II

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A sus veintidós años, Jeon Jungkook era el más llamativo y atractivo de su trabajo. Era el director de una famosa empresa de diseño, la más destacada en toda Corea del Sur. Por eso, era natural que tuviera la atención de muchas chicas del personal y de fuera de él.

Jeon Jungkook llamaba la atención desde el primer momento que lo veías. Tenía una gran altura de 1.80 m y una complexión delgada, pero no demasiado, con una buena figura y piel tan pálida que podrías jurar que si hacía contacto con los rayos del sol, llegaría a iluminarse. Además, siempre tenía en su rostro una hermosa sonrisa llena de confianza que hacía lucir su perfecta dentadura. Sus ojos eran tan grandes y oscuros que resultaban llamativos, con un brillo natural siempre presente que los hacía tiernos. Tenía una nariz respingada y una mandíbula pronunciada que le daban un buen perfil digno de admirar, y sus labios eran abultados y siempre con un tono rojo que los hacía ver aún más carnosos.

Todo en él llamaba la atención. Era muy fácil de notar por su gran belleza. ¿Lo peor? Es que él lo sabía. Sabía cuántas chicas y chicos tenía detrás y era lo suficientemente inteligente como para tener planeado lo que quería hacer con cada uno. En su mayoría, sus víctimas eran mujeres.

No, no tenía nada en contra de las mujeres. Básicamente, era lo mismo que las otras personas, pero siendo hombre, era más fácil persuadir a algunas de las mujeres que lo miraban todo el tiempo.

Con pasos largos y desbordando una gran seguridad, se acercó a su oficina. Se formó una sonrisa en su rostro cuando la recepcionista lo miró de pies a cabeza con una sonrisa boba, y no tardó en guiñarle un ojo cuando la mirada de ella cayó en su cara. Sin duda, ella sería la siguiente.

—Lee Joonsun no ha llegado hace tres días, tampoco ha dejado alguna nota —dijo Min Sunli, una de las secretarias que le ayudaban con el papeleo de la empresa.

—Renunció —dijo él e intentó no sonreír ante el recuerdo que llegó a su mente, uno lleno de sangre, gritos y emoción.

—Pero no dejó ninguna carta de renuncia o algo parecido.

—Lo dejó conmigo. No se preocupe por eso, yo me haré cargo.

—Está bien, y sobre el puesto que falta, hoy llegó una participante y creo que tiene lo que necesitamos.

—Haz lo que quieras, Min Sunli. Solo asegúrate de que sea alguien linda.

Como era algo habitual en él, se encerró en su oficina después de guiñarle un ojo a Sunli.

Tenía mucho tiempo libre, ya que contrató hace algún tiempo a alguien que hiciera su trabajo cuando a él simplemente se le diera la gana de no hacer nada. Le daba más horas a sus pinturas que a su trabajo en la empresa, y no se arrepentía en lo más mínimo. Las únicas veces que le ponía más horas a su trabajo que a sus cuadros eran cuando se acababa la ración de sangre de cada víctima que tenía. Lo cual le duraba casi una semana, debido a su gran obsesión con pintar.

Así funcionaba él. Pintaba todo lo que recordaba de su víctima, como ojos, nariz, boca y expresión facial. No importaba si estaba muy ocupado o era muy tarde, simplemente eran sus normas y él sería el último en romperlas.

La chica con la que atentó hace días (tres para ser exactos) no era nada más ni nada menos que su secretaria personal. Tal vez no lo pensó demasiado a la hora de actuar, ya que no tenía a quien dejarle el trabajo que él no quería hacer para poder irse a casa temprano.

Pero todo tenía un riesgo. Se estaba quedando sin pintura la semana pasada y no tuvo otra alternativa que llevarse a Lee Joonsun a una pequeña cabaña (que había hecho uno de sus trabajadores a petición de él) para así poder terminar el cuadro que, hasta ayer, pudo terminar.

Solo le quedaba quedarse ese día haciendo sus deberes por sí mismo, lo cual no era difícil para él.

Lo que fue difícil fue tolerar a su nueva secretaria. Min Sunli había contratado en ese mismo instante a Ho Rajin y ella no había dejado de moverse de aquí para allá y hablar por doquier. Dudaba siquiera que la soportaría una semana. La chica era tan inquieta que llegaba a hacer que a él le doliera la cabeza.

Solo estaría hoy un día completo, los demás la dejaría sola haciendo todo su trabajo. Solo era para enseñarle el trabajo que realizaría.

Lo que sí le tomó un poco por sorpresa fue ver que el rostro de ella no se sorprendió al verlo. Normalmente, todas las chicas nuevas se sorprendían al ver su bello rostro e incluso lo miraban todo el tiempo. Ella no. Su rostro fue el mismo todo el tiempo, un rostro amable y lleno de energía que no hizo el mínimo gesto de simpatía a su físico como él hubiera esperado (o querido). Incluso parecía estar analizando las actitudes de Jungkook, pero este no le dio tanta importancia.

[desde qui empieza la historia bien, despues de esto saldrá como es la vida de Jeon Jungkook y pues espero que le entiendan y les guste. Este capitulo es necesario para la historia ^(ㅡ.ㅡ)^]

The Painter. -Kookv [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora