Capítulo 33

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Los miembros del equipo se miraron entre ellos, asustados. No quisieron abrir la boca.

Observaron a la mujer con detenimiento. Vestía un elegante traje de dos piezas color aguamarina, que combinaba a la perfección con unas gafas de montura metálica colocadas sobre el puente de la nariz. Sus pasos eran decididos, cargados de seguridad; el único sonido que repiqueteaba sobre el suelo era el de sus tacones, eco entre aquellas paredes.

—Haced el favor de seguirme —dibujó en el aire un ademán que invitaba a su compañía mientras los guardias mantenían el pasillo dibujado con sus cuerpos y escudos.

Detrás suyo, un par de agentes enfundados en trajes oscuros y con carpetas caminaban con el mismo paso sereno.

—No.

Olaia fue la única en mediar palabra. Carter se mantuvo a su lado, con el ceño fruncido, confundido y enfurecido. El resto se mantuvieron un par de pasos detrás, sin hacer ni decir nada, como si esperaran una explicación por su parte.

—Cariño, no seas estúpida y sígueme —enarcó las cejas—. Todos buscáis respuestas y yo os las voy a proporcionar. Neeson, lleva a Carter, Johanna y a Peter a que les hagan los procedimientos rutinarios. Reyes, acompaña al resto a la enfermería para curar sus heridas.

Johanna se quedó congelada en el sitio. Agarraba a su hermano del brazo pero se lo cedía a Hailee. Recorrió el cuerpo de Olaia y Carter con su mirada, lanzó un bufido de soslayo a aquella mujer, y luego se dispuso a comprobar el rostro descompuesto de todos. Pálidos, quietos, como si tratasen de asentar la información; sin duda alguna, debía hacer algo al respecto.

—¿Dónde está Sebastian Wright? —preguntó Johanna sin un ápice de amabilidad—. ¿Por qué la envió a usted?

Como respuesta, Jonatan fue el primero en cruzar el pasillo y seguir a la mujer. Aposentado a su lado, les miró con crudeza.

—Carol no tiene nada que ver con Sebastian.

—¿De qué demonios hablas?

—Cuando bajé en busca de respuestas, fue Carol quien me recibió, no Sebastian. Y ella os explicará por qué, pero os tenéis que tranquilizar y obedecer. Nadie va a hacer ya nada. Estáis a salvo.

—¡¿A salvo?! —protestó Johanna, iracunda—. Casi nos dejas morir con la loca de ahí arriba, ¿y dices que confiemos en ti? ¡Nos estabas vendiendo! ¿Por qué si no has estado tan raro? ¿Por qué no lo has dicho antes?

Jonatan respondió con una sonrisa socarrona mientras el hombre vestido de traje, Neeson, chasqueaba los dedos. Un par de agentes, sin escudos, inmovilizaron a Peter y Carter.

—¿Sabes lo que se dice del agujero que hay en el capullo de las polillas? —ladeó la cabeza, como si se entretuviese—. Debes dejar que la polilla se geste dentro y obtenga toda la fortaleza que necesita. Si desde fuera ayudas a que puedan atravesar capullo con más facilidad, solo conseguirás que no tenga la resistencia que necesita y, cuando salga, le sea más claro morir en el mundo que la rodea. Si por sí sola consigue abrir el capullo, significa que estará preparada para poder enfrentarse a los riesgos de la naturaleza.

Otro par de agentes, nombrados por Reyes, rodearon al resto de miembros hasta separarlos y dividirlos, y los escoltaron.

—Pero ya os avisé. Tendríamos que habernos quedado arriba —dijo con sorna—. Carol nos habría sacado tarde o temprano, así que dejé que todo siguiera su curso.

Los antidisturbios entraron en acción y separaron a los miembros uno a uno. Olaia perdió de vista al resto y fue llevada hacia Carol, por detrás de Jonatan. Quiso darse la vuelta, pero estaba rodeada y apretada entre cuerpos, hombros, escudos y rifles.

La Torre Alpha #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora