Retorno.

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JongIn respiró a sus anchas el aire de la noche. La casa de su mejor amigo, Suho, estaba en las afueras de la ciudad, "estratégicamente cerca y lejos" como le gustaba decir al otro. Gracias a eso ahora podía ver ese impresionante paisaje nocturno de luna llena dibujado sobre la línea de árboles en el horizonte. Hermoso. Había dejado atrás, cuando cerró la puerta de la terraza, el bullicio propio de la fiesta que animaba la casa. Fiesta que, por cierto, era en su honor. ¡Ups!

Él no era del tipo fiestero pero su corazón creía en las buenas intenciones de su amigo. Después de algunos años volvía a la ciudad y Suho quería hacerle ver que era bienvenido. Unos pocos amigos, conocidos de su época de estudiante o sus primeros empleos en Seúl, aceptaron la invitación y, acompañados de sus parejas u otros amigos, se habían reunido en poco más de dos docenas. Música agradable, abundantes bebidas y refrigerios y una hermosa y lujosa casa eran el paquete completo para clasificarla como una agradable velada. Sin embargo, él había salido buscando un respiro ... un respiro de aquellos ojos azules que los acechaban.

Había llegado al lugar cuatro horas antes y sobrevivió al típico "¡Sorpresa!" gritado a todo pulmón por los presentes que salían de todas partes después de estar escondidos. Y él realmente se sorprendió, no por la fiesta pues Suho le había dicho, sino por la cantidad de personas que vinieron a verlo. Su amigo había dicho: "nos reuniremos solo los conocidos" y creyó que serían cinco o seis, pero después de saludar a cada uno se dio cuenta que en realidad los conocía a todos y que habían compartido siendo más jóvenes. Tendría que replantearse la categoría de "ermitaño" que se daba a sí mismo a sus tempranos treinta y algo, quizás tenía más conocidos de los que pensaba.

Con la mayoría de los presentes a su alrededor después de la sorpresa, le llamó la atención una figura que se mantuvo fuera del grupo. Miró al chico por un momento y desvió la vista para no ser grosero... y luego, lo volvió a mirar. Este le saludó con la mano, siempre desde la distancia. ¡BaekHyun! ¡Oh, por Dios, era BaekHyun! JongIn se quedó mirándolo anonadado. ¿Cuándo fue la última vez que vio al hermano menor de Suho? ¿Seis años? ¿Ocho años? Recordaba perfectamente al adolescente casi niño todavía, pero este apuesto hombre le era desconocido.

De traje negro impecable y hecho a la medida, zapatos lustrosos y corte de cabellos a la moda y elegante, no era el problemático en jeans y converses que sus recuerdos le mostraban. Pero había algo que nunca cambiaría en el chico: esos expresivos ojos azules y la forma en que durante muchos años lo habían mirado. JongIn le devolvió el saludo con un gesto de la cabeza y una sonrisa. BaekHyun se señaló a sí mismo con el dedo y articuló mudo un "soy yo". JongIn asintió con la cabeza nuevamente. Entonces, él otro sonrió ... y la maldita habitación se iluminó dejando a JongIn descolocado.

Suho se apresuró en llamar su atención colocándose entre los dos. Miró hacia atrás a BaekHyun y luego a él. La sonrisa en BaekHyun desapareció y él sintió que un nudo incómodo le apretaba la garganta. Seguro era su corbata. Siguió a su amigo al comedor donde se servían los refrigerios junto al resto de los invitados.

Durante las próximas horas de charla y recuerdos de juventud, JongIn jugó al espía contra Suho y cuando este no prestaba atención, buscaba con la mirada a BaekHyun, encontrándolo siempre en el extremo opuesto al suyo. Incluso si caminaba por la habitación para conversar con este grupo o aquel, cuando volvía a buscarlo, estaba en la otra esquina. Fue claro para el hombre entonces, Suho debió haber leído severamente la cartilla a su hermano, cartilla con una sola orden: mantente alejado de JongIn.

Restregó las manos en su cara y se quedó mirando a la lejanía. No quería ponerse filosófico ni nada, pero la reflexión no estaba demás: en esta vida habían cosas que cambiaban y otras que no. Kim Junmyeon, no. No tenía una idea clara del momento exacto en que el corazón de su amigo dio un giro de ciento ochenta grados y todo se vino abajo. Sin embargo, había algo que recordaba como si lo estuviera viendo frente a sus ojos: la cara de Suho el día que nació su hermano pequeño.

Hyung. La espera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora