Sus ojeras eran notables en su rostro, tan oscuras como la noche, noche que no descanso como era costumbre. Era su segundo día y no tenía idea de lo que sus manos hacían, se movían en automático, siempre siguiendo las instrucciones de la mujer vestida en blanco, misma que lo despidió en el hospital.
Seis de la mañana y de fondo el sonido agudo de gritos fusionado con llanto.
Comprobo si la leche estaba bien, dos gotas sobre su muñeca y su lengua para saborear, aún siguiendo las órdenes al compás de la letra, no queriendo poner en riesgo a su hija.
La alzó en sus brazos y sostuvo su biberón, ayudando en lo que único que puede hacer en momentos así. Atento a la succión de las débiles encías y a sus brazos que sostenían tan frágil cuerpo.
Sonriendo ante la tranquilidad que emana aquel silencio no tan silencio, pero aún así tan milagroso para él.
Ya estás tranquila.
Susurra mientras besa la pequeña frente, provocando que aquella mirada azul se posará en su robusto rostro. Grandes diamantes que lo admiran con curiosidad.
Inosuke soltó un bostezo a medida que el tiempo pasaba. Realmente no demoraba mucho, pero era aburrido observarla, con sus párpados cerrados y gozando de su leche. Tranquila.
Por el día quería admirarla, con esa mirada azul, tan similar a la de su esposa. Heredó todo de ella he Inosuke no se queja.
Y tras terminar con su labor de padre, la acomodo de nuevo en su cuna, sumido en la calma que emana de todo a su alrededor.
Una vez más revisa el folleto que recibió, este vino junto a las flores y cartas de consolación por la inoportuna despedida de Aoi.
Es importante, por favor, asista a unas clases.
La paternidad no es sencilla.
Hágalo por ella.
Esas y más palabras. Incipiente ayuda que no pidió pero que ahora lo salvan de muchas situaciones. Tomo una mochila y empezó a guardar lo necesario, pañales, ropa, diferentes jabones y muchas cosas más, de todas desconocía su uso.
Eligió el bien de su hija por sobre la vergüenza, (porque sabe que la tendrá), e ingreso por una de las puertas de aquel club, la que brillaba con el nombre de Primera Maternidad.
Pero. Qué. Mierda.
—Veamos una prueba con nuestro recién llegado— canturreo la mujer. La más vieja y la "lider" de aquel lugar.
Lo señalaba, entre las varias chicas que allí se encontraban, él era tan fácil de distinguir por varias razones.
Desde que llegó le agarro un poco de desprecio hacía aquella que se empeña tanto en llamar su atención.
¿Es por qué era un hombre? ¿Será por nuevo? No creé que se han enamorado de su persona. Tampoco tiene ojos para mirar a las mujeres, aún se encuentra de luto, y por respeto se mantendrá así.
Se paró del suelo y se posicionó frente a la clase, sosteniendo en brazos a su niña y atento a las instrucciones.
—¿Qué es lo importante a la hora de cambiar un pañal?.
Inosuke trago grueso, sabe la respuesta pero no sabe cómo explicarla.
—Buena posición, el bebé debe estar cómodo, porque si no lo está, se removerá y creará problemas— dudó un poco, no es un experto a la hora de explicar— También hay que tener cerca el pañal, toallas húmedas, algodón y crema, talco.
La mujer aplaudió en felicitación y con ello la clase finalizo.
Antes de retirarse vio como su niña era el centro de atención entre aquellas madres, llamativa por su mirada azul y mejillas rosas.
Sonrió con pena cuando la halagaron de más, es tan tierna, única, linda, es una princesa, de grande será muy hermosa, esas y más palabras que demoraron a Inosuke unos 10 minutos.
Si Aoi estuviera en su lugar, presumiriá todo los dotes de su hija, sin centimo de sentir vergüenza, orgullosa desde la punta de su nariz hasta su calzado. . . . . .
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¡Hola! Esto es algo en lo que estaba trabajando para mejorar como escritora, y no me importaría que como lector o escritor con experiencia me digas que te pareció o si debo mejorar en algo, gracias <3
