"ꜱᴡᴇᴇᴛ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟ ᴀɴɢᴇʟ"- ʜᴀʟꜰ ᴅᴇᴠɪʟ ʜᴀʟꜰ ɢᴏᴅᴅɴᴇꜱꜱ (PAUSADA TEMPORALMENTE)

Capitulo XXII.

"¿Fue un regalo o fue una tortura retorcida?"

Abrí ligeramente mis ojos al sentir una molesta luz sobre mi rostro.

Me removí entre las sábanas y sentí un agarre sobre mi cintura, además de alguien mucho más grande que yo posicionado detrás mío.

Sonreí de lado y me dí la vuelta con cuidado de no despertarlo, uno de sus rulos caía levemente sobre su rostro.

Se veía terriblemente angelical.

Lucía demasiado tierno durmiendo con tranquilidad sobre mi cama, sus mejillas estaban rosadas y sus labios estaban levemente abiertos.

Su rostro se veía muy diferente, ahora se notaba un poco más relajado, estaba tranquilo, finalmente pudo descansar por lo menos una noche.

No pude evitarlo y acaricié sus mejillas rosadas, él levantó su mano y tomó la mía de golpe, me sobresalté un poco.

—Estás tan obsesionada conmigo que no puedes evitar mirarme y mantener tus manos fuera de mi ni por un segundo. ¿No es cierto?

Seguía adormilado y sin abrir los ojos, mostrando una enorme sonrisa.

—Si claro, creo que alucinas. Ahora lárgate de mi habitación, no sé porque te quedaste. Yo no duermo con mis sumisos.

Reprimí una sonrisa.

Mattheo abrió los ojos de golpe y me miró con el ceño fruncido.

No pude evitar soltar una gran carcajada al ver su expresión.

Él sonrió.

—Tú maldita pequeña..

Se abalanzó contra mí y trató de hacerme cosquillas.

—!Mattheo! Sabes que es inútil, yo no tengo cosquillas guapo— Dije riendo victoriosa.

El arqueó su ceja sonriendo retante, y hundió su cabeza en mi cuello, dejando delicados besos y mordidas sobre este.

—¡No! !No! !Theo!— solté una risita ahogada— !Suéltame! !Ya basta!

—¿De qué sumisos hablas, eh? Nadie jamás, ni en un millón de años logrará reemplazarme, y estoy seguro de que tú lo sabes bien— Volví a soltar una risita—. Tú eres mía— Dijo con algo de posesividad en su voz—. Al igual que yo soy tuyo.

Tomó mi mano delicadamente y la posicionó en su pecho

—¿Escuchas ese latido? Escúchalo bien pequeña, porque si este oscuro y miserable corazón late, es por culpa tuya, si late, es por ti y solo por ti. Y créeme cuando te digo, que eso jamás cambiará.

Se detuvo y me miró nuevamente a los ojos.

Él tensó levemente su mandíbula y se fue acercando cada vez más hasta que unió nuestros labios con delicadeza.

Jamás lograré describir ese tipo de beso.

Era como una combinación de todo lo bueno, puro, real, dulce y férvido.

Me sobresalté por el sonido de una alarma.

Mierda.

Era la alarma que tengo de respaldo por sí voy tarde a las clases.

Ambos miramos el reloj y luego nos miramos.

Theo soltó una risita y trató de besarme.

—No, no, no. ¿Qué diablos estás haciendo? ¡Quítate! ¡Vamos a llegar tarde Mattheo!

—¿No quieres ir más radiante de lo normal?

Yo fruncí el ceño.

—¡Eres un idiota Riddle!-. Dije tratando de darme vuelta y salir de su agarre.