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  Considerando todas las cosas que me habían pasado desde que entré al club de voleibol, incluso los traumas anteriores en donde los chicos me tuvieron mucha paciencia, entiendo que se preocupen y estén a punto de asesinar al equipo contrario. Hice todo lo posible para levantarme del suelo, pero sentía como algo se deslizaba por debajo de mi nariz, por lo que Inuoka-kun me impidió siquiera estar en 90º.
Quizás ese balón había hecho más que solo romperme la nariz, considerando que moviendo un poco mi brazo izquierdo sentía que me estaban dando apuñaladas sin piedad. Me aguanté las ganas de lanzar un grito al aire, para no generar un escándalo peor del que ya había.

—¡Mis disculpas! —vimos a Kuguri, quien hacía una reverencia, con una mueca satisfactoria en el rostro. Vi que mi hermano estaba a punto de amagar por darle una paliza, pero tanto Kuroo-san como yo lo detuvimos—. Tómenlo como punto a favor del Nekoma.
—De todas maneras, terminó siendo fuera —aclaró el árbitro. El Nekoma había ganado el primer set.
—¿Estás mejor __________-chan? —preguntó el capitán, cuando estábamos a punto de cambiar de lado.
—Creo que sí, pero si Inuoka-kun no me deja aunque sea levantarme... —miré al nombrado, quien me retenía contra el suelo para evitar que me levante.
—No creo que sea prudente que continúe aquí, mejor la llevo a la enfermería —parecía obstinado a no dejarme seguir en mis labores como mánager, que me costaba hacerlo entrar en razón para que me dejara decidir a mí—. Hablo enserio, __________-chan. No solo por el sangrado nasal, sino que también por lo de tu brazo.
—¡¿A qué te refieres con su brazo?! —preguntó alarmado Lev. En vez de responder con palabras, el castaño se acercó a mí y me tomó delicadamente del brazo izquierdo. Lo único que hice fue soltar una mueca de dolor, pero para los chicos era un mensaje claro—. ¿Está fracturado?
—Probablemente sea un golpe resentido, nada grave —honestamente lo que menos necesitaban los miembros del club, eran más motivos para nublar sus jugadas—. El brazo es lo de menos, además no se preocupen por mí. Todavía tienen que ganar un partido para asegurarnos un lugar en el Torneo de Primavera.
—Acompáñala Inuoka —dijo Kuroo-senpai, dando la orden final para que me callara—. Que la enfermera decida que es lo mejor, nosotros nos encargaremos de ganar el partido tanto por ti como por Yakkun.

Derrotada por un grupo de adolescentes, mi amigo me cargó a caballito en su espalda y me llevó hasta la enfermería del gimnasio, que por suerte el camino no fue largo. En la puerta de esta, Inuoka-kun me bajó y tocamos pidiendo permiso para poder entrar. La enfermera que estaba dentro nos miró con sorpresa, pero sobre todo preocupación hacia mí (quizás porque el balón ya me había deformado toda la cara). Mi amigo castaño tuvo que esperar afuera, mientras aquella mujer hacia su trabajo.
  Fui revisada de pies a cabeza, estuve recostada en la camilla mirando al techo con un algodón en mi nariz (considerando que no dejaba de sangrar) y veía como la enfermera buscaba algo en una especie de armario. En este momento, mi cabeza no paraba de pensar en el partido que estaban jugando los chicos del Nekoma. Incluso si la enfermera no me dejó incorporarme, al menos dejó entrar a Inuoka-kun quien estaba impaciente por saber el diagnóstico que tenía la profesional hacia mi estado.

   —El sangrado nasal es normal, considerando el golpe que recibiste —dijo terminando de teclear algunas cosas en la computadora que tenía a su disposición—. No te preocupes, no tienes la nariz rota, pero no te quites el algodón hasta el final del día. Si todavía sigue el sangrado, te recomiendo que visites a un médico.
   —¿Y qué hay de su brazo, enfermera? —preguntó Inuoka-kun muy preocupado.
   —Por lo que llegué a revisar, su hombro se dislocó, pero no sabría decirles cuanto fue eso —nos miró tranquila, pero como si tuviese una sombra sobre el rostro—. Le daré un cabestrillo para que puedan volver a animar a sus compañeros, ¿de casualidad eres zurda?
   —No, gracias al cielo soy diestra —dije mientras la mujer me ayudaba con mi brazo izquierdo—. Gracias por todo.
   —De nada, pueden irse a disfrutar el partido.

  Salimos de aquella habitación, aún que en vez de ir hacia el gimnasio donde estaba jugando el Nekoma, le pedí a Inuoka-kun hacer una parada en las canchas donde el Fukurōdani estaba por comenzar su partido. Dicen que el equipo al que se enfrentan es muy bueno, que su estrella tan solo está en segundo año y tiene la reputación de entrar a los próximos jóvenes internacionales. Quería ver con mis propios ojos ese nivel. No nos permitieron entrar a la zona de los espectadores, pero al menos pudimos ver desde la puerta parte del partido.
  Los rumores sobre el Itachiyama no mienten, de verdad jugaban muy bien. Luego de presenciar varios puntos entre ambos equipos, Sō-kun me cargó de nuevo a caballito hasta donde seguía jugando el Nekoma. Ya me había cansado de repetirle múltiples veces que no era necesario, pero no quiso escucharme, y me llevó así hasta que quedamos cerca de la banca junto al entrenador.

   —Ahh... Por fin volvieron, ¿cómo está tu brazo, Fukunaga-chan? —preguntó Nekomata-sensei al notar el cabestrillo y el algodón—. Se tardaban tanto, que por un momento pensé que tendría que mandar a Teshiro-kun a buscarlos.
   —Lamentamos mucho haberlo preocupado, Nekomata-sensei —los dos hicimos una reverencia en señal de disculpas—. Mi nariz no es algo grave, pero sobre el brazo...
   —Dijo que podría haberse dislocado el hombro, pero que a simple vista no estaba segura —continuó Inuoka-kun, al ver que yo no podía seguir hablando.
   —Ya veo, después del partido te acompañaremos a que te revise un médico —decretó el entrenador, iba a protestar cuando los de nuestro equipo anotaron un punto. Miré el marcador y habían hacho un break en el deuce—. Ojalá puedan terminar pronto, sino terminarán más que cansados como para celebrar.
   —¡No diga nada, sensei! —casi grito eso—. ¿Acaso nunca escuchó qué las palabras tienen poder?
   —Lo siento, ___________-chan —dijo él, soltando pequeñas risitas—. Tienes razón, jamás se debe cantar victoria antes de tiempo.
   —¡Wow! Lev-kun y Shibayama-kun se lucieron con esa combinación de defensa —vimos como Lev bloqueaba a Kuguri, obligándolo a que rematara hacia donde estaba el líbero—. Quisiera estar luciéndome en la cancha en este momento...
   —Ya llegará tu momento de brillar, Inuoka-kun —le di una sonrisa de ánimo, quién sabe, podría intentar convencer a Nekomata-sensei para que lo dejara más tiempo en la cancha si llegábamos a las nacionales.

  Después de algunos pases, conseguimos ganar el set porque Yamamoto-senpai mandó a volar el balón en donde el Nohebi no tuvo oportunidad de salvarla. Luego de la reverencia, los chicos se me acercaron (especialmente mi hermano) para celebrar con un abrazo que iríamos al Torneo de Primavera. Algunos tuvieron que contenerse al ver que llevaba un cabestrillo puesto, con miedo a hacerme más daño del que ya tenía. Entre algunas lágrimas por parte de los chicos de la felicidad, me reuní con Naoi-sensei para preguntarle sobre la lesión de Yaku-senpai.
  Nos harían la revisión a ambos con un médico en cuanto saliésemos del gimnasio, más que nada por precaución y tener consciente el hecho que pronto serían las nacionales. Les vendría bien saber de antemano si nuestro líbero oficial, tenía permitido jugar regularmente después de estar curado por completo o, si era conveniente, preparar a Yuki-kun para las instancias a por venir.

   —¿Segura qué estás bien? —preguntó Shōhei, mientras guardaba las últimas cosas en los bolsos, antes de irnos al hospital—. ¿Quieres apoyarte en mí en el camino?
   —Relajate Shōhei —intenté calmar a mi hermano en vano, parecía demasiado alterado—, estoy bien. Disfruta tu victoria, sino me harás sentir mal sobre el hecho que no estés celebrando.
   —De acuerdo... —antes de que dijera otra palabra, escuchamos pasos apresurados junto a un grito.
   —¡Fukunagaaa! —era Yamamoto-senpai, quien venía acompañado de Kenma-san (el cual no tenía una cara muy entusiasta, a diferencia de su compañero gritón) quien solo caminaba. Mi hermano dio un respingo ante la sorpresa—. Vamos hombre, demuestra que te emociona el haber ganado el partido. Ya tenemos a Kenma para demostrar indiferencia.
   —Déjalo tranquilo, Tora —lo regañó el colocador en su tono indiferente—. Además, hay que terminar de armar los bolsos para que puedan revisar a Yaku y a __________-chan.
   —Aww... Kenma-san de verdad se preocupa por mí —dije alagada con una voz medio aniñada, sólo recibí una cara de desagrado del nombrado.
   —Kuroo está demasiado insistente y eso me deja de mal humor —respondió él desviando la mirada. En que estaba de mal humor por la persistencia de nuestro capitán, no le creía ni una palabra.

Mi rascacielos humano  (Lev Haiba x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora