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-—Te estoy diciendo que estás cortando mal los putos vegetales, Cola de Caballo.

—Te estoy diciendo que me dejes en paz, Bakugo.

—Míralos, Mo. Como siempre, te haces la difícil— la Yaoyorozu no levantó la mirada de su libro y asintió a la nada.— ¡Eh, no me ignores, joder!

—Lenguaje, querido.

—Linguiiji, quiridi.

Yaoyorozu mayor se levantó del sillón.

—Estoy molida. Me voy a dormir. Katsuki, cielo, ¿vienes?

El mayor negó con la cabeza.

—No— contestó el menor, Kirishima, Denki y Sero estallaron en risas.

—¡JAJAJAJAJA “Katsuki, cielo, mi vida, pimienta de mi corazón”! ¡Te vienes a la cama, queridísimo, uwu!— exclamó Denki. Sero se sujetó la barriga y Kirishima se limpió las lágrimas de la esquina del ojo.

—¡CALLA LA JODIDA BOCA, PUTO PIKACHU!

Los tres huyeron, sus carcajadas se oyeron desde las escaleras. Yaoyorozu mayor rió.

—Buenas noches entonces.

—¿No cenas?— preguntó el Bakugo de veintipico años.

—Por supuesto, despiértame cuando sea la hora de cenar. Buenas noches he dicho.

Katsuki mayor rió ante las palabras y negó con la cabeza.

—¿Qué se suponía que hacíamos para divertirnos, aparte de escaparnos por la noche a bares aburridos?

—Ehh, no habléis de eso delante de mí, al menos. Recordad a la vicepresidenta, por favor— murmuró Yaoyorozu, mientras seguía cortando cebolla y pimiento para la cena. Haciendo básicamente un desastre.

—Ven, Cola de Caballo— habló Bakugo joven, tirando de sus manos.— Relaja los codos o te cortarás. Pon el cuchillo de forma vertical y usa el codo para moverlo, no la muñeca. Es rápido y jodidamente mucho menos difícil que la mierda que intentabas hacer.

—Niñato, trátala bien en mi presencia— habló Bakugo mayor, mirando la escena. Yaoyorozu se sonrojó con una pequeña sonrisa.

—Debería ir a prepararme para la cena. ¿Podríais vigilar las verduras?— preguntó la de pelo negro, ambos Bakugo asintieron.— Muchas gracias.

—¿No hay beso de gratitud?— preguntó el mayor, Yaoyorozu se sonrojó y básicamente echó a correr.— Ah, mierda. Creo que es pronto.

—¿El qué?— preguntó Bakugo menor sin hacer caso, removiendo las verduras.

—Cuando nos damos cuenta que estamos enamorados de ella.

—¿ENAMORADOS? ¡NI EN UN MILLÓN DE AÑOS! ¡E—ES UNA MALDITA SABELOTODO, UNA JODIDA REPIPI! 

Ambos se miraron, uno sorprendido y aterrorizado y el otro con una sonrisa.

—Exacto.

—Te odio.

—Lo sé.

El Bakugo menor solo refunfuñó, demasiado orgulloso como para compartir sus pensamientos al respecto.

El tiempo pasó con rapidez para ambos, en silencio y con sus propios pensamientos. Bakugo todavía tenía la cabeza hecha un lío.

Tenía que aguantar el hecho de que la misma semana en la que estaba aclarando sus sentimientos por la repipi de Yaoyorozu, su versión adulta (una puta bomba, si se le permitía decir) aparecía casada a él.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2021 ⏰

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