Epílogo

120 28 3
                                    

El sonido de un barco a lo lejos, hizo que los oídos de Chloe empezarán a doler, el ruido era tan fuerte que rápidamente ella abrió sus ojos tratando de acostumbrarse a la luz enceguedora, no sabía cómo había llegado hasta la superficie después de una noche tan loca como la anterior, pero ahora estaba encima de un pedazo de manera de aquel barco que ahora estaba en las ruinas, trató de pedir ayuda, pero su voz débil no lograba salir de su garganta, pero a pesar de creer que todo estaba perdido, unos hombres bajaron del barco y la tomaron en sus brazos, una pequeña esperanza apareció en su pecho.

—Señorita ¿Está bien? —dijo uno de ellos mirándola con preocupación.

—M-mi esposo —titubeó—, él está allí abajo - señaló el mar.

—Lamento que su esposo se haya ahogado en el crucero, pero usted está viva, es lo único que importa —musitó tratando de quitar el terror que mostraba Chloe.

—No lo entiende, mi esposo fue convertido en piedra —susurró. Ellos se miraron entre sí y decidieron llevarla a un psiquiatra.

—Tranquila, todo estará bien —masculló uno de ellos aplicando algo en su cuerpo.

El corazón de Chloe latía con fuerza, su cuerpo carecía de aliento mientras era arrastrada por aquellos hombres vestidos de blanco, ellos la consideraban loca y necesitaba urgentemente un psiquiatra o incluso ser internada allí ¿Cómo había llegado hasta ahí? Su vida era maravillosa y abarcaba una gran cantidad de felicidad, pero una cantidad de acontecimientos la llevaron a convertirse en una chica a la que los demás veían como demente.

Los hombres vestidos de blanco la sentaron en una pequeña silla blanca donde sería interrogada por el dueño de todo el lugar, Chloe apenas se estaba recuperando del calmante que hace algunas horas le habían aplicado; Sin embargo, ella seguía sin entender la razón por la que estaba en ese sitio, no había razón para ello, ella no era una persona orate o cualquier cosa que se les pareciera, debían entender que todo lo que ella había visto era real ¿Tal difícil era entenderlo?. Aquel hombre dueño de todo, entró con pasos firmes y decididos, su semblante era aterrador y espeluznante.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó la chica.

—Eso es lo que quiero saber Chloe ¿Por qué estás aquí?. —dijo mirándola fijamente. En su mano había una pequeña libreta donde anotaba cada palabra dicha por ella.

—Unos hombres me trajeron a la fuerza -susurró—. Yo no debería estar aquí.

—Te diré algo —musitó tomando su mano—, fuiste la única sobreviviente del crucero 432 ¿Podrías explicar eso?

—De todos modos no me creerá, allí pasaron cosas que ni yo misma me creo, cosas que ningún ser vivo debería de ver. —murmuró para ella misma.

—Haz un intento, si lo logras te dejaré libre —aseguró tomando su libreta.

—Empezaré desde el día en el que me casé con Dean y terminaré con el día en el que vine a parar a éste lugar de cuatro paredes —masculló tomando aire.

—Adelante...

—Dean y yo habíamos decidido pasar nuestra luna de miel en otro país después de casarnos, pero nuestros padres se adelantaron comprando entradas al crucero más grande, me refiero al crucero 432 —empezó a contar Chloe totalmente sería—. Estábamos más que felices, pasaríamos los mejores días en aquel barco antes de llegar a París.

—¿Cómo fue que el crucero terminó en el Triángulo de las Bermudas? — cuestionó aquel hombre anotando en su libreta.

—No lo sabemos. El capitán nos había dicho que el barco había sufrido un fallo inexplicable y estaríamos ahí hasta ser rescatados, pero uno a uno fueron desapareciendo —sollozó—, mi esposo fue uno de ellos, ahora mi hijo y yo estamos solos.

—Uno de mis hombres comentó que habías dicho algo sobre unas piedras — informó con el entrecejo fruncido.

—En ese lugar habían unas piedras gigantes que pedían a gritos ayuda, con temor a equivocarme podría afirmar que las personas que allí desaparecen son aquellas piedras. — murmuró con temor.

—Chloe, hicieron investigaciones - afirmó aquel hombre —, allí no hay ningunas piedras y tú no estás embarazada.

—¡No estoy loca! —gritó Chloe saliendo de sus estribos —yo sé lo que vi, no estoy loca.

—Encierrelan — mandó el hombre.

—¡NO! Yo no estoy loca ¡No lo estoy!

En piedra.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora