02. ¿De dónde vienes Noré?

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Stefano.


   Podría decir que desperté con los rayos de sol colándose por la luz de las persianas. Que el cantar de los pájaros hizo mi amanecer ameno, pero, no. No dormí ni un solo momento. Estoy con mi corazón a un ritmo mucho más acelerado de lo normal. Mis manos tiemblan producto de la ansiedad que cargo en los últimos días.

La voz de madre se repite una y otra vez en mi memoria. Su dulce y suave melodía es un arma de doble filo. Por un lado, me hace removerme de tristeza... por el otro, prefiero soportar el dolor a tener que olvidarle para siempre.

¿Y sí algún día no recuerdo su voz?

¿Qué tal que olvidase su angelical rostro y esos hermosos luceros verdes que tantas veces me han mirado con amor?

Tengo este mar de pensamientos mientras continúo recostado, cuando unos ronquidos irregulares llaman mi atención.

León, hasta me olvidé que estoy en el suelo.

Me yergo sobre mis codos rápidamente, y observo mi lecho. La muchacha. ¿Cómo se llamaba? Noré. Qué nombre más extraño. Ella sí que ha logrado conciliar el sueño.

Debemos irnos antes de que se percaten de su presencia. Está bien que me traten como uno más, pero sigo siendo un sirviente. No puedo faltar el respeto a la casa de esta manera.

Sin hacer mucho ruido, me levanto de la rústica alfombra de paja y comienzo a guardar las mantas. Me aproximo a la cama, donde descansa sin preocupación alguna, y suavemente toco su hombro.

—Ps. Hay que irnos.

No hay respuesta.

—Noré. Despierte —susurro alterado.

— ¿Uhm? Un poco más...

Sus mechones negros le cubren el rostro mientras se gira de lado.

—Vamos...—Me desespero—. No pueden verle aquí. ¡Despierte! —Zamarreo su brazo con suavidad.

Ella comienza a erguirse sobre sus codos, pero para cuando logra sentarse sobre el respaldar, las sábanas dejan al descubierto sus pechos semi desnudos. Me doy la vuelta de inmediato.

¡Que el León me libre! He olvidado por completo ese pequeño detalle. Noré tiene sus vestiduras hechas añico.

—Yo-yo... ya regreso —hablo avergonzado. Apenas si puedo tragar saliva.

Salgo de la alcoba con cuidado. El viento matutino logra enfriar mis mejillas saturadas. Las persianas de madera todavía se encuentran cerradas para mi suerte. Todo el mundo duerme.

Despacio, entro a la habitación de Mirabella.

Por el León, sí alguien me ve aquí me cortarán la cabeza.

La cama tendida indica que la joven está despierta. Abro su armario y tomo prestado un atuendo que cuelga en una de sus perchas. De nuevo, me hundo en la oscuridad de los pasillos y llego victorioso a mi humilde cuarto. Todo mi rostro sudado debido a los nervios.

—Ten Noré, ponte esto —Mi brazo vacila hacia adelante. No me atrevo a ver —. Tranquila, yo me quedo de espaldas. —Advierto y giro hacia la pared.

Dado unos segundos me habla.

—Stefano, no me está entrando... —Afirma, mientras creo escuchar pasos provenientes del corredor.

Siniestra (1) ✅Where stories live. Discover now