XI. Juego sucio

269 27 22
                                    

"No importa qué métodos usemos, aunque sepamos que son despreciables. Debemos ganar, y para hacer eso, debemos aceptar la carnicería. Y para no desperdiciar la sangre que ha sido derramada, no tenemos otra opción que derramar más."

-Code Geass

—¡Ya me disculpé tres veces!

Su rostro comprimido sobresale por los barrotes. Es una suerte que se encuentre contenido en una especie de jaula ahora mismo.

—Sí, porque eso arregla todo —ruge con sarcasmo —¿por qué no te acercas un poco aquí linda? Para comprobar que no existen rencores.

Riley se irguió en su asiento y cruzó sus piernas pretendiendo compostura. No quería exteriorizar abiertamente que la situación más bien le ponía los pelos de punta.

El guardia seguía echándoles miradas de supervisión a reojo a la vez que atendía el móvil.

—Tampoco es la gran cosa — gritó devuelta. Torció la boca para después susurrar —No es como si fuera tu primera vez dentro.

—¡Seguramente no representa una molestia para ti caraculo! —vociferó mientras se colgaba de la barra de metal intentando zarandearla.

—Eh, replicón —llamó el poli —cuidado con el vocabulario. No me hagas ir hasta allá para ponerte jabón hasta que te comportes como un caballero.

Stone se da por vencido y se deja caer sobre un banquillo de madera. A su lado dormita un joven que no echa pista al griterío del chico. Pasan unos minutos más antes de que el poli se acerque hacia Riley.

—El dinero de la fianza no es el problema —se rasca la nuca —necesitamos alguien con una identificación que firme la forma.

—Mis padres no pueden enterarse de esto —batió escandalosamente sus pestañas —¿no podríamos arreglarlo de cualquier otra manera?

—No —sentencia el hombre —soy lo suficientemente mayor. Busca a un contacto.

Se retira hacia su oficina. Dylan nuevamente se ha levantado en cuanto el cuerpo del hombre a su lado cayó sobre él, despertándolo.

—¿Te imaginas un mundo en donde las chicas no puedan degradarse para obtener lo que quieren? Porque yo no.

—¿Tienes que comportarte como un cerdo asqueroso todo el maldito tiempo?

—No lo sé, eso depende —vagó por la celda, el joven que lo acompañaba refregó su rostro —¿tengo que ver tu antipático rostro cada día?

—Solo escucho balbuceos de un bebé llorón.

—Cierra la maldita boca.

—¿O qué? —pregunta pretendiendo fascinación —¿vendrás a callármela por ti mismo?

Stone hace de su boca una fina línea. Riley toma su teléfono y marca un número.

—Hey, soy Riley —hay una pausa —Riley Matthews. No, castaña... ¿qué? Por supuesto que no. Sí. Bastante segura. Escucha no importa. Hay un problema con Stone —se levanta del sitio —sí, está en el departamento de policía. No ¿qué? Jesús. Es por la forma —Dylan intenta acercarse para intentar escuchar la voz e identificarla —Sí pues resulta que no conozco muchos tíos que sobrepasen los treintas, ¿puedes ayudarle o qué? Vale, sí. Gracias.

Stone aguarda antes de preguntar —¿a quién has llamado?

—Al hada madrina de cenicienta, ¿no te mola?

El chico que antes dormitaba emite una risa gorgoreante. Dylan le envía una mirada que automáticamente lo hace callar y virarse a otro lado. No es como si tuviera una amplia vista desde su celda de cualquier forma.

LOVE- Girls Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora