Aquella vez en Kioto hace cinco años

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Flashforward, cinco años en el futuro...

Todavía podía recordarlo, aquel día cuando estuve tendido en la cama con la pierna enyesada. Esa noche tomaste mi mano, y de alguna manera me transmitiste tus sentimientos. Soñé como si ángeles enviados desde el cielo me llevaran a lo que sería un paraíso de felicidad.

No lo sabía en ese entonces, pero la leyenda era cierta. Solo hacía falta tomarnos de la mano durante la fogata, y estaríamos juntos para siempre. La verdad, no estaba seguro de si había sido un sueño o no, pero ahora sé que debió ser verdad. Después de todo, no fuimos los únicos en hacerlo, ¿cierto?

Ese campamento estaba lleno de muchos recuerdos, y si bien no todos en su momento fueron muy alegres, en retrospectiva no los cambiaría por nada. Poco sabía que ese campamento sería solo el comienzo de lo que sería el resto de mi vida, antes de llegar al día más importante, el día de mi boda...

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Tiempo presente, tres semanas después del campamento escolar...

Tras su accidente esquiando, Fuutarou se sorprendió que al despertar al día siguiente se encontraban dormidas a los lados de su cama Ichika y Yotsuba. No podía creer que las dos se hubieran metido a su cuarto y que realmente hubieran permanecido en vigilia haciéndole compañía.

En ese momento no sabía qué sentir. No podía molestarse porque no interrumpieron su sueño, y si era sincero, exceptuando la pierna rota, había dormido bastante bien aquella noche. Supuso que tenía que agradecerles a estas dos por cuidarlo de esa manera.

Y lo habría hecho de no ser porque poco después de que despertó, las tres quintillizas restantes entraron a la enfermería. Inmediatamente Nino puso el grito en el cielo y se escandalizó de verlos a los tres tomados de la mano en la cama (qué malpensada, por Dios), y un montón de gente vino a ver cuál era el jaleo. Afortunadamente, pudieron hacer algo de control y que todos se fueran, e Itsuki aprovechó de decirle que el padre de ellas había hecho arreglos para que lo pudiesen llevar a un hospital.

Así era como había estado aquí las últimas tres semanas, internado luego de que le hicieron las radiografías. Afortunadamente, la fractura resultó ser relativamente pequeña y tardaría poco más de un mes en sanar totalmente. Si todo iba bien, podrían darle de alta en uno o dos días, aunque tendría que caminar con muletas hasta que pudieran quitarle el yeso, lo que probablemente serían dos o tres semanas más como mínimo.

Hasta entonces, había estado contando con Yotsuba para que le trajera los deberes de la escuela (junto con un montón de grullas de papel, diciendo que le ayudarían a sanar más rápido), y sus padres y Raiha se turnaban para venir a visitarlo mientras se recuperaba. No veía la hora de salir de ese hospital; el no poder ir a clases le sentaba peor que cualquier otra cosa. Sobre todo porque los exámenes finales del trimestre se aproximaban, y necesitaba ponerse al día tanto por él mismo como por Yotsuba.

Sin embargo, en ese momento había otra cosa ocupando la mente del chico Uesugi. Desde que empezó el campamento, a veces por la noche sus sueños también le traían recuerdos...

...

- ¡Mira eso! ¡Allá está la estación de Kioto!

- Wow, ¿de verdad vinimos desde tan lejos?

Estaba allí, sobre un alto mirador observando la vista de la ciudad, al lado de esa niña que, al conocerla, cambió totalmente el rumbo de su vida. Y aunque no recordaba su nombre, nunca olvidaría sus palabras, sus radiantes ojos y su dulce sonrisa.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora