Capítulo extra Un día en la playa

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Me encontraba tumbada al sol, mientras mi novia se encontraba a orillas de la playa, juntando con sus dos sobrinitos mientras hacían un castillo de arena con baldes de plástico. Ese día, el agua estaba más fría de lo normal, pues las personas se bañaban y salían rápidamente a tumbarse al sol, tal como lo había hecho yo para no morir de hipotermia. Mientras los veía jugar, tomé un poco de agua para hidratarme y retomé mi posición, dejando que el sol me diera en la cara. Cerré los ojos para relajarme, pero sin saber cómo, me imaginé que estaba en el cine frente a la pantalla y comencé a recordar estos últimos cuatro años de mi vida. Desde que comencé una relación con Cloe, estaba más feliz que nunca y eso era bueno, pues el universo me estaba regalando un poco de felicidad, pese al desastre en que resultó ser mi antigua relación.

Una relación que quise dar por culminada justo en el momento en que solicité el divorcio, pero Allison, no estuvo de acuerdo, su renuencia a dar por culminada lo que una vez tuvimos, puso en jaque mi relación con la castaña. Y no era para menos, aquella mujer que me causó tanto daño, no le daba la gana de firmar los papeles del divorcio, porque según ella, yo aún le pertenecía. Sin embargo, un día mientras celebraba el cumpleaños de mi chica junto a su familia, mi abogado llegó a nuestra casa presentándome la buena nueva, aquella mujer se había dado por vencida y decidió no pelear más, otorgándome el divorcio de una vez por toda.

Como no teníamos hijos o negocios durante la sociedad matrimonial, fue más fácil resolver todo aquello, sin tener que negociar las posibles pensiones alimenticias y compensatorias. Al fin, era libre, luego de un todo un año lleno de tensión y preocupaciones. Y durante ese proceso, mi relación con Cloe se fue consolidando, pese a los altibajos que sufrimos por causa de terceras personas. Sé que no fue fácil, pero gracias a nuestro amor y los detalles que nos teníamos mutuamente, logramos salir a delante, sin importar nada. De hecho, nos mudamos a su ciudad natal, dónde vivíamos frente a la playa y aunque cada una tenía su manera de ver la vida, nos compenetrábamos de la mejor manera.

—Cariño, ¿No has llevado mucho sol ya? —escuché, su dulce voz.

—Quizás —retiré mis lentes de sol y le regalé una sonrisa.

—¿Te nos unirás para construir otro castillo de arena o te quedarás acá? —preguntó.

—Me uniré, sin duda —acaricié su mejilla.

Sin embargo, nuestro momento fue interrumpido por el sonido de su celular, un sonido que estaba acostumbrada a escuchar y mientras ella atendía, me quedé admirando su perfil. Adoraba ver su cabello alborotado por el viento, el color de sus ojos que se ponían más claro por el reflejo del sol y esos labios que adoraba besar. Era tan feliz a su lado, que a veces pensaba que estaba soñando despierta. Sé que la vida no es tan simple como puede parecer en un primer momento, por mucho que nos esforcemos verlo de otra manera, pero en esos momentos en que estaba a su lado, podía darme el lujo de fantasear, de abrir una ventana al mundo que se extiende más allá de las convenciones y el sentido común. A su lado me sentía libre.

—Adoro cuando me miras de ese modo, tan tierno y con admiración al mismo tiempo —deslizó su pulgar sobre mis labios.

—Mereces que te miré de esa manera—uní nuestros labios en un beso suave—¿Quién te llamo? —pregunté, unos segundos después.

—Nuestro abogado, necesita vernos en veinte minutos —expresó seria.

—¿Sucedió algo? —dije preocupada.

—Al fin, todo está listo —sonrió.

—Ósea, ¿Seremos madres? —expresé toda emocionada.

Jugada del destinoWhere stories live. Discover now