Jazlyn Ramsay y la magia extraña

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Hogwarts era fantástico. En los últimos días Jaz se había relacionado un poco más con Harry y Ron, al igual que con Parvati y Lavender. Como era de esperarse, su relación con Hermione no era de lo mejor; no podían estar solas en una misma habitación porque de seguro acababan discutiendo sin pelos en la lengua.

El primer día de clases, Sebastian ayudó a su hermana con los horarios y también a encontrar el camino a los diferentes salones, ya que era muy difícil orientarse en el gran castillo. La clase de Transformaciones la aburría un poco, pero la que más le gustaba era Historia de la Magia. Lo extraño era que a nadie le gustaba esa clase, pero a ella se le hacía muy interesante, sobre todo por el profesor. ¡Era un fantasma! Y su nombre era Binns. Había rumores que decían que se había quedado dormido un día y despertó muerto, pero aún así siguió haciendo sus clases. Jaz aprendió que debía de ser igual de perseverante que él en la vida. La clase de Encantamientos era muy divertida, ya que el pequeño profesor Flitwick las hacía interactivas y entretenidas, y además a Jaz casi todo le salía bien.

Un día viernes por la mañana Jaz se dirigió al Gran Comedor junto a Ron y Harry, muy exitosamente, ya que por primera vez no se perdieron en el trayecto.

—¿Qué clases tenemos hoy? —preguntó Harry, mientras se llevaba una cucharada de cereales a la boca.

—Pociones dobles con Slytherin —contestó Ron, sirviéndose gachas de avena—. Dicen que Snape siempre los favorece a ellos.

—Snape se ve muy extraño —comentó Jaz después de tragar un pedazo de tostada con mermelada de frambuesa—. Parece que odia a todo el mundo, ¿cierto?

—Es cierto —afirmó Harry—. A veces da miedo.

—Es que sí da miedo. Neville cuando lo ve en los pasillos se esconde —dijo Ron—. Lo entiendo, es muy escalofriante.

Después de terminar el desayuno, los tres muchachos fueron directo a la clase de Pociones, que se impartía en una especie de calabozo que se encontraba en las mazmorras del castillo.

Desde un principio la clase fue horrible, sobre todo para los de Gryffindor, ya que era cierto que el profesor favorecía a los de Slytherin. Peor aún, Snape emparejó a los alumnos para trabajar y a Jaz la puso con Hermione.

—Lo estás haciendo todo mal, Jazlyn —dijo Hermione con un tono molesto, empujando a la chica a un lado para tomar el lugar frente al humeante caldero, comenzando a corregir los errores de Jaz—. ¿No puedes hacer algo bien? Primero iba la ortiga seca.

—Hermione, cállate un rato —gruñó la pelinegra entre dientes, muy irritada.

—No quiero tener que decir que la señorita Granger tiene razón, sin embargo, es verdad —dijo Snape, parándose detrás de las dos chicas—. Todo lo hace mal, señorita Ramsay