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Horacio había pasado todas sus horas laborales apartado del resto y en completo silencio, nadie entendía qué le ocurría, nadie tenía el valor de preguntarle

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Horacio había pasado todas sus horas laborales apartado del resto y en completo silencio, nadie entendía qué le ocurría, nadie tenía el valor de preguntarle...Lo que no sabían es que le estaban mandando a un infierno sin siquiera saberlo.

El de la cresta ya estaba listo para marcharse, sus expectativas por ir con su pareja a la playa eran mínimas, tal vez por las pocas ganas que tenía o por el mero hecho de que le costaba mirar a Claudio a los ojos, sabía que tenía que contarle.

Realmente lo sabía, pero le faltaba aquello llamado valentía.

Apago el cigarro en el semi muro que hacía de barandal de las escaleras principales que conectan con la puerta principal, se apoyó en este soltando el humo retenido en sus pulmones, de brazos cruzados esperaba.

Ambos comisarios observaban desde la lejanía a Horacio --. ¿Cree que es así por la persecución fallida?

--Creo que algo ocurrió allí --admitió cruzándose de brazos.

--¿Pasa algo? --preguntó el ruso cuando Horacio había retrocedido chocando con él.

--¿Deberíamos hablar con él? --pregunto greco haciendo el amago de ir.

--Dejadle en paz coño --exclamó el intendente tras ellos, ambos se giraron --. Su novio ya se encargará de atosigarlo a preguntas. --señaló con la cabeza al vehículo que paraba frente a Horacio.

El inspector, ya fuera de su Horacio laboral camino hacia el vehículo se su pareja, miro por ultima vez hacia atrás, observo a sus tres supervisores mirarle.

--Tengo un mal presentimiento --afirmó el comisario ruso sin dejar de ver como Horacio subía al vehículo, este salió de su visión en pocos segundos.

--Sandeces --hablo brusco el intendente caminando de nuevo al interior de la comisaría.

La música sonaba algo alta, como a la pareja le gustaba, la velocidad era moderada, el ambiente era cálido.

Horacio alargó la mano hasta alcanzar el regulador de voz hasta bajarlo al completo dejando confundido al doctor --. ¿No te gustan? --pregunto con algo de decepción --. Había descargado esa música creyendo que te gustaria...

--Llevo desde las seis de la mañana trabajando, solo estoy saturado del ruido --murmuró sin mirarle.

--Oh... --susurro el tatuado --. Si quieres podemos volver a casa...

El de la cresta se sintió de peor manera al ver la decepción del chico junto a él, le estaba haciendo daño de manera inconsciente.

Horacio suspiro negando con la cabeza --. Me apetece ir contigo, para relajarnos --al fin la mirada de ambos conectaron.

Entonces ahí supo de lo egoísta que estaba siendo.

Ya no sentía esa leve corriente eléctrica al verle. Solo sentía cariño. Ese cariño que sientes cuando te das cuenta que la persona que te ve con buenos ojos ya te ha enseñado lo suficiente, cuando te das cuenta que se había evaporado de manera lenta aquel amor que un día hubo.

Aparto la mirada rapidamete mirando al frente, viedo que se encontraban por la autopista, estaba algo desolada.

--He traido las galletas que te gustan, por si quieres, estan en el asiento trasero --Horacio sonrio levemete, desabrocho su conturon e inclino su cuerpo --. ¿Las ves? --pregunto sin apartar la mirada de la carretera.

La oscuridad repentina fue iluminada con faroles algo gastados amarillos, indicando que estaban pasando por un tunel.

--No las ve... --enmudecio al tener las galletas en sus manos --. ¡Las ten...! --Claudio dio un frenazo haciendo que de su mano resbalasen las galletas, seguido de lanzar el chico hacia atras, afortunadamente claudio tenia una mano extendida en su espalda evitando sacarlo del veiculo de la peor manera --. ¿¡Qué haces!? --exclamo aun sin mirar asomandose un poco con molestia mas al hacerlo un jadeo salio de sus labios.

Horacio trago duro mirando al grupo de desconocidos rodear el veiculo apuntandoles con todo tipos de armas.

Yo nunca me fuí. Volkacio.Where stories live. Discover now