Capítulo 1

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Un solo color invade toda la habitación, las paredes, el suelo, el techo, las sábanas de su cama, su ropa e incluso el baño es del mismo color. Gris.

No hay otro color distinto en aquella triste habitación, los únicos colores que hay existentes en ese sitio son unos inmensos ojos violetas y cabello blanco del pequeño que habita ahí.
Se encuentra sentado en el suelo, esperando a que una pequeña puerta se abra para salir de su habitación, está demasiado ansioso, emocionado y feliz, muy, muy feliz. Pues al fin, después de unos días, podrá ver a sus compañeros de nuevo.

Una pequeña bombilla se enciende, iluminando toda la habitación, haciéndola al menos un poco más "buena", eso emociona mucho al pequeño, pues es señal de que pronto la puerta se abrirá y deberá salir.
Un sonoro ruido se escucha y retumba por todo el sitio, la pequeña puerta se abre, es tan pequeña que ningún ser más alto de 1.60 podría caber por ahí.

Por suerte el chico mide 1.50 y es flexible, lo que lo ayuda a salir con más rapidez de su "caja". Apenas sale, se incorpora y es jalado bruscamente por una de las criadoras. Alta, amargada y robusta, quién lo guía hasta llegar a las duchas, en donde otros pequeños se lavan a si mismos con cuidado. Todos siendo vigilados por las criadoras, pues según ellas el cuerpo de aquellos chicos es la cosa más valiosa que poseen y deben cuidar que no se dañen por nada del mundo. Estaba realmente feliz de poder entrar y charlar con sus compañeros. Ninguno de los chicos pasa de los 16 años, y se ven incluso más menores por su lento desarrollo y cara añiñada.

El pequeño peliblanco tenía una gran sonrisa en su rostro al ver a todos sus amigos ahí, hasta que la criadora que lo llevaba no lo dejó entrar y volvió a jalarlo para hacer que caminará rápidamente. Ahora se encontraba en las duchas "mayores".

En las duchas mayores se encontraban los chicos de 17 años, los más mayores ahí, siendo lavados cuidadosamente por las criadoras. El pequeño se sorprendido mucho al ver cómo, al igual que a los otros, la criadora que lo llevaba comenzaba a desvestirlo, parecía tener prisa, pues ni si quiera le dejo lavarse como siempre hacía, sino que ella misma comenzó a limpiarlo, cosa que rara vez ocurría, al mirar al rededor pudo observar que los otros chicos estaban tocando su piel suavemente y admirandose en el espejo, cosa que hizo extrañar aún más al pequeño.

Su criadora pasaba la esponja suavemente por su piel, intentando no raspar al pequeño ni causarle alguna molestia, estaba siendo realmente cuidadosa con él, cosa que no era desde hace bastantes años.

- Madre, ¿Qué pasa?, ¿Por qué me ha traído aquí? - Pregunta el pequeño peliblanco inocentemente, sin saber lo que ocurría.

- Hoy vendrán los Alfas de más alto rango de todo el imperio, todos los omegas mayores deben de estar bonitos y adorables para ser llevados.

El pequeño se sorprende al escuchar a su "madre" decir aquello.
Todas las criadoras eran llamadas "madre" por los Omegas, pues estás los cuidaban desde su nacimiento hasta la fecha de entrega.

- Pero madre, yo no... aún no cumplo la mayoría de edad. - Contestó alarmado el chico.

- Eres el mejor de mi piso, así que deberías estar orgulloso por estar listo un año antes de la mayoría de edad.

Las encargadas de los pisos se encargaban de cuidar algunos omegas, por lo general 5 o más, mientras más cuidado y educación les den, hay más probabilidades de obtener un Omega de mejor calidad y eso significa subir de piso y obtener un lugar más alto en aquella sociedad llena de alfas y betas. Aquella chica alta, amargada y robusta había criado al pequeño peliblanco y sin duda había hecho un gran trabajo en ello, convirtiéndolo en el Omega de la más alta calidad ese año.

La criadora del pequeño no tenía a ningún Omega más grande que el peliblanco en edad y no iba perder la oportunidad de subir de rango solo por la corta edad del pequeño.

La Debilidad Del Duque (+18 gay)Where stories live. Discover now