Capítulo 35

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—Héroes —empezó Artemisa.

La diosa bajó de su trono y, adoptando estatura humana, se convirtió en una chica de pelo castaño rojizo que se movía con desenvoltura entre los grandiosos olímpicos. Se acercó a ellos con su reluciente túnica plateada y Fransie pudo ver que su cara no delataba ninguna emoción. Parecía moverse en un halo de luz de luna. Fransie sabía como era, ella misma aún estaba conmocionada por la muerte de Zoë y no tenía ni idea cuando saldría de aquel shock que le impedía derrumbarse allí mismo.

—La asamblea ha sido informada de sus hazañas —dijo Artemisa—. Saben que el monte Othrys se está alzando en el oeste. Conocen el intento de Atlas de liberarse y el tamaño del ejército de Cronos. Hemos decidido por votación actuar.

Hubo algunos murmullos entre los dioses, como si no estuvieran muy conformes con el plan, pero nadie protestó.

—A las órdenes de mi señor Zeus —prosiguió Artemisa—, mi hermano Apolo y yo cazaremos a los monstruos más poderosos, para abatirlos antes de que puedan unirse a la causa de los titanes. La señora Atenea se encargará personalmente de que los demás titanes no escapen de sus diversas prisiones. El señor Poseidón ha obtenido permiso para desencadenar toda su furia contra el crucero Princesa Andrómeda y enviarlo al fondo del mar. Y en cuanto a ustedes, mis queridos héroes...

Se volvió hacia los otros inmortales.

—Estos mestizos han hecho un gran servicio al Olimpo. ¿Alguien de los presentes se atrevería a negarlo?

Fransie no podía reconocer a casi ninguno de los dioses presentes. Pudo ver al señor D. que parecía aburrido y jugueteaba con una ramita de vid; a Afrodita, que bajo la mirada de su propio reflejo en un espejo de mano —lo que podría considerarse un honor— y le lanzó una sonrisita cómplice, como si fueran amigas de toda la vida; y a Ares, que estaba sentado en un trono de cuero y metal cromado, este miraba a Percy con rostro ceñudo mientras afilaba su cuchillo.

Como la chica había pensado antes, aquella no era manera de presentarse ante los seres mas poderosos del universo. se alisó la camisa del campamento, lo que fue una tarea imposible ya que estaba más que sucia y destruida. debía quemarla cuando volviera al campamento.

La conversación sobre su destino y el de sus amigos continuó.

— ¿Todos a favor de que no los desintegremos? —preguntó uno de los dioses que con su mano derecha sostenía un caduceo, por lo que Fransie asumió que era Hermes el dios mensajero.

Algunas cuantas manos se alzaron tímidamente: Deméter, Afrodita...

—Espera un segundo —gruñó Ares, y señaló a Thalia y a Percy—. Esos dos son peligrosos. Sería mucho más seguro, ya que los tenemos aquí...

—Ares —lo cortó Poseidón—, son dignos héroes. Y no vamos a volar en pedazos a mi hijo.

—Ni a mi hija —rezongó Zeus—. Lo ha hecho muy bien.

Ambos chicos bajaron la mirada al suelo, sonrojados; y aunque el que aquellos seres omnipotentes no supieran de su existencia tal vez le estuviera salvando la vida, el que la ignoraran la hacía sentir increíblemente furiosa.

Luke tenía razón, los olímpicos eran una basura.

Todos estaban muy exaltados discutiendo si debían o no ejecutar a Percy y Thalia e incluso algunos se levantaron de sus asientos dispuestos a pelear para probar su punto. Annabeth protestó y a Grover le temblaban las pezuñas, Pero Fransie no prestaba atención a lo que decían, estaba recordando las palabras de Luke, todas y cada una... ¿estaba él en lo correcto y ella, los olímpicos y sus amigos en un error? ¿Quién había decidido cuál era el bando correcto?

Hija de los Mares (Percy Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora