Pobre Sordo

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Cuando Atsushi entró por primera vez a trabajar, no de había imaginado que en esa cafetería lograría conseguir más amigos de los que esperaba tener. Los meseros de la cafetería eran algo extraños, pero aquello no le molestaba, se la pasaba genial junto con sus nuevos amigos. En Mayo cumpliría sus dieciocho, y al fin podría trabajar de manera seria en esa cafetería.

Todo habría estado normal si no fuera porque un azabache decidió venir todos los días viéndolo tocar el piano.

No le molestaba el hecho de que le viera, estaba claramente ya acostumbrado.

Lo qué le molestaba era no entender el porqué el también le miraba y le dedicaba sonrisas cuándo tenía oportunidad.

Ni siquiera habían hablado y no llegaba a  comprender el por qué de su repentino interés en ese sujeto.

Dejó de darle vueltas a el asunto y se dedicó a prepararse para dormir.

Mañana era sábado y esos días la cafetería no abría, podría pasársela con sus amigos.

Tal vez salir con Kenji y Ranpo, pensó ideando planes para tener un día genial mañana, cerró los ojos un momento y, sin darse cuenta, este se había quedado dormido y el ruido del despertador se lo hizo notar.

Se despertó, se cambió y buscó su teléfono para hablar con sus amigos, para saber si querían salir de paseo.

Para su infortunio, todos le dijeron que estarían ocupados hoy.

Bueno, iría solo al parque hoy, objetó para sus adentros. Se dirigió a la puerta y tomó sus llaves y salió directo al parque más cercano.

Jamás pensó ver a ese azabache ahí, sentado en una banca, tan sereno, a juzgar por su cara tan pálida, pensó que ese chico era un vampiro.

Era su oportunidad para entablar una conversación.

- Hey - mencionó tratando de llamar la atención del joven.

Ignorado.

- Hola- dijo nuevamente.

Ignorado otra vez.

- Oye - dijo algo enojado mientras se acercaba a este por detrás de la banca.

Estando en una distancia cercana, se acercó para poner su mano encima del hombro de aquel chico quien hacía oídos sordos a sus llamados.

El azabache se exaltó al sentir a alguien tocando su hombro, volteando como pudo y sorprendose al toparse a aquél pianista de la cafetería.

- Hola - soltó triunfante, al fin había logrado llamar la atención de ese muchacho.

Pero el contrario no estaba feliz, para nada, estaba asustado tratando de descifrar lo qué le habían dicho.

- ¿Q-qué? -

Ese chico era raro, se notaba ha kilómetros qué estaba incomodo y no entendía el por qué.

- no puedo escucharte -hizo señas con sus manos.

Atsushi no comprendía que trataba de decirle, pero sus expresiones decían que estaba apenado.

- Y-yo no tr-aigo mi aparato auditivo - habló como pudo.

Había asustado a un muchacho sordo.

Dios, que vergüenza.

- Yo-lo-sien-to - dijo entre sílabas para intentar que aquel chico le entendiera.

- te perdono o lo que sea - movio sus manos y se dedicó a retirarse.

Se sentía estúpido, ni siquiera sabía si las señas que hacía con sus manos le estaban insultando.

Pero, almenos habían hablado, si es que se le puede llamar así. Y eso significaba que ya no eran tan desconocidos, claro, no sabía su nombre, pero sería más fácil acercarse la próxima vez.

- Chuuya, ¿viste eso?, fue patético. - habló un castaño tratando de contener las risas.

- Deja de molestar al mocoso Osamu - dijo con seriedad fingida, tratando de contener una fuerte carcajada.

- ¿D-desde cuando están aquí? - preguntó el heterocromatico, sonrojado por la pena.

- desde que el sordo se asustó de ti -

Suspiro más calmado

- ¿porqué están aquí? -

- Chuuya ama las flores, ¿y quién soy yo para negarle la felicidad a mi ser amado? -

-¡ Eso es mentira! - Exclamó chuuya uniéndose a la conversación.

- El plan era salir solo pero Osamu me empezó a acosar - continuó.

- detalles más, detalles menos - interrumpió Dazai.

- el punto es que asustaste a un pobre chico sordo - pronunció cambiando de tema y con pena fingida aquel castaño

- creí que eras más respetuoso - continuó con su acto

- ¡Yo no lo sabía! - contraatacó

- ¡Si no sabes nada de alguien no te le acercas de manera imprudente! -

- ¡Yo siempre soy imprudente! -

- ¡Ya lo noté! -

Seguían discutiendo, Dazai siempre se comportaba de una manera infantil a pesar de ser mayor que su amigo Nakajima.

- ¡Joder!, dejen de pelear ambos. - grito el pelirrojo llamando la atención de los dos muchachos en el parque.

- Si Atsushi, deja de pelear, enfadas a mi perro - dijo el mas alto.

Después de esa fatídica mañana , regresó a su departamento, para recostarse y ver televisión. Esperando el inevitable lunes




































Melodía Al Corazón 𔘓 ShinsoukokuWhere stories live. Discover now