Extra: Porque cuando el sol se esconde, alguien me responde.

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Hoy Kamome festejaba uno de sus tantos aniversarios.

Los estudiantes estaban ocupados y algunos preocupados, el segundo caso era el de Minamoto Kou, quien había enviado un collage con las fotos que Sousuke hizo este y el año pasado al concurso de fotografía. Y le había costado, pero con ayuda de su hermano mayor, sus amigos y profesores, lograron convencer al director de que calificara el collage para que participe en el concurso, principalmente porque Mitsuba había sido ganador todos estos años en esa área y había representado al colegio en distintas ocasiones.

Entre las fotos que mandó estaban la de él y la mamá de Mitsuba, e incluso el arrebol que hacia un año había fotografiado el pelirosa. Kou estaba en la azotea, dando vueltas por el lugar quizá alrededor de quince minutos, pero no podían culparlo, estaba muy nervioso. Nunca había participado en un concurso y aunque esta vez tampoco lo hacía, era algo similar.

El ojiazul no llevaba un paraguas hoy y parecía arrepentirse, porque cuando miró al cielo supo que pronto llovería. Sin embargo lo que siempre llevaba consigo era su cámara y que de hecho rara vez usaba. Hoy era uno de esos raros días, alzó el aparato y apuntó hacia el cielo nublado, casi oscuro.

Y mientras observaba que tal había salido la fotografía, Nene, Yokoo y Satou llegaron, sorprendiendolo.

—Están por anunciar a los ganadores del concurso de fotografía, ¡vamos rápido Kou! —dijo Yokoo, emocionado.

Los tres lo miraban, ya no con aquellas expresiones de lástima que quizá Minamoto nunca olvidaría, pero estaban ahí y era lo que importaba, nunca dudaron en dejarlo, a pesar de lo egoísta que él había sido.

Corrieron juntos escaleras abajo, Yashiro iba primero y cuando estaban por llegar los tres chicos la empujaron por ir demasiado rápido. Por suerte Nene no cayó al suelo y se lastimó, sino que aterrizó en los brazos de Teru y este la sostuvo. El mayor esperaba a los chicos para ir con ellos hasta el puesto de fotografía. Todos ellos habían votado por el collage de Sousuke, incluso Teru ofreció el convencer quizá a la mitad del colegio para que votase y pudieran obtener la victoria definitiva, pero Kou se negó. Él sabía que Mitsuba podría ganar por sus propios méritos, que no necesitaba de alguien o algo más.

A penas llegaron al lugar escucharon al ganador, todos saltaban y gritaban a un lado de Kou, emocionados. Pero el menor no escuchaba nada a su alrededor, únicamente eran él y sus pensamientos, pasaron unos segundos y sintió la piel de sus mejillas ligeramente mojada. Estaba llorando. Solo entonces todo pareció recobrar el sonido y río, feliz, mientras sus amigos y hermano lo miraban en silencio.

—¡Sousuke ganó! —gritó Satou de repente y todos rieron.

Luego de que el director le entregara el premio a Kou, este se despidió de todos. Nadie preguntó a dónde iba o qué haría, sabían que estaría bien.

La madre de Sousuke estaba al tanto de todo, pero no había podido asistir porque estaba ocupada con el trabajo. Kou prometió contarle luego, pero ahora él no iba hacia ella, sino a su casa. Minamoto recordaba que cada vez que Mitsuba ganó el concurso ambos cocinaban algo y este se quedaba a dormir en su casa.

Por eso, hoy no rompería el ritual. Llegó a casa y horneó un par de panecillos rápidamente, cuando abrió la puerta con la comida empacada en una mano y el dinero y diploma en la otra, estaba lloviendo ligeramente. Tomó el paraguas que estaba a un lado de la puerta y guardó todo en la mochila que tenía en hombros.

Corrió hacía el lugar más cercano donde revelaban fotos y salió tan rápido como entró. Luego caminó hacia el cementerio, viendo lo rápido que anochecía y como la lluvia parecía no tener intensión de detenerse.

Al encontrar la lápida del pelirosa contuvo la respiración, como si aquella fuera la primera vez que lo visitaba, pero a veces su cerebro retrocedía al día aquel, de luna nueva. Minamoto se prometió que esta vez no sería igual, que no habrían más lágrimas que las de la lluvia, porque hoy era un día para celebrar.

Tomó su mochila y sacó la ofrenda que había preparado para Mitsuba, colocó la comida a un lado y cogió el tazón en donde se quemaba el incienso, tiró la lluvia que había dentro y puso la fotografía que había tomado por la tarde. En una mano tenía el paraguas y en la otra el encendedor que llevaba en el bolsillo. Antes de quemarla dijo riendo: —Son cinco años consecutivos en los que ganaste el concurso de fotografía y han sido cinco años los que estuviste en el colegio.

El fuego comenzó a consumir el papel de la foto, Kou puso la mochila delante suyo, como si se la mostrara Sousuke: —De seguro hubieras querido que quemara el diploma para que lo tuvieras contigo, pero se lo daré a tu mamá, ella necesita algo tuyo, un recuerdo ¿Umm? —luego dijo por lo bajo— Feliz aniversario, amor.

La lluvia no paró hasta el día siguiente por la mañana, incluso parecía que lloraba por alguien que en algún lado no podía hacerlo.

Talking to the moon; MitsukouWhere stories live. Discover now