Esta historia no es una continuación de la anterior pero mantiene el mismo mundo. No es necesario leer la historia anterior.
José Un Joven de 17 años involucra a su novia en un mortal accidente de tránsito haciendo que la hija de un importante Amigo...
Pamela llamaba la atención de José con un susurro.
- Ya es hora.
José algo sorprendido se levantó y preguntó.
- ¿Que haces aquí ?
- Soy tu compañera de cuarto.
- además debía levantarte.
- Sé que no lo harías tu sola - Pamela levantaba la mano
José confundido miró la cama de Pamela fijándose que había dormido ahí. José aún confundido miró a Pamela y ella solo se encogió de hombros.
- Levántate hermosa.
Una vez José salió de la ducha Pamela lo esperaba con su vestimenta.
- esta ves si nos te salvas de está - Pamela levantaba un corto vestido colgado sobre un armador.
José algo ingenuo preguntó.
- Aah es una blusa.
Pamela con una sonrisa negó con la cabeza y le entregó el vestido.
José con curiosidad lo miró y se lo puso con ayuda de Pamela. Aquel vestido bajaba lentamente adaptándose a las nuevas curvas de José.
- aah otra vez me dieron algo que no es de mi talla. - José se expresó.
Pamela con una sonrisa acabó de acomodar el vestido y dijo.
- Ahora que se que eres José, me divierte un poco tener que ayudarte a usae vestidos.
José no paraba de acomodarse el vestido mientras sentía una fuerte sensación de desnudez.
- ¿No puedo usar el uniforme? - José preguntaba mientras se miraba al espejo
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- Te dije que de esta no te salvas.
- Además, te ves divina.
- José al igual que Pamela no podía negar lo bien que se veía.
Una extraña sensación de placer al recibir la atención de Pamela emergía en Camila, dando como respuesta una pequeña sonrisa.
- ¡Vez, te gusta! - Pamela exclamó al ver la reacción de José.
- No, déjame en paz - José avergonzado se dirigió a la cama para colocarse los tacones.
- Es muy extraño usar vestidos cortos, siento que voy a salir a la calle sin pantalones. - José se expresaba mientras ajustaba sus tacones.
- Lo sé - Pamela llevaba a José nuevamente al espejo.
- Pero, es divertido ver cómo los hombres se vuelven locos.
- Ahora serás el centro de atención.
- El destino te convirtió en una diosa y te sentirás deseada e intocable.
- El poder de tu belleza y sensualidad es ilimitado.
José nuevamente dejó salir una sonrisa, pues no podía negar que Pamela estaba en lo cierto. El auto estima y confianza de José subía como la espuma rompiendo paradigmas de su antiguo ser.
De repente, aquellas sensación confusa de José se aclaró como el agua después de escuchar las palabras de Pamela.
- Sentirse deseada - José susurró.
- Bien, vamos. - Pamela intentó jalar a Camila hacía afuera de la habitación.
José con resistencia daba cortos pasos.
- Tranquila no hay nadie - Pamela algo apurada empujaba a su amiga.
Tanto Pamela como Camila caminaban hacia la caminata llevando el mismo vestido.
El hombre que esperaba en la camioneta miró a las dos chicas de pies a cabeza llamando la atención de José.
Aquel hombre de la camioneta era un chico de 25 años con un atractivo que revolvió la cabeza de José. Aún se sentía confundido probó el primer bocado de las palabras de Pamela.
Una tímida sonrisa de José quién inconscientemente arregló su cabello llamó la atención de Pamela quien con cuna pequeño empujón dijo.
- No seas tan obvia - Pamela sonreía con picardía.
José sin entender lo que pasó miró a su amiga quien con un par de miradas y movimiento de ojos le hizo caer en cuenta lo que estaba pasando.
José inmediatamente intento regresar a la normalidad pero sus movimientos eran muy torpes y obvios causando gracia al joven conductor.
José no se sentía nada cómodo con sus confusas actitudes hacia aquel chico, las mismas que no entendía o intentaba entender, y como si se tratara de un ternero recién nacido, estaba aprendiendo a caminar con sus instintos.
José aunque se adaptó a su nuevo cuerpo la mayoría de su vida fue un hombre y aquellas sensaciones y pensamientos seguían siendo muy confusos.
Lo único que tenía claro y no quería aceptarlo todavía era que disfrutaba como aquel joven chofer lo miraba. Sus pasos a partir de ese momento fueron torpes y confusos hacia el automotor.
Las chicas se subieron en la camioneta y se acomodaron. Aún era obscuro y el viaje era largo.
En el viaje sólo estaba Camila y Pamela sentadas en el asiento de atrás y en el asiento de adelante el joven chofer quién conducía mientras constantemente miraba por el retrovisor a la confundida chica que llamaba su atención , la misma que torpemente intentaba disimular el cruce de miradas a través del espejo.
Pamela se encontraba dormida y José jugaba con su mirada curiosa de aquel chico que tanto le llamaba la atención. Camila tímidamente sonreía pero en el fondo se odiaba Por hacerlo.
José no entendía porque no podía parar de ver a aquel joven chico, era como un gato que miraba un objeto brillante con mucha curiosidad.
El temor de camila de llamar la atención de aquel chico como para que intenta ligar con ella era suficiente para odiarse a si misma pero aquel objeto brillante comenzaba a calentarse y José sabía podría quemarse pero la curiosidad y el deseo se apoderaban de sus instintos.
- Llegamos señoritas. - El chico apagó el vehiculo.
Las dos chicas se bajaron de aquella camioneta. El tiempo de la ruta fue suficiente para que el joven chofer gane la confianza necesaria para acercarse a Camila, la misma chica que estaba completamente desentendida de lo que sucedía pero disfrutaba sentirse deseada por aquel chico.
Antes de comenzar a caminar el interesado chófer se acercó a Camila.
- Señorita, su bolso.
- Por cierto soy Alejandro. - El joven chofer susurró de manera sugerente.
José sintió como su piel se erizó y aquella reacción hizo que su bolso se caiga dejando sus manos paralizadas sobre sus piernas mientras se daba cuenta que su presencia era el centro de atencion del lugar.
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