07: Tömma

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[23 Septiembre]

Me limpie el mentón y cerré los ojos, recostándome de nuevo en la pared mientras que, el ya familiar temblor, me recorría el cuerpo entero. Sentí de nuevo ganas de llorar pero hice mi mayor esfuerzo por retenerlas.

Dios, por favor, que la ayuda llegué ya.

No me moví hasta que estuve segura que no vomitaría de nuevo al tratar de ponerme de pie. Me acerqué al lavamanos y me lavé los dientes de nuevo, por tercera vez en el día para obligarme a salir de nuevo al comedor.

Odiaba tener que verlo, odiaba su máscara lisa y la voz robótica que siempre tenía algo que decir. Evité mirarlo mientras me sentaba de nuevo en mi lugar, donde todavía quedaba el jugo del almuerzo y el tablero a media partida que iba perdiendo.

—¿Te sientes mejor, drottning?—preguntó era vacía voz.

La garganta se me cerró con fuerza y el cuerpo volvió a temblarme de una manera dolorosa. Tuve que luchar contra las lágrimas que se agolpaban con fuerza en mis ojos, que quería hacer lo único que lograba darme un poco de paz.

«—Llora, niña, eso solo hace más divertido el juego»

Asentí, porque no podía hablarle. No sabía que consecuencias podría tener el decir algo que él no quería escuchar, ya que la última vez se había contentado con drogarme y meterme en una habitación con un cadáver.

—Todo lo que estas sintiendo pasará muy pronto—aseguró él—, solo dale tiempo.

No respondí nada, ni siquiera me moví para no hacer nada que lo molestara, a él parecía no haberle importado demasiado durante estos días ya que la mitad del tiempo en que estábamos ambos en el comedor estaba comiendo o corriendo de vuelta a la habitación para vomitarlo todo.

Apreté con fuerza los dientes para ignorar el dolor en mi brazo, mientras estiraba la mano para mover al caballo. No tenía idea de lo que hacía y tampoco me importaba porque él terminaba por ganar cada partida que hiciéramos.

Él no dijo nada e hizo su movimiento, si estaba mirándome o no, no podría saberlo. Y eso hacía que todo fuese mejor.

Prefería creer que en algún punto se cansaría de mí, que le aburriría que no hiciera nada y terminaría por abandonarme en medio de la nada para que nadie me encontrara. Eso era mejor que pensar que pasaría todos los días que me quedaran de vida en este lugar, encerrada entre paredes metálicas y su presencia.

Justo como ahora, que mi rey estaba rodeado por su torre, su alfil, sus caballos y su reina. Un jaque mate.

—Has mejorado bastante—dijo a través de su teclado—, ¿Te gusta este juego?

No. No entendía ni un poco de nada de lo que me decía, sobre movimientos y aperturas. Lo había escuchado pero no se quedaba nada en mi memoria, nada más que mi inevitable derrota ante cada partida y el hecho de que terminaría igual que mi rey, en todas las situaciones: derrotada.

Aun así asentí, mirando las piezas de cristal con la que había jugado los últimos tres días en cada comida.

A él en verdad no le interesaba si me gustaba o no el ajedrez, si lo consideraba divertido, dudaba que fuese a elegir otro juego para acompañar el pesado silencio que nos envolvía en cada comida. De todas formas, podía elegir monopolio, cartas o mímica, seguiría pareciéndome que en cualquier momento iba a cometer un error que lo haría encerrarme en la habitación de los espejos.

«—¿No quieres verme de nuevo, niña?»

Tomé el vaso de jugo, ignorando las ganas que tenía de negar. No quería que él supiera lo que había causado, no quería que supiera cuando me había afectado lo que había hecho conmigo.

JAQUE: El Perverso Juego del Rey [+21]Where stories live. Discover now