Capítulo V - Golpes de espada

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  Él Se encontraba dormido, lucía inocente, en un sueño tan profundo como el de un niño pequeño. Había respirado grandes cantidades de cloroformo debido a su agitada respiración, producto de resistirse, así que no esperaba menos.

  Lo até a la misma silla metálica de mi anterior huésped, de pies, tronco y manos, con su cabeza caída sobre su hombro derecho. Mientras él estaba en ese estado tomé una hoja de papel blanco y le di forma al cisne, el cual deposité sobre una pequeña mesa que había allí, mientras puse una vara de hierro al fuego.

—¿Qué me has hecho? —dijo mientras me miraba con sus ojos entrecerrados.

—De momento nada, no se preocupe. Pero en breve será su purificación. Debería agradecerme por el favor que le haré a usted y al mundo en unos minutos.

— ¡¿QUÉ VAS A HACERME, DESGRACIADO?! —gritó con notorio pánico en la mirada, como si hubiera visto un fantasma detrás mío.

—Gabriel, siempre te ha gustado la atención, tener dinero no te basta, pues la miseria de otros es la mayor de tus pasiones, y, sin siquiera escatimar en gastos o tener un motivo concreto, buscas la ruina de los inocentes, ya que aunque en un comienzo no le faltaba verdad a tus palabras, ahora eres solo un sucio buitre que se nutre de las desgracias ajenas, desgracias provocadas por usted mismo.

 »Me puse a investigarlo, Gabriel, gente arruinada, despojada de sus trabajos y algunas incluso se han quitado la vida, pero ¿sabe qué? Hoy va a redimirse.

»La lengua, esa pequeña llama que sin esfuerzo podría incendiar un gran bosque; esas palabras que una vez dichas no pueden retirarse, y se propagan como fuego, dejando solo cenizas a su paso. Se dice que algunas palabras son como golpes de espada, tan mortales que dejan heridas invisibles en las personas, heridas que solo el tiempo demuestra el daño irreversible que provocaron. Usted, Gabriel, experto en el engaño, tiene su lengua maldita, y es por ello que le ayudaré a dejar este mundo libre de tal maldición.

  Él solo mantuvo su boca cerrada, mirándome fijamente con sus ojos bien abiertos. No parecía agradecido, tampoco parecía reconocer su error. Solo tenía miedo. Miedo a la muerte, miedo al dolor. Él era consciente del daño que causaba, pero quedaba fuera de su piel, así que no lo notaba, la empatía no era su fuerte.

  ¿Y crees que es el tuyo Ash?

— Cállate de una vez, dijiste que te limitarías a hablar cuando fuera necesario.

  La voz se esfumó esta vez, sin la menor resistencia. Parecía que nos empezábamos a entender.

—Es hora de comenzar, Gabriel. No me odie por esto, es por su bien.

  Su cabeza no paraba de moverse de un lado a otro a un ritmo sumamente veloz, hasta que con mi mano izquierda la sostuve, y la incrusté contra un poste de concreto situado justo detrás de una silla, encadenado a esta para darle sostén. Aquel firme poste quedó manchado de sangre, su sangre, que parecía no agotarse a pesar de el pequeño charco que hacía en el suelo.

  Aun así él se negaba a abrir su boca, como tenía previsto, por lo que vestí un par de guantes gruesos que había dejado a mano y tomé el trozo de hierro hirviendo por la parte que dejé fuera del fuego, aunque aun así el calor era tanto que se podía sentir a través de mi guante derecho.

  Presioné con fuerza la vara contra su pecho, quemando y atravesando fácilmente la fina camisa blanca que llevaba, la cual no duró nada en arruinarse.

  Aguantó el dolor gimiendo con la boca cerrada fue realmente sorprendente lo mucho que resistió, pero el tiempo estaba a mi favor, así que llegó un punto en el que su cuerpo no le dejó más opción, y como si fuese por inercia gritó, como un niño pequeño cuando cae al suelo y se lastima la rodilla. Solo que yo no sería precisamente esa madre comprensiva que lo consentiría y trataría de calmarlo. No, yo esperaba con ansias esos gritos, que acompañados por una mirada colérica hizo que mi mano izquierda se moviera sola, introduciendo cuatro de mis dedos en su boca reseca, dejando solo el pulgar fuera apuntando hacia abajo.

  A pesar de sus inútiles intentos por cerrarla, le resultó imposible debido al grosor del guante.

  Mantuve mi mano haciendo presión y ganando cada vez más terreno mientras su mandíbula cedía. Es probable que la haya roto en el proceso. Dejé caer el hierro y el guante de mi mano derecha y tomé su lengua con mi mano desnuda, sacándola del refugio de su boca.

  Su mirada perdida y desesperanzada lejos de transmitirme compasión solo aumentaba la determinación con que culminaría mi trabajo. Sus gritos agonizantes se escuchaban extremadamente raros, producto de tener su lengua fuera de su boca.

  Con mi codo izquierdo fijé de un golpe su cabeza al poste nuevamente, haciendo a esta reencontrarse con con su mancha de sangre, y con un corte tan rápido como preciso, corté su lengua. La sangre caía desde su boca hacia al suelo, pues sus gemidos continuos la mantenían abierta.

  Cada vez gritaba más y era realmente molesto, así que corté su cuello para asegurarme de parar sus irritantes gritos. Su cabeza ya no podía sostenerse, de manera que quedó recostada sobre su hombro izquierdo, para nunca moverse de nuevo.

  Al fin, silencio. Otra persona menos de la que el mundo debía preocuparse. Pero duró muy poca mi calma, pues el teléfono comenzó a sonar y por alguna razón se me hacía más insoportable que de costumbre.

—Asher al habla.

—Buenas, se le habla desde la dirección de la escuela. Hemos conseguido un buen psicólogo para usted. Todos estaban muy preocupados, creemos que la razón por la que estaba en el hospital es que ha atentado contra su vida y terminó en el hospital por pura suerte. No tiene nada de malo Graves, no tendrá mayores consecuencias, pero sí le rogamos que asista de forma inmediata, antes de ir a la escuela mañana.

—Está bien, muchas gracias.-contesté antes de colgar.

Ash, ¿en serio?, ¿un loquero?

— Es perfecto —dije sonriendo levemente, alzando la comisura izquierda de mi boca

Ilumíneme señor Asher Graves.

—A pesar del notorio sarcasmo en tus palabras es la primera vez que me llamas así. Te contestaré por tu formalidad. El caso es que no pasará mucho antes de que sea sospechoso debido al accidente que tuve. No tengo familiares cerca, así que sería realmente complicado responder si se me pregunta qué hacía antes de la tormenta a kilómetros de mi casa.

»Esto es perfecto, es la excusa perfecta. No obstante, también es una buena oportunidad para sacarte de mí, mediante algunas pastillas o algo.

Dudo que puedas Ash, pero, si eso quieres, hazlo. Me gustaría verte intentándolo.

—Ya lo veremos, me muero de ganas por saber de dónde rayos saliste y cómo puedo librarme de ti.

¿En serio te parezco alguien de quien te puedas librar Ash?

—Deja de ser tan engreído.

¿Engreído? Ja ja, realmente no has cambiado nada desde aquella vez. Haz lo que quieras, pero, cuando intentes algo que ponga en peligro tu vida, por tu bien no te dejaré hacerlo.

—No me hagas reír, solo yo tengo el control de mi cuerpo y solo yo decido que hacer. Tomaré la medicación necesaria para hacerte desaparecer, en pocos días ni siquiera te notaré.

  Ja, ja, eso dolió Ash, pero te haré una simple pregunta: ¿En serio te crees eso? Si ni siquiera los años te dejan olvidarte de mí por completo, ¿crees que unas simples píldoras lo harán? No me hagas reír, me llevas en tu sangre y estaremos juntos hasta que la muerte nos separe.

  Luego de esto la voz se calmó, pero tanto mi mente como mi respiración seguían agitadas ¿qué habrá querido decir con eso de "los años"? Habla como si me conociera de toda la vida. Necesito llegar al fondo de esto antes de llegar al límite de mi cordura.

*Nota*
Qué piensan de la muerte de este señor? XD
Kien creen que es la voz? uwu

Por cierto si les interesan las novelas juveniles aquí les dejo el user de mi amiga Lady_Star480menciona un usuario con su novela "The life is a Game"

Grito inaudibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora