hoja de dibujo donde trabajó todo el día anterior y se acercó a él.

-Mira.

Yoongi tomó la hoja, rodando los ojos más que nunca antes de fijarse y atorarse con su propio aire.

-¿Es...?

-Sí. Sé cuánto te gusta él.

En ese momento no sabía si dirigirse a su hermana con una mal mirada o seguir completando el dibujo. Era literalmente la figura de Seokjin, la silueta dibujada de él dejando caer su rostro a la palma de su mano. En un recuadro donde era rodeado por rosas y la luna detrás de él.

Yoongi solía decirlo seguido, para él mismo, que Seokjin representaba a la luna en su vida. Y todo era en lineal, así que no sería fácil averiguar que el sujeto en el que se había inspirado no era otro más que su compañero de casa, de quien estaba enamorado.

Hoseok volvió a ser testigo de cómo las cosas daban giros. Cuando se tratase de Yoongi o Seokjin era muy fácil convencerlo si incluían al otro. Sin embargo, en esa ocasión podía ver un emoción distinta en el rostro de su hyung, y no era para menos. Tatuarse algo como eso sería casi una confesión de amor, llevándolo por siempre en su piel. Tenía un extraño brillo en su mirada, los dedos le temblaban emocionados tratando de perderse en algún punto de la habitación en lo que Seulgi desinfectada la zona de su torso donde lo tatuaria.



Yoongi se siguió mirando una y otra vez, posiblemente pensaba algo como que era un estupido y al mismo tiempo no podía ocultar su tan enorme sonrisa. Era su fotografía favorita de Seokjin y ahora la tendría por siempre.

-Te ves bastante feliz -mencionó Seulgi.

Él, sorprendiendo a todos, asintió.

-Es Seokjin después de todo.

Seulgi sonrió, esperando más que nunca con los dedos entrelazados que su hermano de una vez le pidiera al amable chico de quien estaba enamorado que fuera su novio. O lo haría ella misma.

-¡Seeulgi noona!

De repente la puerta principal es abierta directamente, dejando ver bajo el marco de la puerta a un chico alto y peligris que avanzaba con una gran sonrisa hasta detenerse como si hubiera pisado hielo.

-Oh, ¿Hoseok hyung?

-¿Taehyung?

Seulgi avanzó hacia el recién llegado y miró a Hoseok.

El no tan típico bad boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora