capítulo 28

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Su memoria fue regresando poco a poco; primero fue él, empezó a recordar cada beso suyo, cada caricia, la forma en que le hacia el amor, todas esas veces que fue una tonta, todos los abrazos, cada mirada; después recordó el accidente, el dolor, el último pensamiento; la boda de su mejor amigo que desafortunadamente se había suspendido por su culpa; luego su familia, su madre, su hermana, su cuñado, su sobrino; empezó a olvidar la oscuridad en la que había estado atrapada, el único recuerdo que se había quedado con ella fue el momento que abrió de sus ojos y el ángel parado a su lado. Ella estaba contenta de abrazar a su hermana, de ver a su cuñado, pero sobre todas las cosas, estaba más feliz por la mano que aun sostenía con fuerza la suya.

— Jamás volverás andar sola, ¡Nunca!— Camila miro la habitación llena, estaba Gonzalo y su novia; su hermana, su cuñado, incluso la familia de Damian, su padre y madre; sonrió tontamente y bajo la mirada, se sentía culpable por preocuparlos.

— Mejor aún, jamás volverás a salir. — Contesto su ángel, sonriéndole dulcemente. Todos rieron, era una carcajada grupal llena de júbilo.

— Perdón por todo. — Se disculpó, mirando a cada uno, quienes aún sonreían felices, nunca hubiera imaginado que fuera importante para tantas personas, antes solo podía sentir que su madre era la única persona que la amaba y al haberse ido se quedó sola.

— Fue un terrible accidente, no fue tu culpa, estoy feliz que estés de vuelta. — Daniela acarició la pierna de su hermana, Camila le sonrió, aun se sentía un poco desorientada.

— También yo estoy feliz de poder verte de nuevo. Camila sonrió a su hermana, soltándose de Damián estiro su brazo para alcanzar su mano, Daniela la sostuvo, entrelazando los dedos con los de su hermana. —

Miró al ángel que al haberse desprovisto de su toque, busco su otra mano libre entrelazando los dedos con los de ella, a estas alturas sabía muy bien que era Damián pero aun no podía dejar de llamarlo así para sus adentros, él la miraba, tan fijamente como ella, recordó aquel beso al despertar, fue tan hermoso que calentó su corazón, y también el rostro, ¿Estaba todo bien ahora? Quería preguntar, también recordó la última charla que tuvieron antes del accidente, pero en este momento aquel hombre parecía haber desaparecido, el rostro de Damián estaba sonriente, sus ojos brillantes, no había amargura, la discusión parecía haber sido una oscura pesadilla.

— ¡Bien la hora de la visita ha acabado!— anunció el médico Vázquez que entraba a la habitación para verificar a la paciente, Camila agradeció al doctor, quería estar a solas con Damián, era un pensamiento egoísta pero realmente solo podía verlo a él, estaba pendiente de él en todo momento, de su respiración, del calor de su piel, de su olor, de sus dedos, no podía evitarlo, tenía miedo que en un descuido él se alejará nuevamente, ante tal idea se aferró con más fuerzas a esa mano, llamando la atención del chico que enarcó una ceja cuando sintió la presión de su agarre.

— Yo me quedare un poco más, no te preocupes. — susurró cerca de su oreja, y se alejó dejándole un húmedo beso en la mejilla, ella asintió pero no aflojó su agarre.

— Estaré mañana temprano. — Dijo Daniela, se acercó y le besó la frente, los demás solo pudieron tocar su mano, el papá de Damián también besó su frente, en cambio miro como doña Maricela se alejó en silencio. Aquel acto la hizo sentir nuevamente culpable, ahora era obvio que estaba enamorada de su hijo, ella traspiraba el amor por Damián a cada instante sin molestarse en ocultarlo, y el joven médico hacía lo mismo, en pequeños instantes acariciaba su rostro, besaba sus dedos o la llamaba "mi amor" como si fuera la cosa más natural entre ellos dos, realmente no le molestaba, de hecho estaba feliz por eso.

— No abuses de la paciente Damián, necesita descansar. Dijo el médico antes de salir de la sala. El joven sonrió nuevamente.

— Estamos solos. — Dijo Damián a Camila cuando el médico Vázquez abandonó la habitación. Miró como el ángel se ponía a su alcance, Camila sonrió como niña en día de navidad, rápidamente acerco sus labios a los de él, deseosa por besarlo, nuevamente sintió que su corazón se calentaba tan solo con el rose de su boca, gimió, abrazándose a su cuello, ella se deleitó de la maravillosa sensación de estar viva. Estoy en el cielo, pensó, ¿Cómo podía sentirse tan dulce unos besos?

Tuya para siempreNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ