Capítulo XI

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Ya había pasado una semana y la madre de Yoongi estaba de vuelta en casa, ahora sin el idiota del que se hacía llamar su padre.

Era un sábado, por lo que ya debía empezar con la demanda hacia ese demente que su madre tenía por esposo, lo demandaría sí o sí, no podía dejar esto así nada más, estaba furioso de ver a su madre así, con una casi cerrada cicatriz en su hermosa pierna.

Los doctores le habían dado una receta con cuidados que debía seguir para que la herida pudiera cerrar correctamente, Yoongi estaba dispuesto a ayudar a su madre en todo, aún dudaba si ya debería regresar a la universidad, pero si su madre lo necesitaba, seguiría faltando, ya vería luego como recuperarse.

—Mamá, aquí está el agua. — Entró a la habitación con una bandeja de agua tibia, ésta era para limpiar su herida con una gasa humedecida, la colocó en el buró y se sentó en la orilla de la cama.

—Gracias hijo. — Le sonrió.

El menor tomó un cojín y lo puso debajo de la pierna de su progenitora, así estaría elevada y sería más sencillo limpiarla, mojó un poco una gasa y empezó a limpiar aquella herida con sumo cuidado, temiendo lastimar a su madre.

—Hijo, ¿cuándo volverás a clases? Has faltado mucho, yo puedo cuidarme sola. — Lo miró.

—Madre, no pienso regresar hasta que estés bien. No puedes levantarte porque no debes apoyar la pierna, y no vengas con que usarás las estúpidas muletas, me quedaré contigo hasta que ya estés totalmente recuperada, ya veré después como recupero todo lo perdido en la universidad. — Habló con un tono decidido.

—¿Pero quién te ayudará con eso? — Su madre preguntó extrañada, puesto que no tenía amigos, sólo uno y definía que no eran muy cercanos del todo, además, los profesores no le ayudarían con eso.

—No lo sé, eso lo veré luego. — Siguió limpiando. —Listo, terminé. — Se levantó y se llevó la bandeja hacia el baño, para regresar con su madre.

—Ven aquí mi pequeño. — Golpeó un poco su costado en la cama.

El pelinegro se acercó y se recostó a su lado.

—¿Cuándo harás un amigo de confianza? — Dijo mientras acariciaba sus cabellos.

—Mamá, no sigas. No creo volver a tener otro amigo como lo era Kai, ese bastardo me engañó, todos son iguales. — Bufó, cerrando sus ojos ante el relajante tacto en su cabeza.

—Está bien. — Suspiró.

Espero que este chico pueda cambiar la vida de mi hijo, se nota que es una buena persona, aún sin conocerlo, sé que puedo confiar a mi hijo en sus manos, confío en que no le hará daño nunca. — Pensó, recordando al pelirrojo.

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—¿Hobi? ¿A dónde vas? — Pregunta la mayor al ver que el menor estaba a punto de salir muy temprano de casa.

—Oh, siento haberte despertado.

—Aún no me respondes. — Frunció el ceño. —Es sábado, y dudo mucho que debas ir a la universidad hoy.

—Está bien. — Suspira. —Voy a casa de Yoongi Hyung

—¿Qué harás allá? — Ladea la cabeza.

—Bueno, no lo sé. Sólo quiero ver si puedo ayudar en algo

—¿Tanto te preocupa tu Hyung? — Sonríe.

—Es que, siento que él es triste, no tiene amigos y quiero que al menos sonría. — Baja su cabeza un poco afligido.

—Tranquilo, seguro lo lograrás. Ahora anda y ve, si llegarás tarde procura decirme

Mi chico de ojos morados {YoonSeok} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora