Que difícil encajar algunas decisiones cuando no queremos perder algo valioso. ¿No? Sobre todo cuando ni siquiera podemos medir todo lo valioso que es, y la única certeza que tenemos, es SENTIR que si nos falta, algo en nosotros se destroza.
¿Cuántos valores se quedan en el camino cuando se trata de conservar lo que queremos? Alguna vez te preguntaste ¿qué reglas romperías a fuerza de no perder algo preciado? ¿Qué principios doblegaríamos por amor? O por mantener con vida un tiempo más a quienes se apagan, o con tal de conservar ese trabajo que te hace tan feliz y está tan bien remunerado.
Por ejemplo todos nos llenamos la boca de ética y moral, cuando vemos que alguien tuvo acceso a una vacuna, de la que puede depender la vida propia o la de un ser querido, que está muy propenso a enfermarse si no se la aplicara. Y debatimos internamente cuán cuestionable es que se hayan saltado protocolos, en pos de favorecer a quienes quizá lo merecerían tanto como vos, pero accedieron por izquierda a ese derecho. Y tal vez, el debate en tu cabeza ni siquiera existiría, si hubieses sido uno de los beneficiados.
La hipocresía es ese rasgo que nos hace juzgar a otros duramente, por aquello que nosotros también haríamos, pero como no está moralmente aceptado, preferimos esconder.
Nota de autora:
Nada de lo que expreso anteriormente tiene como finalidad abrir un debate político. El ejemplo de las vacunas es meramente eso, un ejemplo. También podría haber dicho, tener acceso a un pasaje gratuito, a un bono extra de dinero... etc. La situación es pensar en aquellas cosas que uno juzga en los demás, porque sabe que son impropias moralmente, pero que sin embargo, en caso de tener acceso a la posibilidad de que nos mejoren la vida, tomaríamos desoyendo a nuestra propia escala de valores.
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Peter lee rápido, y Lali a su lado espera con ansiedad, saber que dice esa pequeña esquela escrita en francés, que los tres señores con poca expresión le dieron al chef.
Actúa con rapidez volviendo a poner la tarjeta elegante en el sobre, y se sonríe exultante, mientras traga saliva y les estrecha la mano. En un perfecto francés les agradece en nombre de Lali, semejante oportunidad, y los señores también la saludan a ella con mucho entusiasmo, a lo que Lali responde de igual modo.
Uno de los hombres le indica a Peter que se contacte con la dirección que le indica, y le agrega su tarjeta particular, para gestionar el viaje, y todo lo que Mariana necesite. Y Lali sigue siendo una espectadora de lujo en primera fila, ajena a todo lo que la conversación la involucra.
También le preguntan si tiene a alguien con quien reemplazar a la pastelera en su local, y él en su afán de terminar la conversación cuanto antes, les dice que sí, que ya están trabajando con alguien de suma confianza.
Lali Aprovecha un bache en la conversación, mientras los tres hombres hablan y le pregunta con inocencia a Peter - ¿Me explicás que te están diciendo? ¿Es sólo la estrellita, o también te dan plata?... ¡Tenés que pagarte una cena para los chicos Jefe, no seas rata!
Peter se sonríe apenas, y le explica con paciencia: - Me están explicando cómo formalizar el premio, y esas cosas... ¡Claro que vamos a celebrar! – Pero lejos de decírselo con euforia, la expresión es de pesadumbre. Le acaricia la mejilla con ternura, a la vista de todos, y Lali se queda algo descolocada, pero él se sonríe dándole confianza.
Ella está tan feliz por lo que pudo pescar del evento, que todo le parece irreal. Como si de un día para el otro estuviese viviendo en su propio sueño.
No dimensiona demasiado el hecho de que ella y su magia pastelera hayan sido responsables de esa segunda estrella. Para Lali, ella puede haber aportado algo, sobre todo cambiando radicalmente la carta de postres de "Akelarre", pero su nula experiencia laboral anterior, y el desconocimiento académico sobre ese mundo, hacen que se sienta ajena, y sobre todo, la inmensa admiración que siente por Peter, no le permite posicionarse por encima de él y su arte.
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Mis cinco sentidos
FanfictionMi abuela decía que el amor nacía en el estómago. En su época si querías enamorar a un hombre, la condición excluyente era que supieses cocinar. Pero además, que supieses hacerlo bien, y esa era la fórmula perfecta para garantizar el amor, un matrim...