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Sunghoon nunca creyó que la gloria pudiera ser saboreada

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Sunghoon nunca creyó que la gloria pudiera ser saboreada.

Eso hasta que besó a Jake.

Joder.

Los labios del castaño eran carnosos, finos, tan suaves como la seda, y tenían un sabor a sandía.

La gloria misma.

Jake estaba en una especie de trance. No podía moverse, no sabía qué hacer. Sus ojos estaban fuertemente cerrados, tenía sujeto el ramo de tulipanes entre sus dedos con mucha fuerza, el corazón le palpitaba en la garganta y el cuerpo entero le temblaba preso de miles de sensaciones imposibles de describir.

Sunghoon se sentía flotar entre las nubes. Los labios de Jake eran esponjosos a pesar de ser finos, encajaban perfectamente entre los suyos, y eso le jodía en el mejor de los sentidos.

Acariciarlos con los propios era como pasar el pétalo de una rosa delicadamente por sobre éstos. Tenía la sospecha de que besar a Jake se volvería su adicción favorita. Su lengua cosquilleaba dentro de su boca, queriendo invadir la cavidad ajena. Su corazón estaba errático entre sus costillas, todo su ser hacía una fiesta al notar que Jake le devolvía el beso. No era sólo que no se alejara, sino que movía sus labios en una misma danza, al compás de los de Sunghoon; gustaba de succionar el inferior del castaño entre los suyos, y morder ligeramente, casi imperceptiblemente, el mismo.

Besar a Jake era como tocar el cielo y pisar el infierno al mismo tiempo. Una mezcla entre pureza y tentación, inocencia y pecado.

Jake es el primero en separarse. Los pulmones le queman por la falta de aire. Su respiración es agitada, igual que la de Sunghoon.

Ambos sienten sus labios punzantes. Están rojizos y brillosos por la saliva ajena, hinchados por las succiones.

El rostro de Jake se pinta de un precioso carmín y Sunghoon sonríe por ello.

—Y-yo... yo...—Jake no sabe qué decir.

—Interpretaré este beso como que aceptas tener esa cita conmigo.—el carmín aumenta y se expande hasta el cuello de Jake. El castaño, cohibido, sonrojado, queriendo enterrar su cabeza en la tierra cual avestruz, baila su mirada por todas partes, no queriendo ni pudiendo mirar a los ojos directamente a Sunghoon. Pero asiente con una pequeña y apenas perceptible sonrisa en su rostro, sus manos aún sujetando el ramo, su mirada, cohibida y tímida, mirando el pecho del azabache, evitando mirarlo a los ojos.—Genial. Te veré después.—y como si no estuviera ya lo suficientemente avergonzado, Sunghoon decide besar la punta de su nariz.

El pelinegro se pierde de vista, y Jake siente que desfallecerá en cualquier segundo.

¡Que se ha besado con Park Sunghoon, pues! ¡Y no sólo eso; Park Sunghoon fue quien le besó primero, fue él quien inició el beso, quien rompió la distancia entre ellos!

Carmín || Jakehoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora