CAPÍTULO 10

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Isabel.

Veo con paciencia como el vídeo se termina de cargar solo para que pueda darle click al botón de "Listo" y subirlo al canal. Sé que por la diferencia de horario muchos lo van a ver hasta dentro de unas horas, pero considerando que Ella vendrá en dos horas, no puedo subirlo después.

Cierro la computadora con rapidez cuando escucho unos golpes en la puerta al mismo tiempo que me llega un mensaje. Indecisa de que hacer primero, me quedo quieta en mi lugar por unos segundos, obligando a mi cerebro a procesar las cosas y actuar.

-Isabel, es Ella- dicen, desde la entrada.

Mis ojos caen a mi celular cuando otro mensaje llega. Solo cuando lo reviso es que me doy cuenta que son de Ella avisándome que llegó antes. Me pongo de pie, rodeo el sillón blanco y me dirijo a la puerta.

-Nunca llegas temprano- digo, en forma de saludo-. ¿Y ahora llegas dos horas antes? Ni siquiera me he bañado.

-Lo sé- me sonríe, pasando al apartamento-. Hueles mal.

-Con todo cariño, Ella, puedes irte al demonio- cierro la puerta mientras ella comienza a quitarse la chamarra roja que resalta su piel. Estamos a menos ocho grados y yo no podría estar más feliz.

-Solo si vas conmigo.

-Odio el calor- respondo, siguiéndola-, así que no.

-Pero irías conmigo- me voltea a ver, fingiendo sorpresa.

-Lo lamento- me cruzo de brazos-. Sigue siendo un no.

-Ya no me caes tan bien- se deja caer en el sillón.

-Ni tú a mí. Tenía planeado dormir un poco, ¿sabes?- camino hasta su lado y la obligo a que se mueva para que me pueda sentar.

-No me importa, no podía aguantar un segundo más en ese apartamento. Necesitaba un respiro.

Mi entrecejo se junta mientras la veo. El brillo en sus ojos parece disminuir una vez que las palabras dejan su boca.

- ¿Qué pasó?- pregunto, preocupada.

- ¿Recuerdas el incidente que te conté el viernes?- me mira. Yo asiento con la cabeza, indicándole que continúe-. Bueno, no está enojado, ni siquiera molesto.

- ¿Y eso es malo?- mi pregunta refleja toda la confusión que siento.

-Demasiado- pone sus brazos sobre sus ojos, bloqueando la luz.

-Ella, si no está enojado contigo, creo que es algo bueno.

-No lo es- se queja-. Me trajo donas esta mañana, Isabel, donas.

- ¿Y no te gustan las donas?- pregunto, cada vez más perdida.

- ¡Me encantan las donas!- retira los brazos de sus ojos para verme a los ojos. Mi pecho se comprime al verla al borde de las lágrimas-. Me encantan las donas- susurra-. Ese es el problema. No le importa, Isabel. No le importa que estemos mal.

-Ella, yo creo que está tratando de estar bien contigo. Me dijiste que el viernes te invitó por café- digo, y ella asiente con la cabeza-. Y me dices que se la pasó riendo y bromeando.

-Pero está distinto- reprocha-. No es Jayden.

-Ella- digo con delicadeza, pensando en como seguir lo siguiente sin afectarla tanto-. Una persona puede cambiar mucho en un año. Tal vez sí es Jayden, solo que no el que tú y yo conocíamos.

-No- se pone de pie abruptamente-. Lo conozco mejor que a nadie. Como era antes conmigo ahora lo es con Adelaide.

-Ella, no se hablaron en mucho tiempo.

¿Y si leemos juntos?Where stories live. Discover now