Capítulo 3

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Izuku temblaba de rabia al ver cómo el oso Alfa, que se suponía debía cuidar a su manada, mataba sin remordimiento a su propia especie que acababa de ver el mundo con sus pequeños y saltones ojos; un pequeño ser que luchaba por vivir con sus escasas fuerzas.

Pero esa era la realidad.

Los de mayor fuerza y poder eliminaban a sus enemigos a sangre fría, todo por preservar su posición, todo por su poder. Para al final del día llevar unos ojos fríos por sus actos y marchitando el corazón del ser avaro.

Ese era el peso de la corona.

Lo más razonable era alejarse de aquella realidad con los puños cerrados por la frustración pero con sus vidas intactas, eso era lo más asertivo y razonable. Pero ambos jóvenes ignoraron su instinto y saltaron al mismo tiempo para rescatar al osezno que ya no mostraba señales de vida, tan sólo desprendiendo el olor a sangre que se impregnaba en las fosas nasales de los jóvenes que ahora atacaban al gigantesco oso.

—¡Llévatelo!— gritó el cenizo mientras entregaba el osezno al menor y se defendía como podía del oso Alfa.

—¡No sabes lidiar con estos animales!— esquivó las garras que estuvieron por abrirle el estómago con facilidad— ¡Tu trabajo es llevarlo hacia el oeste y dejarlo ahí, nada más!

—¡Yo no recibo órdenes de un salvaje omega!

La manada de osos, conformada por puras hembras, tomaron a los oseznos recién nacidos del pescuezo y salieron aterrorizados de ahí, sólo una hembra quedó.

Izuku se acercó a la osa que lo miraba con recelo y le entregó a su cachorro malherido pero que aún respiraba con dificultad, tal vez podría vivir.

—Aún está vivo, vayan al refugio cerca de la cascada.

La osa tomó a su cachorro y desapareció entre los árboles. Mientras más rápido llegara al refugio más posibilidades había de que el osezno sobreviviera.

El pecoso miró sus manos ensangrentadas, la sangre del pequeño animal se había impregnado en sus pálidas palmas. Cerró fuertemente sus manos y se giró hacia el escenario frente suyo.

—Como pudiste lastimar...¡Cómo pudiste lastimar a tu propia especie!

El oso, que había estado entretenido tratando de matar al cenizo, giró su cabeza hacia el dueño de aquella voz aguda mezclada con notable ira.

—¡Vamos, ven!— gritó el omega mientras extendía sus brazos— ¡Qué esperas!

Katsuki frunció el ceño al escuchar las palabras del peliverde, ¿qué trataba de hacer?

Un gruñido gutural salió de la desgastada garganta del gigantesco animal, dejó de lado al estático príncipe y sus pupilas se dirigieron a un blanco fijo, uno de inusual cabello verde.

—¡No hagas estupideces!— gritó en cuanto entendió el plan del menor.

—¡Vete de aquí!— sus próximas palabras hicieron que el contrario se quedara estático:—Ya..¡Ya no te necesito! ¡Vete!

Después de decir aquello sacó su daga y empezó a correr hacia el oeste, oso de al menos seiscientos cincuenta y cinco kilogramos tras él.

Katsuki se quedó en el mismo lugar, espada en mano y con pensamientos conflictivos dentro de él.

Dijo que me fuera.

Ya no tenía a un salvaje omega sobre él obligándolo a hacer locuras que ponían en riesgo su vida, ya no había algo que le impidiera volver a casa, a su perfecta vida en el castillo y bajo la ala protectora de sus padres.

CACERÍA BAJO LA LUNA [KatsuDeku]Where stories live. Discover now