CAPÍTULO 1

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Zoe Davis

Salir del trabajo siempre era un placer. Y eso que no me puedo quejar del trabajo que tengo. Después de tanto esfuerzo, tantos años de estudio, de trabajos, de viajes, de dejar atrás un pasado, una vida, había conseguido el trabajo que siempre había soñado. En algunos momentos pensé en dejarlo todo y volver. Hubiera sido el camino fácil si finalmente me hubiera quedado en Los Ángeles. Pero menos mal que no lo hice.

El esfuerzo siempre es recompensado. Y yo, no podía estar más feliz.

Desde muy pequeña me había gustado el periodismo. Me gustaba ver cómo los periodistas salían por las noticias con el micrófono y relataban la noticia. También me gustaba ver cómo estaban sentados en un plato e iban informando a los ciudadanos. Y no solo era eso, sino que lo que más me gustaba era descubrir la verdad e informar.

Muchas veces pensaba que los medios nos manipulan de alguna manera, y seguramente podría extenderme un libro entero con este debate, pero mi objetivo con el periodismo era intentar contar la información de la manera más objetiva y sencilla posible para todos los ciudadanos.

Con el tiempo me di cuenta de que estar delante de una cámara no era lo mío. Siempre he sido bastante tímida. Pensar que tanta gente me estaba mirando, me daba vergüenza. Por esa razón prefería estar en redacción o, como últimamente, en una revista.

Cuando recibí aquel correo, aun recuerdo mi reacción. No me podía creer que finalmente, a mí, me hubieran concedido la beca para irme a estudiar a Australia los siguientes cursos de mi carrera. No negué la oferta porque, sinceramente, siempre pensé que sería únicamente tres años y volvería con mi familia. Pero no fue así.

Aunque me costó dejar atrás todos los momentos, los recuerdos, mis amistades y mi familia, lo hice. Todos me apoyaron. Sabían que era una oportunidad única. Todo mereció la pena.

Después de acabar mis estudios en una universidad de Australia, hice unas prácticas en una revista. Y cuando acabé las prácticas, el jefe ya tenía un puesto para mí. Me contrató como su secretaria. No hacía mucho, solo ayudarle a que su trabajo fuera más sencillo. Me gustó que no solamente me hiciera traer el café. Muchas veces me dejaba estar en su mismo despacho para así poder ir comprendiendo el trabajo.

Y poco después, ya tenía un despacho en la revista. No era un despacho muy grande, pero para ser una de las mejores revistas del mundo, no me podía quejar. Por lo menos no tenía que compartirlo con nadie.

La revista era mundialmente conocida, con sedes en muchos países. No fui la única que empezó a trabajar después de las prácticas. Un compañero mío, que ahora es mi mejor amigo, también acabó trabajando aquí.

Aunque tuve la oportunidad de cambiar de sede, como por ejemplo a Los Ángeles o Nueva York, no quise. Sydney me enamoró desde el primer momento. Y yo ya tenía mi vida aquí estructurada. Todo me iba genial, aunque odiaba tener tan lejos a mi familia.

Hablando de mi familia...Papá y Beth se acabaron casando. Fue una ceremonia pequeña, privada, pero muy emotiva y preciosa. Se amaban, y yo no podía estar más feliz por ellos. Papá necesitaba estar con alguien que lo mereciera, ya que mi madre no lo pudo hacer.

Por otro lado, están mi hermano Jake y Scarlett, su novia. Cuando me fui, Scarlett se mudó con Jake, puesto que él ya estaba trabajando en una empresa y emprendiendo un negocio, una empresa. Se mudaron a un piso que pocos años después les llevó hasta una casa grande y preciosa. Ellos dos siguen siendo mi inspiración, mi reflejo. Si no tengo una relación como la que tienen ellos, no la quiero. Se quieren como nunca. Jake trata a Scarlett como si fuera de cristal, y ella lo ama como nunca ha amado a nadie. Se aman y me dan envidia. No pueden estar ni un día enfadados.

REDAMANCYWhere stories live. Discover now