4

1.5K 181 17
                                    








Se vino un nuevo día para los empleados de Ecomoda.

Las puertas del ascensor dejaron ver a una Beatriz apurada por llegar a su oficina. Pero como no podía ser de otra forma, las secretarias la retuvieron al entrar a Presidencia.

— Betty, cuente a ver. ¿Qué pasó cuando doña Marcela entró a Presidencia? Salió de ahí hecha una bestia– habló Bertha.

Beatriz sintió un escalofrío recorrerla al pensar en lo que había pasado. El miedo y los nervios se apoderaron de ella.

— No pasó nada. Déjenme pasar, que tengo que trabajar.

— Ah no, usted no se puede ir sin decirnos– la detuvo Sofía al tomar a Betty de un brazo.

— Sofía no es momento para eso. No quiero hablar del tema– pidió Beatriz.

— Seguro vió una foto o alguna evidencia de la amante de don Armando– exclamó Bertha con asombro.

— Claro que vió algo, salió furiosa, hasta el maquillaje lo tenía arruinado por haber llorado.

— Les aconsejo que vuelvan a sus puestos de trabajo en lugar de meterse en mi vida privada. No habrá una segunda advertencia antes de ser despedidas.

La voz de Marcela se hizo presente ante las tres mujeres. La Valencia buscó la mirada de Betty, quien la evitaba a toda costa.

— Beatriz la espero en mi oficina. Hay un asunto pendiente entre las dos.

Sin más, Marcela se retiró directo a su área de trabajo, dejando sorprendidas a las secretarias, pero no a Betty.

— ¿Para qué la habrá llamado, ah? Hay algo que usted no nos quiere contar, ¿verdad?

— Así es, Bertha. Y no insistan porque no voy a decir nada.

Betty siguió el camino a Presidencia para dejar sus cosas, y luego dirigirse a la Gerencia de puntos de venta.








— Ay Marce, es que tienes que apoyarme– imploró una rubia a la Valencia.

— Ay Patricia– le respondió igual– si te doy más dinero, nada cambia. No me pidas, no tienes dignidad.

— Marce tú tienes todo en charola de plata y no te preocupas por tu amiga pobre. ¡Ayúdame, Marcee!– volvió a pedir en un berrinche estresante.

La puerta se abrió dejando ver a la asistente de Armando. Ella miró tímidamente a las dos mujeres dentro.

Marcela le dió un rápido vistazo para luego dirigirse a su amiga.

— Patricia, vuelve a tu puesto de trabajo. Ya pensaré cómo ayudarte.

Patricia la miró atónita, pues nunca se esperó ver a Beatriz buscando a Marcela.

Salió sin decir nada, y con la mente en Shock se dirigió a su escritorio.

— Oiga peliteñida, ¿para qué doña Marcela llamó a Betty a su oficina?– preguntó sin rodeos la secretaria de Mario Calderón.

Patricia salió de su trance.

— ¡A usted no le interesa! ¡Mejor trabaje mijita, en vez de estar metida en sus chismes haga algo de provecho!– exclamó con desagrado.

— Ya ve Mariana, le dije que no nos iba a decir– susurró Sandra a su compañera.







— Cierre la puerta y siéntese Beatriz– habló Marcela sin despegar la vista del papeleo sobre su escritorio.

Betty obedeció. Miró fijamente a la mujer frente a ella, esperando el momento en que comenzara a hablar.

— Le pedí que viniera para disculparme con usted– dijo mirándola también– no debí reaccionar como lo hice.

Betty soltó un suspiro y acomodó sus gafas al mismo tiempo. Incómoda.

— Doña Marcela, no se disculpe. Y-Yo me lo merecía– bajó su mirada.

Marcela frunció el seño, pues no era la respuesta que esperaba de parte de Betty.

— Yo no debí... M-Meterme con un hombre comprometido. Estoy muy apenada Doña Marcela, yo lo siento mucho.

La voz de Beatriz volvía a sonar apagada y arrepentida. Marcela dudaba en si comenzar a preguntar, o comenzar a proponer.

Un silencio incómodo de un par de segundos fue roto por la Valencia.

— Mire Beatriz... Yo, quisiera que usted me explique todo esto. Yo necesito saberlo– la misma mirada que Marcela tenía el día que comieron en Le Noir se hizo presente.

Como si le rogara por hablar.

— Está bien, Doña Marcela. Le contaré todo.

Divina (Betty×Marcela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora