Prólogo

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Rusia, ubicación desconocida.

—¿Estáis todos en vuestras posiciones?  

—Afirmativo.

—Bien, proceded con la misión. 

—¿Y tú por qué tienes que mandar siempre?  —pregunta la voz masculina a través del pinganillo, frunzo el ceño.

—Porque soy la jefa, la mayor y porque soy la más responsable, así que cierra la boca y descárgate los archivos de una vez.

—Está bien —dice con fastidio. Vigilo el pasillo con una Glock 45 en mis manos, apuntando siempre al frente. Escucho pasos y me giro preparada para disparar, noto cómo se acercan más.

Los pasos paran, giro en la esquina y elevo mi arma hacia la persona que hay frente a mí, hace el amago de gritar pero antes de que lo logre lo silencio.

Enarco una ceja.

—¿Otra vez? ¿En serio?

—¿Por qué no estás en tu puesto? Siempre haces lo que te da la gana, un día de estos acabarán con nosotros.

—¡Me estaba meando joder! Siempre que me pongo nervioso me orino encima —ruedo los ojos, bajo el arma, guardándola en la cinturilla de mi short de cuero negro. —Y deja de apuntarme siempre con un arma, joder, en cualquier momento dispararás a mi perfecto rostro y quedaré igual o más feo que tú —enarco una ceja.

—Será mejor que no me tientes —noto cómo pasa saliva por su garganta y asiente, aunque sabe que en el fondo estoy de broma.

En el fondo.

—¿Ha terminado ya el hácker? Me quiero ir ya de aquí de una puta vez, este lugar no inspira confianza.

—Está descargando los archivos, Sissel está con él —asiente y mira detrás de mí, agarra mi brazo y tira de él haciendo que nuestras espaldas queden pegadas a la pared, frunzo el ceño.

—¿Se puede saber que..? —Hades, mi hermano mellizo, abre los ojos en plato y tapa mi boca con su mano enguantada. Abro los ojos en plato, exigiendo una explicación. —¡Had..!

—Cállate, coño —murmura en mi oído. —Detrás del pasillo hay dos tíos armados y con la mitad de la cara tapada —abro los ojos en plato.

Se supone que no debería de haber nadie en esta área.

—¡Esto ya está descargado! —grita mi hermano pequeño Eros en el pinganillo, miro a Hades y él abre sus ojos en plato igual que yo.

—Debemos de ir a por él —murmura en mi oído. —Como se entere mamá de que lo hemos traído nos va a matar, literalmente —asiento, cierro los ojos y agudizo el oído, apoyo mi mano en el pecho de mi hermano y echo un vistazo tras la esquina.

No hay nadie.

—Hades, no hay nadie, ¿Estás seguro de que..?

Mi cuerpo se sacude del susto al oír el disparo de un arma, miro a Hades y le agarro de la muñeca para después correr hacia la habitación donde está mi hermano, agarro mi arma entre mis manos y me aseguro de que esté cargada antes de entrar de manera sigilosa a la habitación.

Dos tipos están apuntando a mi hermano y a mi mejor amiga, ninguno se inmuta, por supuesto, tal y como yo les enseñé, pero eso no quiere decir que no estén asustados.

Ambos están de espaldas, y ambos están vestido de negro, a través de aquí puedo la gran musculatura que tienen y su ancha espalda.

—No lo volveré a repetir —dice una voz robótica, frunzo el ceño. —Necesito esos documentos.

—Lo siento pero eso no será así, me ha costado un cojón descargarlos sólo para que venga alguien a arrebatármelos —cómo no, Eros siendo un orgulloso.

—Niño, creo que no estás siendo consciente de la situación ni de quién tiene desventaja aquí —dice esta vez el otro tipo, el más alto. Desde aquí puedo ver que es alto, su espalda es más ancha que la del otro y es más fuerte. Su acento indica que es del país, pronuncia la r más fuerte de lo normal.

Eros mira detrás de él y me ve, sonríe de lado, mostrando sus blancos dientes.

—No amigo, sé muy bien quién está en desventaja aquí —cargo el arma, llamando la atención, Hades hace lo mismo a mi lado y apunta al tipo más bajo, pero no se inmutan, no se mueven.

—Ya le habéis escuchado, será mejor que os vayáis antes de que haga algo que no quiero —alzo la voz, el más alto se da la vuelta y me encara, tiene media cara cubierta, desde la nariz hasta la barbilla. Sus ojos azules se entornan.

—¿Sabes acaso con quién estás tratando, niña? Todo el mundo está buscando esos papeles y un grupo de niñatos como vosotros no nos quitará el trabajo —sonrío de lado y alzo una ceja.

—¿Un grupo de niños? ¿Cuántos años tienes tú entonces, viejo? —miro de reojo a mi hermano y a Sissel incorporarse, ya que la mirada del más bajo también se ha posado en mí.

El ojiazul gruñe, alzo ambas cejas, veo cómo hace el amago de venir hacia mí por lo que lo apunto y disparo, Hades hace igual con su acompañante.

Ambos gruñen cayendo al suelo, Eros me pasa el pincho con los documentos necesarios, agarro el brazo de mi hermano pequeño y le insto a salir delante, junto a mi mejor amiga y Hades. Giro la cabeza y veo cómo el ojiazul me mira, jadeando.

—Dardo estimulador, simula el disparo de una bala —les informo a ambos. —Doloroso, pero al menos no os estáis desangrando, de nada —el compañero del castaño, con la mitad de la cara cubierta también, gruñe y se sujeta el vientre con dolor, vuelve a hacer el amago de levantarse por lo que le disparo en la pierna, haciendo que caiga de espaldas.

El castaño no dice nada, no gruñe, sólo me mira fijamente.

—Parece ser que un grupo de niños os ha jodido el trabajo —aprieto mis labios, sonriendo.

Vamos Athena, vete de ahí, ya es hora.

—Te encontraré —jura el castaño de ojos azules, sonrío de lado.

—Lo dudo cariño, pero inténtalo si quieres —le lanzo un beso con la palma de mi mano y sonrío mientras salgo corriendo de la mansión de uno de los hombres más peligrosos y buscados de Rusia.

Mi abuelo paterno.



LA HEREDERA DEL DIABLO (PRÓXIMAMENTE)Where stories live. Discover now