La fiesta de cumpleaños

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Todavía faltaban más de dos horas para la fiesta de Crescence, pero yo ya había empezado a buscar qué ponerme. Maia y Clitemnestra estaban conmigo, esta última había insistido en ir, tan pronto le conté.

—Quiero ver qué entienden los de Gryffindor por que es una fiesta de cumpleaños —dijo.

Estábamos vaciando el baúl donde guardaba mis cosas. Maia sacó una falda negra y la sostuvo en alto.

—No, muy conservador —apuntó Clitemnestra— va a una fiesta, no a la iglesia a orar.

—A mí tampoco me gusta —dijo Maia, y la dejó sobre la cama.

A medida que el baúl se iba quedando vacío y la cama se llenaba de ropa, yo estaba más segura de que no tenía nada qué ponerme para una ocasión así. Resoplé y me senté, contemplando el montón de ropa.

—Este es —dijo Maia, yo la miré. Sostenía en alto un vestido de terciopelo color azul oscuro. No me lo había puesto nunca, me parecía demasiado elegante.

—¿No es muy elegante? —pregunté— es una fiesta de cumpleaños, no una cena con el ministro de magia.

Mis dos amigas sonrieron.

—Creemos que se te verá perfecto —dijo Clitemnestra—, pero tú decides.

Miré el vestido, pensativa, era en realidad muy bonito.

—Está bien, será este entonces —accedí.

Ellas me miraron, emocionadas y sonrieron. Pasamos a buscar en el baúl de Maia, aunque con ella no tardamos tanto, pronto encontramos un vestido blanco que le quedaba muy bien. Le prestó uno a Clitemnestra, era de un encaje negro muy bonito. Nos cambiamos y yo decidí dejarme el cabello suelto. Le hice un moño a Maia, dejándole unos mechones sueltos. Cuando salimos de la habitación, ya era casi la hora. Eric nos esperaba en la sala común. Era extraño verlo tan bien peinado, aunque no se había vestido elegante, la ropa que habia elegido le quedaba bien.

—Se ven de maravilla —dijo mirándonos y haciendo un gesto de aprobación.

—Tú estás muy guapo —dijo Maia con una sonrisa.

Clitemnestra y yo intercambiamos una mirada cómplice, ambas habíamos notado que algo comenzaba a surgir entre ellos dos. Salimos de allí y recorrimos el castillo hasta que llegamos al pasillo donde estaba el retrato de la Señora Gorda. Crescence estaba ahí, esperándonos. Nos acercamos a él y lo saludamos.

—Hola —dijo—, gracias por venir —se volvió hacia el cuadro—. Hipogrifo.

Al escuchar la contraseña, el retrato se apartó, dejando al descubierto un túnel. A medida que nos acercábamos a la sala común, el ruido se hacía más intenso. Era una sala circular, con sillones de aspecto cómodo color rojo, decoraciones doradas y ventanas altas. Me pareció un lugar acogedor, aunque mi sala común seguía pareciéndome la más agradable. Había una gran cantidad de personas, una música alegre sonaba en todo el lugar y varias parejas bailaban sobre la alfombra roja que había cerca a la chimenea.

—Siéntase libres de comer y beber lo que quieran —dijo Crescence, que parecía muy alegre.

Nos acercamos a la mesa donde había una gran cantidad de comida. Tomé una botella de cerveza de mantequilla y la bebí a sorbos cortos mientras recorría el lugar con la mirada.

—Es mejor de lo que pensé —comentó Eric.

—Tienes razón —dijo Clitemnestra mientras tomaba una varita de regaliz y le daba un mordisco.

Un chico se acercó a ella y la miró con admiración.

—¿Quieres bailar? —le preguntó.

—No veo por qué no —respondió ella, tomó la mano que él le ofrecía y se fueron hacia donde las demás parejas bailaban.

𝑨𝒎𝒐𝒓𝒕𝒆𝒏𝒕𝒊𝒂 || 𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆Where stories live. Discover now