Capítulo 3. La dualidad de la herida

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Como sonido de fondo en aquellos pasillos del Hospital de Caballeros Mágicos, solo se escuchaban pasos rápidos, angustiados y tensos. Finral había creado un portal que los había trasladado al hospital, pero lejos de las habitaciones porque con los nervios no dio con el lugar exacto. Si Yami había resultado herido, lo más lógico era que estuviera siendo curado por Owen en ese instante, así que la primera reacción que tuvieron fue echar a correr.

La información que le había llegado a Finral solo había sido esa: Yami estaba en el hospital. No sabía absolutamente nada más; si estaba herido, si era grave, cómo se había producido, nada. Por lo tanto, aunque Asta le había preguntado al menos ya cuatro veces qué era lo que le había sucedido a su capitán, era completamente incapaz de contestar.

—¡¿Quieres callarte ya de una vez?! ¡No lo sabe! ¡Por mucho que le preguntes, no te va a poder contestar! —gritó Noelle con hartazgo por toda la tensión que había vivido con Asta en su conversación, por el revoltijo de emociones que le producía su decisión de cambiar de orden y que todavía no había sido capaz de procesar adecuadamente y, sobre todo, por la preocupación que consumía cada parte de su ser al pensar que Yami podría estar grave.

Asta la miró frunciendo un poco el ceño. Aceleró aún más el paso para que los metros cuadrados de ese pasillo interminable acabaran de una vez por todas. El corazón le latía con insistencia dentro del pecho mientras recordaba que ya había experimentado la sensación de que iba a perder a su capitán para siempre. Aunque muchos no lo entendieran, Asta verdaderamente admiraba a Yami. Era su figura paterna más cercana, la única en realidad. Era la única persona que le había permitido ser, en primer lugar, Caballero Mágico y ascender hasta donde hoy en día estaba. Se lo debía todo.

A pesar de lo que los demás pudieran pensar, no era alguien sin cerebro. Sabía que no tenía mucho sentido seleccionar para una Orden de Caballeros Mágicos a alguien quien carece de magia, él mismo era consciente de ese hecho. Así que le resultó realmente sorprendente que alguien hubiese depositado su confianza de esa manera en una persona como él. Con el paso de los años, además, se daba cuenta aún más de la trascendencia de ese hecho.

Era por ese motivo por el cual se preocupó tanto en su día por su bienestar cuando tuvo lugar el enfrentamiento con la Tríada Oscura y, por supuesto, por el cual lo seguía haciendo también en la actualidad.

Al verle la espalda en la lejanía de un pasillo después de doblar la esquina, frenó en seco. Suspiró notablemente aliviado y, cuando Finral y Noelle lo alcanzaron, imitaron su gesto.

—¡Capitán! —lo llamó alzando la voz, como usualmente lo hacía, mientras se echaba a correr hacia él de nuevo.

Yami se dio la vuelta ante su llamado. Cuando lo alcanzó, Asta lo miró con fijeza. Llevaba el torso desnudo, los pantalones sucios y tenía restos de sangre seca, sobre todo en las manos, en los brazos y en la cara. Sin embargo, no parecía que estuviese herido. Fumaba con decisión y su rostro componía un gesto muy serio y casi decaído. El chico no recordaba haberlo visto con ese desánimo nunca.

—¿Qué hacéis aquí? —espetó con voz áspera. En ese momento, Finral y Noelle llegaron a donde estaban y se detuvieron a su lado.

—Nos llegó una información que decía que estabas en el hospital y nos preocupamos, así que vinimos de inmediato.

—Ya veo —Yami le dio una calada larga a su cigarro, lo tiró al suelo sin importarle el lugar en el que estaba, lo aplastó con la suela de su zapato y sacó otro, prendiéndolo al segundo para continuar fumando—. Estoy bien, no hay necesidad de que os preocupéis. Podéis iros a la base, yo tengo que ir a hablar con Julius.

Finral se quedó atónito mientras lo miraba de arriba abajo. ¿De verdad pensaba ir a hablar con el mismísimo Rey Mago con esas pintas? Sabía que eran buenos amigos, pero consideraba que Yami tampoco debería aprovecharse de eso y presentarse de cualquier manera en su despacho, probablemente para darle un reporte de la misión a la que había acudido.

MalditosWhere stories live. Discover now