Capítulo 18

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—¿Qué quieres decir con eso? —Atónito y enfurecido, no se achantó ante Alexandra.

—La misión no solo tenía que ver en sacarle la información al pianista —se regodeó, y alzó el mentón con superioridad—. Había algo oculto en aquel casino. Si no, ¿por qué tendríamos que estar casi una semana para ganarnos la confianza del pianista y el crupier? ¿Solo por la información? ¿Para eso me mato a entrenar? ¡¿Para obtener un mensaje que Sebastian pudiera interceptar fácilmente por su cuenta?! —Dio un par de vueltas de reconocimiento alrededor del líder hasta pararse en la mesa, donde se apoyó con las palmas de la mano al final de su espalda y echando el cuerpo hacia atrás—. A mi me parece que no.

—Tu informe no será favorable para ascender.

—¡Que no me importa! Que no quiero vuestra mierda de poder —dijo cargada de soberbia—. Ya no tengo nada que perder ni que ganar. Todo esto me es insignificante.

A Hailee se le cayó uno de los platos de las manos y se hizo añicos en el suelo. Se dio cuenta al instante, la buscó con la mirada y la encontró detrás de la isla de la cocina. Luego volvió a Carter, que compartía la misma mirada de suspense y hermetismo que le caracterizaban.

Alexandra caminó con desenfado hasta el mismo sitio desde donde tiró el primer jarrón a Jonatan, y miró a Fabi y a Olaia con amargura.

—Sebastian no estará contento —amenazó Jonatan.

—Lo que tú digas...

—Estás loca —Carter masticó las palabras.

—Dijo el bastardo. Tú no quieres que nadie te toque por la paranoia que tienes tras la muerte de tu novia, la suicida. A lo mejor no soy yo la que está loca, Carter.

—Retira eso... —rojo de ira y con los puños cerrados, se envalentonó a Alexandra.

—Pégame y veremos cómo te hundes más en la miseria, bastardo.

—Ha dicho que lo retires —Olaia salió en su defensa.

—¿Pero tú de qué hablas? ¿A ti quién te ha invitado? —no se dignó ni a mirarla—. Si vuelves a abrir tu diminuta boca de pato, haré comida china contigo.

—Disculpa, pero aquí la que tiene pinta de ser devorada por todos, eres tú —escupió.

—Oh, ¿crees que no sé lo que escondes? ¿Crees que no me he callado haciéndote el favor de tu vida desde que pusiste un pie aquí dentro? —sonrió triunfal mientras se regodeaba—. Si vuelves a dirigirte a mí con ese tono, creo que más de uno querrá despedazarte a ti antes que a mí.

—¿De qué estás hablando?

—De tu pasado, Olaia. ¿Quieres que desvele delante de todos quién eres?

Peter apareció de la nada y le agarró del codo. Entre empujones y crujidos de sus pisadas sobre los pedazos de cerámica y su polvo, se marcharon justo cuando la cuestionaba con una sencilla pregunta:

—¿Qué sabes?

Se soltó de Fabi. Pretendió que su poca estabilidad no la delatara tras las palabras de Alexandra. Desvió la mirada a Jonatan y Carter; el primero tenía medio cuerpo dirigido hacia ella, con una mirada de confusión y tristeza que caló en su alma; el segundo apretaba tanto la mandíbula que en cualquier momento se le podría desencajar.

—¿Quién demonios eres? —masculló, y chocó su hombro.

—¡Carter! —quiso seguirle, pero ni sus piernas ni Fabi se lo permitieron.

Hailee, quién estaba en la cocina con los platos para servir la mesa, se quedó expectante mientras recogía los trozos rotos del que se le había caído minutos antes, el único sonido audible que permaneció en la sala como el chapoteo exclusivo y concluyente de una piedra hundiéndose en un lago.

La Torre Alpha #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora