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“Feliz cumpleaños a ti Feliz cumpleaños a ti
Feliz cumpleaños querido Zee
¡Feliz cumpleaños a ti!”

Gulf observó a todos en la sala cantar con entusiasmo… bueno, todos en la habitación excepto Zee, que era el cumpleañero, y Saint, que parecía estar dividido entre burlarse de la gente a su alrededor y sonreírle como un estúpido a Zee.

Gulf amaba los cumpleaños. Amaba los cumpleaños Suppasit, en particular: eran ruidosos, divertidos y muy cálidos, y el trigésimo primer cumpleaños de Zee no era la excepción. La comida siempre era deliciosa -pese a su frágil salud, Malai Suppasit siempre insistió en cocinar ella misma para los cumpleaños de sus chicos- y la compañía era aún mejor. Normalmente.

–¿No estás pasándolo bien, guapo? –preguntó Sunan, envolviendo una mano en su bíceps.

Caso comprobado. 

Suprimiendo una mueca, Gulf dedicó a su nuevo novio una pequeña sonrisa. Alto, moreno y guapo, Sunan era exactamente su tipo, pero Gulf no podía decir que le gustara demasiado. Habían estado juntos por dos semanas ya, pero todavía se sentía incómodo cada vez que Sunan lo tocaba. No podía evitarlo. No importaba lo que supiera en su mente, su corazón todavía no había recibido el memo informándole que no le pertenecía a Mew, y cada toque, cada beso, se sentía como engañarlo. Había sido más fácil con Bright. Con Bright, Gulf había logrado medio-convencerse de que podría llegar a amarlo. Con Sunan, no podía. Había elegido a Bright porque le había gustado; había elegido a Sunan porque necesitaba un novio. Porque necesitaba distraer a Mew, necesitaba disipar cualquier sospecha.

Desde la noche de su ruptura con Bright –desde que se emborracho como un estúpido y besó a su mejor amigo– Mew había estado mirándolo raro. Gulf no creía que Mew sospechara la verdad, pero había estado actuando extraordinariamente atento, como si tuviera miedo de que estuviera deprimido. Lo peor de todo era que Gulf apenas recordaba vagamente el beso que compartieron, o más bien, los besos que compartieron, porque al parecer cuando estaba borracho no tenía vergüenza y no pasaba de aprovecharse de la compasión y bondad de Mew. Solo recordarlo le hacía estremecerse. Nunca creyó que pudiera ser tan patético y desesperado, pero al parecer, lo era.

No era lo único que lo preocupaba. Recordaba vagamente haberle dicho algo a Mew antes de desmayarse, pero sin importar cuanto exprimiera su memoria, seguía en blanco. ¿Y si le hubiera dicho algo comprometedor?

–¿Dulzura? –dijo Sunan.

Gulf ocultó otra mueca. Sunan era un estereotipo andante. A pesar de su estructura musculosa, él era tan femenino y dramático que la primera vez que Mew había conocido a Sunan, se había girado hacia Gulf y le había dedicado una mirada que decía “¿Es de verdad?”.

Del lado positivo, Sunan no intentó tomar un rol agresivo en lo sexual, perfectamente feliz de dejar que Gulf lo follara. Pero incluso pese a lo inofensivo de Sunan, Gulf aún no podía relajarse con él - relajarse lo suficiente para intentar ser el pasivo con él.

Trató de no contemplar la posibilidad, bastante deprimente, de que Mew pudiera ser el único hombre con quien pudiera relajarse completamente en la cama.

–¿Qué? –dijo Gulf, tratando de sonar atento y entusiasta. No era culpa de Sunan no ser Mew. No era culpa de Sunan que Gulf no pudiera evitar compararlo con su amigo, y que Sunan siempre quedara por debajo. No era culpa de Sunan que Gulf fuera un idiota y no pudiera jodidamente avanzar.

–No me dijiste que Saint Suppapong era el novio del hermano de tu amigo –dijo Sunan, mirando abiertamente a Saint–. No sabía que fuera homosexual. Guau.

Esta vez Gulf no se molestó en ocultar la mueca.

–¿Cómo es eso importante? –dijo–. Nuestra sexualidad no nos define.

Mejores amigosWhere stories live. Discover now