George y Ringo caminaban tranquilamente por la calle, pero obviamente, disfrazados, no estaban de humor para que unas chicas locas les estén correteando. Ademas, era un dia hermoso; el sol radiaba bellísimos rayos de esa luz cálida tan abrazadora, los pajaritos daban sus dulces tonadas, los arboles bailaban delicadamente junto con la suave brisa del viento.
Era por decirse así: un dia perfecto
- Tengo hambre - anuncio George.
- ¿Como? Si acabamos de comer...-
- Si, lo se, pero eso fue hace mucho -
- ¡Fue como hace 5 minutos, George! - dijo entre risas
- ¿Tanto? -
- Joder, George, esta bien... A ver, ¿ahora qué quieres comer? - Ringo detuvo por un momento la caminata, poniéndose en frente del chico menor
- No tengo idea - sonrió
Ringo puso los ojos en blanco. Aveces no sabia como le hacia para soportar a George.
- Claro...-
- Bueno, bueno. Solo era broma, Ritch. Quiero un sandwich -
- De acuerdo - dijo mientras retomaba su caminata.
[....]
Ya habiendo conseguido el deseado Sandwich, ahora se encontraban caminando por un parque. Pero de pronto el clima soleado cambió drásticamente y las nubes grises aparecieron. La lluvia no se hizo esperar y comenzó a caer estrepitosamente. La gente rápidamente comenzó a correr en busca de algún techo para cubrirse de la lluvia.
- ¡Mierda! - dijo Ringo, que al igual que George, comenzaba a empaparse por completo - George, vamos - se puso en marcha, pero se detuvo al sentir que Harrison no lo seguía - ¿Qué pasa? - se paró en frente de su amigo, que tenia los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro.
- Nada, es solo que me gusta la lluvia; el sol también, pero la lluvia me fascina. Me relaja -
- Esta bien... Pero eso no significa que seas inmune al resfriado, George - el aludido abrió los ojos y le sonrió.
- Dame un abrazo entonces - dijo con los brazos extendidos.
Ringo negó con la cabeza soltando una risa. Se acercó a él y lo abrazo con fuerza. Ahora ambos reían bajo la lluvia.
Ringo se apartó del abrazo y miró a George con una sonrisa, pensando en lo adorable que se veía con el cabello mojado, dando vueltas en su lugar como si se tratase de un niño pequeño, con los ojos brillantes al igual que las estrellas. Y su sonrisa, que era lo que más le encantaba. Él haría lo que fuera para ver siempre esa sonrisa.
- ¿Tengo algo en la cara? - le pregunto divertido, con una ceja alzada.
- ¿Eh? -
- Ha, olvídalo, Ringo - ríe.
- Oh... Está bien - desvío la mirada apenado, sintiendo sus mejillas arder.
George lo miro por un momento, antes de sonreír para si mismo.
- Ringo...- lo llamó.
- ¿Si? - le contesto algo sobresaltado.
- Acércate -
- ¿Para qué? - le miró con intriga.
- Solo hazlo -
Ringo, en todo momento inocente, se le acerco. Y no supo cómo reaccionar cuando el menor lo atrajo hacia él, juntando sus labios. Lo único que pudo hacer fue corresponder.
- Ge-George... Yo... Em...- balbuceaba el ojiazul una vez que se separaron.
- No tienes que decir nada - se encogió de hombros y bajó ligeramente la mirada. El mayor no supo cual fue el impulso que le obligó a abalanzarse sobre él, besándolo nuevamente.
- Vaya...- dijo George después de que se habían separado, con la respiración algo agitada y esbozando una pequeña sonrisa de ladeada.
- Sonríe - reprochó la contraparte con el entrecejo fruncido.
- ¿Por qué? -
- Me encanta cuando lo haces - las mejillas de George se tiñeron de rojo y su sonrisa se ensanchó - A eso me refería - Ringo sonrío de vuelta y le planto un corto beso en la mejilla del menor.
- Entonces siempre sonreiré para ti - ambos rieron y George pasó un brazo sobre los hombros del mayor. Así comenzaron a caminar lentamente.
Sin que se hubiesen dado cuenta siquiera, la lluvia ya había cesado. Ahora la claridad dejaba a la vista a dos muchachos locos que se dejaron empapar de pies a cabeza. Pero ellos simplemente sonreían.
