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El ambiente era caluroso por aquellas aguas termales cristalinas de altos grados, tan buena y relajante para cualquiera aunque ningún humano se atrevía o conocía aquel lugar frondoso con un pequeño lago donde la niebla dificultaba la vista. Todo era extremadamente silencio y placentero, quizás se podía oír una pequeña brisa que azotaba las delicadas hojas, o las pequeñas burbujas que surgían de aquella charca.

Un poco de humo salió de una pipa bastante extravagante que se encendía cada vez que el portador le daba un calo y a la vez se oía un pequeño grito del cigarro, pero no era uno cualquiera, sino que era un humano modificado.

El portador de aquel ser asesinado era una maldición conocida, ya que era con la que Gojō Satoru se había encontrado y luchado mientras la felina de la joven observaba detalladamente la pelea. O eso intentó, ya que se fijó solo en el chamán.

Todo era muy relajado y silencioso, agradable para estar en contacto con la naturaleza y contigo mismo. Además de que se estaba muy agusto allí adentro del lago.

Pero, este ambiente imperfecto cesó al oírse una voz familiar que ha medida de que se iba acercando se podía ver entre la niebla.

— ¡ Vaya, allí estabas ! —gritó una figura quitándose la ropa con algunas pequeñas carcajadas. Corrió hasta la orilla y dió un gran salto al aire. — ¡Jogo!

Mahito cayó directamente al agua mojando todo a su alrededor , así también a la maldición y a la pipa que estaba utilizando tan tranquilamente. Se lo suponía de que aquel silencio placentero se iba a acabar tarde o temprano.

La maldición con forma de volcán frunció el ceño dándose cuenta de que ese ambiente tan perfecto no duró casi nada.

— Parece que recuperaste el cuerpo. —comentó Mahito con una pequeña sonrisa en su rostro mientras extendía sus falsos brazos para nadar.

— Ajá, este sitio es de lo más relajante y no se acercan los humanos... —contestó de regañadientes intentando que pillará la directa de que ya no era un sitio relajante con el contrario.

— Ay... La falta de cuerpo da mucho que pensar ehhh...  —prosiguió la figura azulada alzando una pierna al aire como si estuviera jugando en el agua. — La autorregeneración se vuelve muy ineficiente...

Geto se arrodilló al lado de la maldición volcánica y empezó a atender con su típica sonrisa de lado hacia sus compañeros.

— Mahito, tu también pareces agotado. —juzgó Jougo observándole.

— Uh? ¿Te diste cuenta? La realidad es que no fue muy fácil la misión... —lloriqueó Mahito con un puchero. — Y no solo por el recipiente y Sukuna...

Jogo abrió su único ojo en señal de asombro, ya que el contaba con que la única pega de aquella misión era el Rey de las Maldiciones y su recipiente de tinte rosa.

Mahito enterró su cabeza debajo del agua recordando aquella pelea de la que nunca se olvidaría, y menos cuando pudo observar aquellos cuencos ensangrentados en el rostro de esa chica. Su estilo de combate cercano era fuerte por la energía maldita que albergaba en su interior, por otra parte los conjuros que realizaba esa supuesta hechicera también eran poderosos.

Pero lo peor de todo que le dejó secuelas a la propia maldición, fue ese momento en que las fuerzas de Sukuna y esa joven de cabellos negros se unieron.

— ¿Se lo quieres contar tú? — le preguntó travieso a Mahito, que este alzó la mano con el dedo índice y con un gesto se lo negó.

— ¿Contarme el qué? —interrogó el espíritu ardiente mirando al mayor.

YUNA || Jujutsu Kaisen.Where stories live. Discover now