🔞Volkacio🔞

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De pie allí entre la entrada de la casa y el living, Volkov pasaba las manos por su cabello, tenso y nervioso.
-Horacio, creo que fue un muy desafortunado uso de palabras por mi parte, y le pido perdón, no era eso a lo que me refería. Soy un idiota, jamás he sido bueno expresándome verbalmente y le hice daño por mi estupidez.- estaba cabizbajo y su voz algo rota.
-¿Entonces?- irritado Horacio le pidió que continúe.
-Pues...yo me refería a que aún no somos nada, ¿me entiende?- fue interrumpido nuevamente sin poder explicar su punto.
-Vale, perfecto, entonces ese beso no significó nada para tí, me queda claro que fui solo un tonto juguete que usaste.-
-No, no, no! Horacio no es eso lo que quiero decir-
Ofuscado, Horacio no pudo evitar elevar el tono de su voz, gritándole dolido -¿ENTONCES QUÉ ES LO QUE QUIERES DE MÍ?-
Sin esperarse la respuesta sincera y abierta del contrario, quien ya desesperado y asustado le gritó de vuelta
- TODO! HORACIO- bajando la voz, prosiguió -De tí lo quiero todo, tus risas y tus llantos, tus triunfos y preocupaciones, eres tú lo que yo más adoro en este mundo-
Los labios del peliazul, chocando sin cuidado sobre los suyos le interrumpieron, causando que un gruñido saliera del ruso, quien no perdió el tiempo para rodearle con sus brazos fuertemente.
Era un beso desesperado, que les estaba dejando sin respiración. Los jadeos llenaban el ambiente de aquel cálido hogar. Horacio tentaba a Volkov introduciendo su lengua lentamente e invitándole a hacer lo mismo, comenzando así un húmedo y feroz beso.
Las manos del ruso, con autoridad propia, recorrieron la suave piel del moreno bajo su ropa, causando que leves suspiros abandonen sus labios ya hinchados. Con su tacto, repasó cada trazo del abdomen y pecho de aquel joven profesor, poniendo especial atención en sus ya endurecidos pezones. Un mordisco en sus labios por parte del de cresta le sobresaltó, sin embargo su respuesta no era lo que ninguno de los dos esperaba: Su mano derecha se había posado con vehemencia sobre el cuello del ya acorralado Horacio. Aquello asustó al propio Volkov, quien pensó haber atemorizado al contrario con su gesto dominante. Sin embargo, ese pensamiento se disipó instantáneamente al ver que el moreno alzaba su cabeza hacia atrás y mordía su labio mirándole directo a los ojos. Aquella sucia mirada cargada de deseo fue detonante de un salvajismo oculto en el ruso. Volvió a ejercer presión sobre su cuello besándole bruscamente, los gemidos que soltaba Horacio a causa de su rudo toque eran para él como el canto de sirena que le estaba llevando a la perdición.
Ya no había vuelta atrás, Viktor podía sentir como ardía todo en su interior, ansioso y expectante por probar cada centímetro de aquel hombre.
Entre ruidosos besos retiró la bonita camiseta amarilla que estaba usando el de cresta, bajando con lascivia por su cuello como un hambriento animal, devorando entre besos y mordiscos aquel expuesto trozo de carne mientras seguía ahorcándole aquella zona, provocando que sus labios soltaran desesperados jadeos.
Sintió como la mano del peliazul se posaba tímidamente sobre su ya dolorosa erección, haciéndole soltar otro gruñido al disfrutar de su delicioso toque, pero no le permitiría tomar el control, no por esta vez, quería ser él quien le hiciera llegar al cielo y de vuelta a los abismos del infierno.
Horacio trabajosamente quitó el cinturón de Volkov y estaba ya bajo la tarea de desabrochar su pantalón, cuando fue bruscamente tomado por sus muñecas, impidiendo todo movimiento. La ceja levantada de Viktor junto a su expresión cargada de lujuria y maldad le dejó sin aliento.
-Quién dijo que podías hacer eso?- Esa voz grave del ruso le envolvió como una caricia. Nervioso y excitado, intentó explicar -P-pero yo p-pensé que...- no pudo continuar.
En un rápido movimiento ya se encontraba con su rostro pegado a la pared, sostenido aún de sus muñecas por aquel hombre que le quitaba el aliento. Viktor había utilizado una rutinaria táctica de reducción para los detenidos, sin embargo, bajo éste contexto adquirió una connotación sensual y exquisitamente agresiva para ambos.
Horacio pudo percibir el cuero del cinturón que acababa de retirarle, rodeando sus muñecas e impidiendole un mayor movimiento. Soltó un jadeo ante la expectación, no entendía qué estaba ocurriendo, pero ciertamente deseaba que continuase.
Nuevamente fue volteado quedando de espaldas a la pared, Volkov tomó su mentón, elevando su rostro para volver a besarle con fiereza. Podía notar como el moreno se removía en su lugar inquieto y ansioso, gimoteando deliciosamente.
Separándose de sus labios espetó suplicante -Vik...por favor-
Ambos tenían sus mejillas tintadas de carmesí, sumado al vaivén de sus pechos con irregulares respiraciones.
Volkov se encontraba embelesado ante la caótica imagen de su rostro implorando por obtener más de él. Bajó su mano recorriendo cada centímetro de su torso hasta llegar al pantalón, el cual desabrochó sin demora, retirándolo en un veloz movimiento. Jugando unos segundos con el elástico del bóxer, también le despojó de éste. Tomó su brazo con suavidad y seguridad, y le llevó frente al espejo de cuerpo completo que se encontraba en aquel living.
En completo silencio, siendo únicamente rodeados por el sonido de sus galopantes corazones, se encontraban ambos frente a aquel gran espejo, el cual les permitía verse completos. Horacio, desnudo y sonrojado, con sus brazos inmovilizados en su espalda. Mientras Volkov se encontraba de pie tras él, aún vestido, procediendo a acercar sus labios al oído del de cresta, depositando suaves besos, lamidas y mordiscos, a la vez que oía nuevamente los dulces sonidos que escapaban de su boca.
Apoyó su cabeza en el hombro de Horacio, mirándole a través del reflejo mientras su mano acariciaba suavemente su piel canela.
-Mírate, eres tan hermoso- dijo hipnotizado ante lo que veía, provocando un mayor sonrojo en el contrario. Sus yemas comenzaron un recorrido constante por el torso del de cresta, pasando por sus brazos y volviendo en círculos. Horacio tenía su cabeza apoyada en el pecho de Volkov, con los ojos cerrados disfrutando y dejándose llevar, pero sentir sus labios nuevamente en su cuello le hicieron impacientar, la forma en que su lengua repasaba cada espacio de su sensible zona era más de lo que podía soportar. O eso creía.
Las caricias de Volkov fueron lentamente bajando por su cuerpo, sin apuros, hace rato para ambos el tiempo se había detenido, siendo sólo ellos dos en el universo, disfrutándose. El peliazul miraba anhelante sus movimientos, jadeando, y esperando que llegaran a su miembro, pero éste fue ignorado por el ruso.
Un gimoteo de reclamo salió de sus labios, llamando la atención de Viktor.
-¿Qué ocurre?- dijo fingiendo no entender. Los brillantes ojos del moreno le enviaron el mensaje sin necesidad de usar palabras, era obvio.
Lamiendo su lóbulo, preguntó -¿Quieres que me encargue yo de ésto?- posó su mano bajo la erección de Horacio, recibiendo un anhelante asentimiento impaciente que imploraba compasión.
Volkov soltó un escupo que cayó certeramente entre su mano y el miembro endurecido, comenzando a acariciarle con una lentitud exasperante y deliciosa. Escuchar el festín de gemidos que soltaba el peliazul podría hacerle venir en ese mismo instante.
Mientras le propiciaba aquel placentero roce jaló de su cresta para darse a sí mismo mayor acceso a su cuello y espalda, llenándole de húmedos besos y marcas.
Aceleró su movimiento sobre aquella erección deleitándose en el rostro de placer y estremecimiento de Horacio, quien mordía su labio inferior en un fallido intento por reducir sus quejidos y le miraba directamente a los ojos, brillantes de excitación y erotismo.
-Vik...por favor-
No se detuvo, no era ese su plan. Aumentó la velocidad con su mano, viéndole a los ojos mediante el reflejo. Ambos envueltos en deseo. Hasta que no pudo más. El de cresta se derramaba hermosamente en su mano y el espejo entre melodiosos gemidos, suspirando deleitado. Se quedó unos segundos apoyado en Volkov, calmando su respiración, hasta que se giró para tenerlo de frente. Le miró directo a los ojos, y aún con sus muñecas amarradas, bajó lentamente hasta quedar de rodillas sin perder la conexión en sus miradas por un momento. Esparció besos sobre el miembro aprisionado en el pantalón de Volkov, quien tomó otra vez la cresta de Horacio para alejarle momentáneamente. Pese a su imagen de serio e imponente, el ruso cayó ante los picantes encantos del peliazul. Todavía de rodillas, le miraba con ojos de inocencia que cargaban erotismo; sacó su lengua y recorrió por sobre su pantaló ese apetecible trozo de carne. Esta vez el jadeo fue soltado por el ruso, quien sin perder el tiempo, sacó su miembro del pantalón sin quitárselo, haciéndolo aún más sexy para Horacio que amaba verle vestido siempre formal.
Ansiosos besos fueron depositados en su erección, desesperándole en anticipación. Hasta que sintió su lengua acariciarle, delineando cada vena visible, tomándose todo el tiempo en ello.
Viktor mordía el torso de su mano para controlar los sonidos que emitía. Se sentía tan exquisito el húmedo y caliente toque de la lengua de Horacio, y verle allí completamente destapado a su merced le estaba fascinando.
Veía cómo su erección desaparecía deliciosamente en su boca. Con ambas manos tomó su rostro y tomó control sobre la velocidad de las estocadas, no aguantaría mucho más. Podía sentir como sus dedos de los pies se tensaban junto a la parte baja del estómago. Sus jadeos inundaban el espacio junto al sonido del vaivén que generaba la saliva en su miembro. Era inminente.
-Horacio...- con aquel quejido le indicó lo que ocurriría, soltando su cabeza para alejarse. Sin embargo, vió cómo éste continuaba aprisionándole con su cálida boca, y su mirada salvaje desde abajo le instó a quedarse allí. Por primera vez Horacio pudo escucharle gemir, deleitado por aquel sonido tan abrasador y feroz, recibió gustoso aquel espeso líquido con la boca completamente abierta y la lengua afuera, tragando todo junto a una sonrisa que logró dejar sin aliento al ruso.
La gruesa voz del comisario vibró en su interior -Eso es, buen chico- Viktor le tomó del mentón y de su brazo, liberándole de su amarre y dándole mimos para aliviarle.
Acarició delicadamente su mejilla, llenando de tiernos besos todo el rostro del peliazul, hasta llegar a su boca, uniéndose en un eterno beso cargado de sentimientos por parte de ambos, en silencio, y deteniéndose únicamente para verse a los ojos y sonreír, rozando sus narices cálidamente~

One Shots - SpainRP / InfamesRPWhere stories live. Discover now