Capítulo 9: Familia

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Capítulo 9:

Familia

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Segundo día en casa de la familia De la rosa y no he tenido el placer de conocer a la esposa del señor Antonio, sin embargo, escuche que ella no se encontraba bien. Nada que ver con su embarazo que se encuentra en la última etapa de gestación sino por la inesperada muerte de su padre.

No fue mi intención escuchar una conversación ajena, pero, me llamo la atención que la servidumbre mencionó que fue atacado por un lobo o algún otro animal, no estaban seguras. Dijeron que no pudieron encontrar más que algunos trozos de su cuerpo. Ni siquiera se explican cómo pudieron reconocerlo.

Lo que me recordó mi excursión del día anterior y aquel animal irracional que evidentemente destrozaba un cuerpo humano con sus garras y colmillos. Por eso he salido más temprano y en vez de ir a Cirvius he venido a la casa de Damián.

Regresar a Cirvius para que me tildaran de loca de nuevo solo iba a ocasionar que un guardián quedara congelado como una escultura en la estancia principal.

Ya he tocado la puerta. Espero impaciente a que alguien abra. La residencia de Damián no se encuentra muy lejos de la majestuosa institución de los guardianes, solo unas cuantas calles por el este de Cirvius. Una casa modesta para una familia de tres.

Hace mucho que no veo a su esposa e hija. La última vez que estuve aquí esa niña ni siquiera daba sus primeros pasos.

La puerta es abierta. Katia Sonríe al verme, sorprendida. La última vez que estuve aquí dije que quizás no regresaría, y ahora estoy aquí. El regreso de mi hermana me ha hecho incumplir algunas promesas que me hice a mí misma. Ella ha envejecido, aunque su cabello sigue teniendo ese tono caramelo su piel está cubierta de las huellas que van dejando los años.

—Volviste —dice observándome como si no pudiera creer que estoy aquí. Por lo visto Damián omitió comentarle a su esposa mi presencia en la ciudad. Lo mejor que pudo haber hecho y ahora lo he arruinado.

—Sí, aquí estoy —que difícil será alejarme de nuevo. Siempre es muy doloroso decir adiós.

—¡No lo puedo creer! Creí que no te volvería a ver —termina de salir a la calle y me da un abrazo. Hace mucho que nadie me abrazaba, y por un segundo me siento frágil como aquella jovencita que lo perdió todo. La que mi madre manipulo a su antojo. La que no pudo hacer más que mirar. —Vamos a dentro. Estoy tan feliz de verte de nuevo, Selt.

—También me hace feliz verte, Katia.

Permito que me lleve al interior de su hogar mientras que mi coraza se quiebra.

—¿Cuándo llegaste? —inquiere al cerrar la puerta.

—Hace un par de días —musito. Recorro la sala con la mirada para darme cuenta de que apenas y existen algunos pocos cambios en la decoración de la casa. El cuadro que ella hizo que pintaran antes de que me fuera sigue estando en el mismo lugar. Allí estamos los tres... y yo sostengo a la pequeña niña. —Ni siquiera lo has movido de lugar.

Oscuros. Guardianes 3. Origen de los oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora