Construyendo un rascacielos

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Las hábiles manos de Xiao Jiu se paseaban por uno de los tantos archivadores, buscaba más que información, algún movimiento mal hecho, corrupción, casos de carpetazos donde el afectado haya perdido la demanda o contrario a ello ganado a costa de soborno, algo que influyera lo suficiente como para hundir a Yue Qingyuan con tales evidencias.

Consultó su reloj, conociendo a su jefe la visita a la tienda no demoraría mucho, si se lograba encontrar con Shang Qinghua tendría el tiempo suficiente, sabía que había hecho bien en hacer coincidir sus horarios para encontrarse frente a frente, esperaba que el menor no se mostrara huraño o en su defecto dolido por verse de nuevo con su ex.

En la habitación no existía ruido alguno, Xiao Jiu se había encargado de aceitar bien cada cajón para que se desplazasen con la suavidad de una pluma al momento de tirar de estos, aquel espacio era privado, lo más personal de Qingyuan tanto que ningún empleado entraba, ni Jiu y ahora se encontraba violando esa intimidad en el despacho y archivador prohibido.

—¡Vamos, no puedes ser tan recto y justo como aparentas! —Masculló extrayendo algunas carpetas para hojearlas de manera fugaz.

Había logrado hurtar la llave de aquella habitación cuando Yue Qingyuan tomaba una de sus largas duchas, estaba agradecido de que en esa habitación no hubiesen cámaras, de lo contrario tendría que borrar evidencia y eso solo retrasaría su objetivo.

Entre archivos y documentos, tiró del último cajón superior encontrándolo casi vacío, y era casi ya que en este solo se apreciaba un sobre transparente, una simple bolsa hermética la cual resguardaba un viejo celular, Xiao Jiu recordaba que aquel modelo telefónico había salido aproximadamente hacía cuatro años por lo que arqueó la ceja curioso y sin esperar más sacó la bolsa para extraer el móvil, de su bolsillo sacó el teléfono desechable sabía que no se parecían en absoluto los modelos pero serviría por si a Yue se le ocurría entrar y revisar ese cajón, guardó el móvil en su bolsillo y lo suplantó por el pequeño.

Bajó la vista hasta ver un folder negro que se perdía gracias a la poca luz con la que Xiao trabajaba, lo tomó sintiéndolo apenas pesado; entre sus dedos había adquirido el grosor de una tesina, abrió dicha carpeta y se sorprendió de ver la foto de un hombre de espaldas a la toma, se apreciaba también a una mujer en el suelo, posiblemente inconsciente aunque todo cambió cuando el secretario se fijó en el charco de sangre que había.

Cerró la carpeta y la guardó acomodándola minuciosamente entre su chaleco y su camisa, logró sujetarla con el cinturón y tras comprobar que no se viera demasiado evidente, desabrochó su saco para mantener la prenda holgada.

Cerró de nuevo el cajón y salió de ahí por seguridad ya que no podía pasar demasiado tiempo lejos de su escritorio o comenzaría a levantar sospechas, peor aún por si a alguno de seguridad se le ocurría asomarse al computador para revisar las cámaras y notar que estas estaban desconectadas.

A paso sigiloso, alerta y con la mirada bien puesta sobre el pasillo oculto, salió de la habitación cerrando con seguro, abandonó el pequeño cuarto y caminó con normalidad al fingir que salía del sanitario contiguo, justo a tiempo cuando una de las sirvientas pasaba con un nuevo juego de sabanas para la recamara del candidato.

Al llegar a su puesto, reconectó todas las cámaras y prosiguió en su labor, aunque realmente ya no tenía nada que hacer puesto que todo ya estaba listo desde un día antes por lo que solo se dedicó a tontear en su lectura de la psicología de los colores, al menos debía admitir que su profesión real le seguía gustando aunque ya no la desempeñaba desde hace años.

Aproximadamente dos horas después llegó un tranquilo Yue Qingyuan con una bolsa entre sus dedos, Xiao Jiu alzó la vista del computador y observó al hombre quien se mantenía demasiado inexpresivo.

The sniper «BingJiu»Where stories live. Discover now