A (APELACIONES Y NEGACIONES)

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El jurado llama al señor Juan Pablo Isaza al estrado - decía el juez golpeando el martillo.- ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?

-Lo juro - contestó el del sombrero.

-Los demandantes aseguran que se presentan situaciones peligrosas que logran alterar el ambiente de la menor, es esto cierto señor Isaza? – el juez lo miraba inclinándose los lentes.

-He estado en contacto con mi hija por un solo día, y los hombres ni siquiera conocen mi situación actual – aclaró.

-Objeción su señoría, es obvio que este hombre no puede cuidar de mi sobrina, está desempleado desde hace 2 meses, no tiene fondo de ahorros y vive en un pequeño departamento cerca de las afueras de la ciudad que como todos sabemos es una zona muy peligrosa.

-No le concedí el permiso de objetar señor de Rodríguez - dijo haciéndolo callar - Señor Isaza, lo que dijo el señor Rodríguez ¿es cierto?

-Si su señoría. - se limitó a responder.

-¿Desea agregar algo más?

-No su señoría.

-Bien todos sabemos que la custodia legal es derecho del Señor Isaza y creemos pertinente evaluar la calidad de vida que está dispuesto a otorgarle, ¿cuál sería esta señor Isaza?

-La mejor dentro de mis posibilidades.

-Obsesión su señoría – se opuso uno de los tíos.

-Denegada- el juez empezaba a irritarse.

-La custodia residencial es cuando se cuenta con el cuidado de su menor el mayor tiempo y este hombre estuvo ausente hasta hace solo un par de días – al hombre no le importo que el juez denegara la objeción.

-Le he dicho que su objeción fue denegada, si sigue actuando de este modo le tendré que pedir que abandone la sala. Una disculpa y por favor señor Isaza regrese a su asiento

-Conque optaste por ponerte el apellido de tu pareja - se burló Isaza al sentarse de regreso y el otro solo bufó.

-Hagan pasar a la menor - dijo el juez señalando hacia un guardia parado junto a la puerta.

Cuando la puerta se abrió la pequeña salió corriendo hacia Isaza - ¡Papi! - gritó antes de que el otro la cargara en un abrazo.

-Señor Isaza le pido que se mantenga alejado de la menor hasta no llegar a un acuerdo – indico el juez.

-Lo lamento su señoría - dijo bajando a la niña que muy forzadamente se separen de él.

-La menor se ira a una institución Estatal hasta deliberar todos los pormenores -dijo el juez leyendo un par de papeles.

-Su señoría, lo lamento, pero no dejaré que se lleven a mi hija. No mientras yo esté aquí para cuidarla - la pequeña corrió a abrazarse a la pierna de su padre.

-Estaría mejor con nosotros su señoría – se metió el tío de nuevo.

La niña refugio la cara aun abrazando la pierna del Isaza.

-La niña vendrá con nosotros, y el jueves por la mañana nuestro equipo revisará sus respectivas viviendas – dijo el juez acomodando los papeles.

-No hay manera de que – el juez interrumpió al más alto

-No señor Isaza. La niña viene con nosotros – dijo seco.

Isaza se agacho a la altura de los ojos de Isabel - No te preocupes, serán dos días y nos iremos a casa, amor, te lo prometo - dijo casi en un susurro y la pequeña solo asentía con notable tristeza en los ojos.

-Sepárese de la menor - advirtió el juez, e Isaza se levantó mientras Isabel daba cortos pasos hacia atrás.

-Señor... quiero ir a casa - le dijo Isabel al juez.

-Pronto cuando los protocolos estén cumplidos te irás a casa – dijo suavizando un poco el tono de la voz.

-Así es, vendrás con nosotros a vivir - dijo su tío a sus espaldas.

-Yo quiero irme con papá, señor déjeme ir con él. Déjeme ir por favor. - decía de puntitas intentando alcanzar al juez.

-La sesión ha terminados, llévenla a un lugar seguro - dijo dando un martillazo al final y una mujer entró para llevársela, ella solo estiraba el brazo hacia su padre que dolorosamente sufría el verla alejarse.

La hija de IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora