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Una hora después, Mew miraba a Gulf sentado en el suelo de la sala de su casa, apoyado en el sofá.

La mirada vacía de Gulf estaba fija en el techo, sus manos cerradas alrededor de una botella de vodka como si fuera su salvavidas.

–Deja de mirarme –dijo Gulf, sin mirarlo–. Bebe conmigo. Me siento todavía más patético bebiendo solo.

Mew tomó una botella para sí mismo y se sentó junto a Gulf, presionando sus hombros juntos. Abrió la botella, pero no bebió.

–No digas eso. No eres patético.

–Me siento bastante jodidamente patético –dijo Gulf, con su vista aún en el techo. Mew veía la manzana de Adán de Gulf subir y bajar mientras que murmuraba–. Un completo fracasado en todos los frentes –tomó un trago de su botella, sus largas pestañas ocultando su expresión. – ¿Sabes cuál es la peor parte? Yo pienso: ¿Cuál es el punto en ir contra él? Si tuviera algo por lo que luchar, lo haría. Pero no lo tengo –sonrió–. Por lo menos haré feliz a alguien si me caso con Megan y continúo con la línea de lamentables aristócratas amargados y obscenamente ricos.

–No digas eso.

Gulf lo miró un largo rato, con los ojos demasiado brillantes.

–Pero es verdad –dijo en voz baja–. Soy una decepción para todos. Para papá, porque no soy como él… o como Saint –Gulf rio–. Sabes, es gracioso. Un par de veces pensé que Saint habría sido mucho mejor Kanawut que yo, y ahora... ahora tengo un hermano que probablemente me odia y un padre que secretamente desea que yo hubiera sido el bastardo –miró a sus dedos de los pies descalzos–. Ni siquiera puedo hacer la cosa gay bien. Cagué incluso eso, cuando me enamoré del único hombre que nunca podría tener.

Mew apartó la mirada por un momento, poniendo su botella a un lado.

–Kana…

–Sabes que tengo razón –dijo Gulf con una pequeña sonrisa–. Y papá tiene razón: algunas cosas son sencillamente imposibles. Debemos hacer lo que debemos.

–Cágate en tu padre.

–No, gracias. No estoy en ese tipo de cosas –Gulf se carcajeó de su propia broma, y luego se echó a reír, pero pronto el borde afilado de su risa histérica se volvió doloroso de escuchar.

Mew apretó la mandíbula. No era una buena idea para consolarlo mientras que Gulf estaba tan emocionalmente comprometido ya; él lo sabía. Pero su corazón no estaba de acuerdo. Gulf lo necesitaba, más que nunca, y eso sacó a flote cada instinto protector en él… y en lo que refería a Gulf, Mew tenía demasiado de ellos.

Siempre supo que su cariño por Gulf era un poco raro, un poco excesivo, un poco demasiado posesivo y protector. Incluso si no tenía nada, quería darle a Gulf todo, adicto a la sensación de cuidarlo. Mew había admirado a Janne en todo sentido, por ser independiente y negarse a pertenecerle a nadie más que a sí misma, con Gulf era todo lo contrario: a Mew jodidamente le encantaba que lo necesitara. Y ahora, contra su mejor juicio, sus propios instintos le demandaban hacer lo necesario para que Gulf se sintiera mejor, a pesar de saber que, en el largo plazo, su intervención podría –lo haría- herir más a Gulf.

Pero joder, no podía seguir viendo esto.

Suspirando, Mew jaló a Gulf acercándolo y lo envolvió con sus brazos. La risa de Gulf se desvaneció. Hizo un ruidito suave y se dejó caer contra Mew, prácticamente fundiéndose en el abrazo.

Mew se quedó mirando la oscura cabeza contra su pecho, muy consciente de que este no era un comportamiento amistoso. Gulf no quería a su mejor amigo ahora; quería recibir consuelo de la persona de quien estaba enamorado. Gulf quería amor.

Mejores amigosWhere stories live. Discover now